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Crónica de una elección anunciada

Como se señaló en la primera columna de este año, en el 2024 se espera una año de elecciones en más de 70 países, en algunos casos, una ratificación de procesos democráticos, mientras que en otros países, las votaciones tendrán poco o nada de democráticas, pero lo concreto, los resultados de las elecciones en algunos casos puntuales, incidirán potencialmente en el tablero global, como ser los comicios en el país más poblado de mundo, la Federación India, para fines de abril, o los de EE.UU. en noviembre, pero la que hoy nos ocupa son las elecciones en Rusia, entre el 15 y 17 de marzo próximos.

En principio, el sistema electoral ruso combina varios tipos de sistema electorales, por lo tanto, se podría decir que hoy tiene un sistema mixto, de los 450 diputados elegidos para la Duma Estatal, 225 son electos en circunscripciones uninominales por mayoría, mientras que la otra mitad se eligen en una circunscripción federal única, que incluye todo el territorio de la Federación Rusa, siendo el voto universal, directo y secreto, al igual que para la elección del presidente, por un período de 6 años, mientras que el de los diputados es de 5 años. Por su parte, un partido político puede presentar o apoyar a un candidato, y está obligado a crear su propio fondo electoral para financiar su campaña.

Estas serán las octavas elecciones presidenciales desde la caída de la ex URSS, pero en este tiempo, la Constitución rusa ha sufrido modificaciones, en el 2008, el entonces presidente Medvedev mediante una enmienda llevó el período presidencial de 4 a 6 años, y luego, el actual titular del ejecutivo, Vladimir Putin, en el 2021, a través de un referéndum promulgó otra enmienda constitucional que le permite postularse para ser reelegido dos veces más, sin contar su actual mandato, por lo cual puede extender su presidencia hasta el 2036, siempre y cuando obtenga en las próximas votaciones el 50% más 1, para evitar el ballotage, y además pueda repetir idéntica performance en el 2030.

Pero más allá de estas especulaciones, teniendo en cuenta que Putín en la actualidad tiene 71 años, vayamos a lo inmediato, en un presente en que Rusia ha entrado en su tercer año de guerra en Ucrania, lo que implica un esfuerzo bélico en el campo de la industria de defensa, en el cuerpo social y en los costes humano, económicos y financieros, aunque las sanciones aplicadas por los EE.UU. y Occidente, desde la anexión unilateral de Crimea en el 2014, no han tenido los resultados queridos por éstos, es más, según un Informe del FMI, el PBI ruso creció en 1.5% en el 2023, y las proyecciones para el 2024, indican que el crecimiento será de 1.3%, una situación muy diferente a la que sufre Ucrania, cuyo PBI cayó un 29% y tiene una deuda acumulada estimada en u$s. 160 mil millones, y una explicación está, en el apoyo tanto de China como de India, importando petróleo y gas, como el respaldo del resto de los miembros de los BRICS y muchos países del llamado Sur Global, e incluso está, la tercerización de recursos energéticos rusos utilizada por algunos países europeos.

Quizás por la situación descripta, algunas encuestas dan que el pte. Putin cuenta con un apoyo que oscila entre el 60 y 70%, unos porcentajes que le darían ganador en primera vuelta, pero entre las razones de ese apoyo, está en el régimen autocrático impuesto desde el Kremlin, donde la oposición política es reprimida, encarcelada y como en los casos de Vladimir Golovliov en 2002, Sergei Yushenko en 2003, Anna Politkovskaya en 2006, Boris Nemtsov en 2015, fueron asesinados en la propia Rusia, y el más reciente, el deceso de Alexei Navalny, que murió el 16 de febrero ppdo., en circunstancias poco claras en una prisión del Ártico, donde cumplía una pena de 19 años, y sin olvidar los disidentes eliminados en el exterior, como Alexander Litvinenko o Boris Berezovsky, en el Reino Unido, y obviamente se puede incluir, el aparente accidente aéreo en el que murió el líder de la Wagner Group, Yevgeni Prigozhin, consolidándose así el poder de Putin.

Pero esto es una constante en la historia de Rusia, desde el nacimiento del moderno Estado Ruso con Iván III, que se proclamó soberano de todas las Rusias en 1502, e inaugura el período de la autocracia zarista hasta la revolución de 1917, pasando luego por la sangrienta dictadura de Stalin, que se continúa con el régimen del Buró del Partido Comunista, y ahora con el zar Vladimir, desde hace prácticamente 24 años, y parece que el pueblo ruso tiene en su ADN el gen de la Autocracia, pues nunca vivió algo cercano a una democracia.

Y entre los instrumentos del que se vale Putin para ratificar su autocrático régimen, de los cuales ya he señalado, ahora parece echar mano a lo que se denomina “oposición dirigida”, ¿Qué es esto?, a continuación voy explicar con dos claros ejemplos, esta herramienta de la contrainteligencia, que obviamente sabe manejar muy bien el ex agente de la KGB, ahora en la presidencia.

El primero, Boris Nadezhdin es un político opositor, de 60 años, profesor en el Instituto de Física y Tecnología de Moscú, apoyado por el partido Iniciativa Cívica, de plataforma liberal conservadora, fue diputado de la Duma de 1999 al 2003, su candidatura fue rechazada por el Comité Electoral Central o CEC, por no haber podido reunir las firmas legítimas para validar su candidatura presidencial, obtuvo 95.587 y la legislación vigente establece un mínimo de 100 mil, obviamente Nadezhdin declaró que apelará este fallo del CEC ante el Tribunal Supremo.

