Radio JAI

La Radio Judía de Latinoamérica

DONAR

El odio. Rogers Waters y Robert Bowers, un mismo sentimiento

El pasado sábado se produjo en los Estados Unidos de América,
el mayor atentado contra la colectividad judía del país en toda su
historia. En la sinagoga del Árbol de la Vida (Etz Haim) en el
barrio Squirrel Hill de la ciudad de Pittsburgh, Estado de
Pennsylvania, once personas fueron asesinadas por su
condición de judíos mientras oraban en los servicios matutinos
del sábado, al grito de “mueran los judíos”.

Esta frase fue pronunciada por el homicida Robert Bowers, un
ciudadano estadounidense de filiación nazi que se conocía por
sus discursos de odio contra el judaísmo y personalidades
políticas de su país.

Este asesino había ingresado horas antes en una cuenta que
mantenía en las redes sociales donde preanunciaba su
actuación con frases como: “voy a entrar” o “todos los judíos
deben morir”. Esta cuenta que fue iniciada unos meses atrás,
incluía una leyenda que decía “los judíos son los hijos de
Satanas” y la foto de fondo era una pistola con el número
1488, una numerología simbólica de supremacía aria y
sentido filonazi.

En pleno siglo XXI y en tierras de uno de los países más
desarrollados del orbe, sigue habiendo sangre derramada por
el hecho de pertenecer al pueblo judío.

¿No es posible desarrollar sistemas de control y prevención en
redes que permitan detener y evitar estos hechos?

¿No es viable mantener cuidados extremos en las instituciones
donde se concentran personas identificadas o eventos
vinculados al judaísmo?

Sin dudas que la respuesta es afirmativa. Pero no es
categórica por que el odio todo lo corrompe y los cuidados y
prevenciones no son absolutos sino cambiamos la educación,
el conocimiento, la cultura. No alcanza la actuación sino
están acompañadas de un valor, de un concepto plural que
permita entender que el otro es un igual y la distinción es
únicamente con referencia al credo o la tradición.

En un mundo libertario todo es admisible salvo el ataque, la
venganza, el extremismo, la discriminación. No sanaremos el
mundo solo con prevención o represión. El tratamiento para
el diagnóstico debe contener educación a fin de lograr la cura
de un mal que acecha a la humanidad desde hace milenios.

A muchos kilómetros de distancia de Pittsburg – en
Montevideo – se anuncia para el próximo sábado un concierto
con el rockero ingles Roger Waters. La posibilidad de ver un
artista internacional en nuestro país no es desechable pero si
lo es en la medida que el propio cantautor trae un mensaje de
odio contra el pueblo judío y el Estado de Israel.

La música y el canto son vehículos de fenómenos socio
culturales que permiten la transmisión cultural de valores, así
se ha demostrado a lo largo de la existencia, pero estos
canales deben ser de unión y tolerancia y no de odio y
xenofobia.

Las participaciones musicales de Waters en los últimos
tiempos no acercan al público a un grado de respeto, muy por
el contrario exacerban los sentimientos a través de insultos y
conspiraciones en contra de un grupo étnico o social. Cuando
esta manifestación se traduce en contra del judaísmo se
denomina sin dudas. ANTISEMITISMO. El mismo sentimiento que tiene Bowers y otros seres despreciables de la faz humana.

A pesar de ello, Waters se niega a que se lo califique como
tal. Su escenificación del sionismo y su voz a favor de un
boicot universal a Israel no permiten dudar del calificativo. Hoy el
antisemitismo no se vincula expresamente con las formas religiosas
del pasado, en el mundo actual la “modernización del antisemitismo”
es la deslegitimación del pueblo judío y del Estado de Israel y vaya si
este artista lo predica.

Cuando los pedidos de boicot, desinversión y sanción no son para los regímenes totalitarios y fundamentalistas de Sudan del sur, Siria,
Corea del Norte, Irán, Chad y Nigeria y no atacan las predicas
xenófobas de sexo, género, raza y religión que se dan permanentemente en esos países teniendo solo un objetivo que es la
política exterior israelí, las dudas ya no tienen lugar.

Donde si hay dudas es que la presencia de Roger Waters en
Uruguay contribuya a un espacio de paz, sana convivencia y
tolerancia que son los atributos que adornan a nuestra tierra y que
están muy lejos del afamado artista.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

Ayuda a RadioJAI AHORA!
HAZ CLIC AQUÍ PARA HACER UNA DONACIÓN