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Suecia, un país peligroso para los judíos que puede convertirse en un peligro para Europa

Neuding enfatizó que ha cambiado la fuente de los incidentes de antisemitismo que se notaban especialmente desde la extrema derecha. Ahora, un enorme 51% eran “atribuidos a los extremistas musulmanes”, otro 25% a los extremistas de izquierda y sólo el 5% venían de la derecha dura.

En el contexto de la creciente violencia contra objetivos judíos, la ministra sueca de Asuntos Exteriores, Margot Wallstrom, repetidamente ha culpado a Israel por el radicalismo entre los musulmanes europeos. Sin embargo, la incursión de camioneros islamistas durante el pasado mes de abril en el centro de Estocolmo, dejando cinco muertos, no guardaba relación con los judíos, sino que era un signo común en toda Europa occidental.

El fallecido Simón Wiesenthal a menudo advertía que “lo que comienza con los judíos nunca termina con ellos”.

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Así, el nexo antisemitismo-terrorismo se convertía en un fenómeno indiscriminado. La lección se expuso por primera vez después de los 73 tiroteos y las bombas en Europa Occidental, desde la sinagoga Copernic Paris en octubre de 1980 hasta la masacre del Barrio Judío de la Rue des Rosiers en agosto de 1982.

¿Por qué y cómo se detuvieron estos actos terroristas? Una incursión israelí en el sur del Líbano, durante ese verano, provocó que estudiantes europeos que estaban en campos terroristas palestinos huyeran de sus hogares. De vuelta en Francia, Alemania e Italia, necesitaban dinero, atacaban bancos, embajadas por lo que se olvidaron de los judíos. Fue entonces cuando los gobiernos tomaron medidas enérgicas.

Esto distaba mucho del comentario del primer ministro francés Raymond Barre sobre el atentado en Copernic: “una bomba para judíos mató a cuatro franceses inocentes”. De hecho, cuatro personas murieron esa noche: Un cartero portugués, un camarero de un restaurante chino, un israelí que estaba en París ese fin de semana y un “francés inocente”.

Había acompañado a Aliza, esposa del difunto cineasta israelí Micha Shagrir, a la esquina de Copernic, a una frutería frente a la sinagoga. Unos momentos más tarde, ella encontró su muerte.

Otro cineasta, Bo Persson de Suecia, creó una película muy especial que equilibraba su empatía por las víctimas y sus familias, que comparten una comunión mundial y, por otro lado, proporcionaba una extensión mundial del fenómeno del terrorismo islámico. Su película, Watching the Moon at Night, fue apoyada por el Swedish Film Institute y el Swedish Public Television (SVT) fue su coproductor.

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Al finalizar, la STV rechazó proyectar la película sin proporcionar razones convincentes.

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Desde entonces, Watching the Moon at Night se ha mostrado en festivales de cine en más de una docena de países siendo que una petición para realizar una investigación en la SVT, firmada por más de 1.500 celebridades – incluyendo a los miembros del Comité del Premio Nobel – ha sido enviada al director general de SVT .

La negativa de la televisión sueca, al igual que la de la ARTE franco-alemana a mostrar otra película en circunstancias similares, es posiblemente un emblema del protocolo políticamente correcto de una abyecta inversión de roles. Esto identifica al “nativo palestino” como la nueva víctima “judía” del “nazi colonialista israelí”.

Un mecanismo de alivio para el perpetrador, colaborador, el espectador de los países de los dos crímenes más grandes de Europa: el colonialismo y el Holocausto – un malestar denotado por Persson como “una guerra cognitiva en Suecia”.

La ironía es que Israel y los israelíes juegan un papel menor, pero esencial, entre las víctimas del terrorismo entrevistados en la película Watching the Moon at Night y, sin embargo, las autoridades suecas parecen centrarse en una obsesión desproporcionada con los llamados “crímenes de desinformación-fabricación de Israel”.

El consiguiente aparente abrazo o simpatía hacia los partidarios de los terroristas yihadistas parece un respaldo pasivo hacia los gritos de “Intifada – disparar contra los judíos”, en realidad dirigido a los judíos de Estocolmo, Gotemburgo y Malmö.

El Centro Wiesenthal ha creado un borrador de convención que argumenta que el terrorismo es una cadena de quejas entre quienes reclutan y adoctrinan, entrenan y arman, financian, albergan y glorifican. Esta resolución de “cadena de vergüenza” fue adoptada por el Parlamento australiano y el PARLATINO Parlamento Latinoamericano. Hay pocas posibilidades de su adopción en Europa occidental, donde tantos porristas son enlaces activos en la cadena.

La cultura del “BDS”, mostrado por la televisión pública sueca, puede apuntar un error del Centro Wiesenthal a la hora de emitir su advertencia sobre aquel viaje a Malmo. Suecia, posiblemente uno de los países más peligrosos para los judíos en la actualidad, parece estar en vías de convertirse en el país más peligroso de Europa.

Ver Watching the Moon at Night es una poderosa llamada de atención.

El autor es director de relaciones internacionales del Centro Simon Wiesenthal. Publicado http://www.jpost.com/Opinion/Sweden-a-dangerous-country-for-Jews-can-become-a-danger-for-Europe-518526

Fuente: Hatzad Hashen

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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