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MITO: Los ashkenazies no son judíos sino que descienden de conversos jazaros

En el siglo XII, aprovechando una lucha dinástica, el Imperio Bizantino destruye al imperio de los jazaros. Los sobrevivientes se refugiaron en el Cáucaso, donde se mezclaron con los pueblos de la región.

Ashkenazí, de Ashkenaz = Alemania. Los primeros judíos se establecieron en la actual Alemania durante el Imperio Romano, en aquellos poblados fundados por las legiones de Roma. Estas comunidades, a partir de las Cruzadas comenzaron a sufrir masacres y persecuciones, hasta que en el siglo XIV fueron expulsados del Sacro Imperio Romano Germánico. La mayoría de estos judíos se dirigió a Europa Oriental, para ser más exactos al Reino de Polonia, donde el Rey Casimiro el Grande los recibió con los brazos abiertos, otorgándoles una serie de privilegios. Estos judíos trajeron con ellos el idioma alemán con el agregado de palabras hebreas, al que luego se agregaron palabras polacas y rusas, dando origen al Yidish.

¿Qué relación hay entre los jazaros y los ashkenazies? Uno de los objetivos de Stalin fue la rusificación de la Unión Soviética. Para ello, en las distintas repúblicas se prohibió la enseñanza de los idiomas locales, y su uso en todos los trámites oficiales. Todo debía ser en ruso. Pero acá surgió un problema: los judíos. Eran los únicos que en la Unión Soviética tenían un territorio nacional, así que en 1928 decidió crear un territorio autónomo judío, el Óblast Autónomo Judío, con capital en Birobidzhán, ubicado en Siberia, cerca de la frontera con China, y para lograr que los judíos aceptaran trasladarse intentó destruir todo vínculo de estos con la Tierra de Israel, prohibiendo las actividades sionistas y controlando a los pocos líderes religiosos que quedaban. Esto resultó insuficiente, por lo que ordenó que la Academia de Historia de la URSS tomara cartas en el asunto. Los historiadores soviéticos tomaron el tema de los jazaros y tras la falsificación de pruebas y documentos “llegaron a la conclusión que los judíos ashkenazies descendían de los jazaros, o sea de conversos”, negando de esta manera cualquier vínculo de los judíos ashkenazies con la Tierra de Israel. El hebreo no era su idioma, sino el Yidish, y podrían hablarlo libremente en la nueva república, como también seguir con su religión (en realidad esta “república judía” fue un fracaso total, pues muy pocos judíos se instalaron ahí). Y uno de los “errores” de los historiadores soviéticos estriba en que desde la caída de los jazaros (siglo XII) a la llegada de los judíos (siglo XIV) hay dos siglos de diferencia.

Aparte incluyo un artículo referido a estudios genéticos realizados a judíos de todas las diásporas, donde se demuestra que hay un mapa genético en común.

La evidencia del ADN de un origen común y la conservación de un perfil genético Escrito por Dr. E. Simon, Ph.D. en microbiología, Universidad de Purdue
Una reciente investigación publicada en el campo de la genética molecular – el estudio de las secuencias del ADN – indica que las poblaciones judías de las distintas comunidades de la diáspora no han perdido su identidad genética a lo largo de todo el exilio. A pesar de las enormes distancias geográficas entre las comunidades y el paso de miles de años, las alejadas comunidades comparten un perfil genético común. Esta investigación confirma el antepasado común y el origen geográfico común del mundo judío.

Los hombres judíos de comunidades que se desarrollaron en el cercano oriente – iraníes, iraquíes, kurdos, yemenitas, romanos y ashkenazitas (judíos europeos) – tienen perfiles genéticos muy similares, casi idénticos.

“A pesar de un largo período de residencia en diferentes países y un aislamiento entre las comunidades, la mayoría de las poblaciones judías, no fueron significativamente diferentes en un nivel genético. Los resultados apoyan la hipótesis que plantea que el gen paterno de comunidades de Europa, el África del Norte y el Medio Oriente descienden de una antigua población común del Medio Oriente, y sugiere que la mayoría de las comunidades han permanecido relativamente aisladas de comunidades vecinas no judías durante y después del exilio” (M. F. Hammer, Proc. National of Academy of Science, 9 de mayo del 2000).

Esta investigación genética consiste en obtener muestras de ADN y hacer un análisis de laboratorio comparando los señalizadores de ADN en el cromosoma Y – que es transmitido de padre a hijo – y en el mtADN (ADN mitocondrial) – que es transmitido de madre a hijo. Esta antropología genética promete ser particularmente informativa para trazar la historia de las poblaciones judías y para ayudar a resolver el debate de los orígenes y emigraciones de las comunidades judías en la diáspora.

La investigación se ha basado en muestras de 29 poblaciones, 7 judías, categorizadas principalmente en cinco divisiones: judíos, no-judíos del Medio Oriente, europeos, africanos del norte y del Sud-Sahara.

Los resultados de la investigación fueron que la mayoría de las comunidades judías, separadas unas de las otras en Europa, el Norte de África, el Cercano Oriente y la península Arábica, realmente parecen ser similares genéticamente, y parecen estar muy relacionadas unas con las otras, compartiendo un origen geográfico común.

Estas comunidades judías están mucho más relacionadas unas con las otras y con las poblaciones semitas del Medio Oriente – palestinos, sirios y druzos – que con sus comunidades vecinas de la diáspora.

Los resultados también indican un número bajo de mezcla (matrimonios mixtos, conversiones, violaciones etc.), en el contenido genético de estas diversas comunidades judías.

Aunque la comunidad ashkenazita (europea) se separó de sus antepasados del mediterráneo hace 1200 años y vivieron dentro de comunidades gentiles del centro y este de Europa, su contenido genético paterno todavía se asemeja a los de otros judíos y grupos semitas con origen en el Medio Oriente.

Una baja taza porcentual de matrimonios mixtos entre judíos de la diáspora y gentiles fue la razón principal para esta continuidad. Ya que los judíos se establecieron primeramente en Europa hace más de 50 generaciones se estimó que los matrimonios mixtos fueron sólo del 0.5% en cada generación.

Los investigadores planean continuar su estudio, investigando la variación genética en las poblaciones que pueden trazar sus antepasados judíos a comunidades de Europa, para un mejor entendimiento de la historia y el desarrollo de la comunidad ashkenazita.

Estos estudios genéticos, apoyan la tradición judía – tanto la escrita como la oral. Después de mil años de historia en la Tierra de Israel, los judíos se esparcieron por muchas y distantes localidades alrededor del mundo.

Algunas comunidades judías exiliadas estuvieron relativamente estables durante dos milenios – como por ejemplo Babilonia (Irak) y Persia (Irán). Otras comunidades se desarrollaron unos siglos después, siguiendo con migraciones al norte de África y Europa.
Todas estas comunidades mantuvieron sus costumbres judías y su observancia religiosa, a pesar de largos períodos de persecuciones. Los judíos permanecieron, en general, culturalmente aislados de sus comunidades de residencia. Estos estudios genéticos son un testimonio de la fe familiar judía.

Sólo el pueblo judío en la historia de la humanidad, ha retenido su identidad genética por más de 100 generaciones estando esparcidos alrededor del mundo.

Fuente: Por Israel

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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