Ahora bien, este político si bien se ha manifestado en contra de la guerra en Ucrania, por considerar que es un error estratégico, no ha hecho lo mismo, en cuanto a la devolución de los territorios tomados u ocupados por las fuerzas rusas, y en particular las regiónes ruso parlante del Donbás, que han declarado su independencia de Ucrania, un dato no menor, pues no sólo demuestra su perfil nacionalista, sino que esa postura lo expresa en un reproche a Occidente, especialmente a la UE y a la OTAN, que sin embargo reconocieron la independencia de Kosovo de Serbia, en este sentido asume una postura similar a la de Putin, aunque siempre se ha declarado como un “pacifista”, y defensor de la coexistencia pacífica con Occidente, en síntesis, Nadezhin se perfilaba como el principal opositor al pte. Putin, uno de los pocos en hablar abiertamente contra las políticas y la visión del mandatario ruso, pero más allá de haber sido rechazada su candidatura presidencial, se lo considera como un “opositor fabricado” por el Kremlin, con los objetivos de fragmentar a la oposición y de dar a estas elecciones un maquillaje democrático.

El segundo ejemplo, es más que interesante, es quizás el mejor instrumento de contrainteligencia esgrimido por el Kremlin, se trata de Valery Solovey, de 63 años, historiador, politólogo y un reconocido analista de las Teorías de Conspiración, estuvo a cargo desde el 2003 al 2019, del Departamento de Relaciones Públicas del Instituto Estatal de RR.II. de Moscú, íntimamente relacionado con la Cancillería rusa, y como docente enseñaba técnicas tales como, conceptos básicos de la guerra de información y la manipulación de los medios y política estatal en el ámbito de la información, y fue quien difundió la teoría de los “dobles” de Putin, o del cáncer de páncreas que padecería el presidente ruso, e incluso de su supuesta muerte, que obviamente, una publicación del deceso del Putin, sería suficiente motivo para causar una crisis interna e internacional, y esperar las reacciones, pues el orden y las líneas de acción en Rusia depende directamente del zar Vladimir.

Este personaje, que tiene más de 600 mil suscriptores en You Tube, a través de ese canal ha manifestado que Alexei Navalny fue asesinado, pero que su muerte no va a cambiar nada en Rusia, y a través del portal Telegram, afirmó que Vladimir Putin había fallecido el 27 de octubre, a las 20.47 hora de Moscú, en su residencia en Valdai, y que cualquier intento de hacer pasar a un doble por Putin, constituía un golpe de Estado, y hay más, antes del 24 de febrero del 2022, Solovey, públicamente adelantó las intensiones de Rusia de atacar a Ucrania, e incluso también advirtió de la crisis de junio ppdo., protagonizada por la Wagner Group y su líder Prigozhin, y tan llamativo como sus declaraciones sobre las intensiones del Kremlin sobre Ucrania, lo constituye su afirmación que en la reunión entre Putin y Erdogan, el mandatario ruso le dio total seguridad a su homólogo turco, que Rusia no iba a interferir en la toma de Nagorno Karabaj por parte de Azerbaiyán, lo que ocurrió una semana después de los dichos de Solovey, quién también se autoproclama nacionalista, pero demócrata y partidario de las buenas relaciones con los demás países.

Sin embargo, sus declaraciones y publicaciones, incluidas las realizadas a distintos medios de prensa extranjeros, como ser la BBC, Washington Post, DW, por citar algunos, no le ha costado ir a prisión, ni mucho menos el trágico final de Navalny y otros opositores muertos en misteriosas circunstancias, y más allá que el Kremilin lo ha catalogado como “agente extranjero”, la única medida adoptada hacia él, es una llamada “custodia policial” frente a su domicilio en Moscú.

Lo concreto es, que Solovey durante su época de docente, enseñaba como instrumentar teorías conspirativas a través de cualquier medio de comunicación, y que un punto crucial para que esas teorías se presentaran como reales, era explotando las dudas y manipulando los deseos de quienes adhieren a las mismas, es decir, articular una estrategia para satisfacer los anhelos o esperanzas de los opositores al Kremlin, usando hábilmente las fake news , un verdadero profesional del arte de las teorías conspirativas, y al menos hasta el presente, un “opositor intocable” o quizás sea más cercano a la realidad, un instrumento de la “oposición dirigida” del Kremlin.

Más allá de estos casos de “opositores funcionales”, tenemos a Ekaterina Duntsova, una joven periodista rusa de 40 años, madre de tres hijos, fue diputada en la Duma entre el 2019 y el 2022, que en el círculo cercano a Putin la tildan de “agente extranjera”, y tiene muy presente que, una posibilidad de su postura de desafiar al presidente es la cárcel, sin embargo, esta opositora reafirma un programa de reconciliación, tanto en el ámbito interno como en el exterior, a través de una política de cooperación en base al respeto mutuo, sin embargo, el ya mencionado CEC, y conforme a la legislación vigente, ha vetado su candidatura por no obtener el mínimo de firmas que avalen la misma, no obstante, además del partido que ella misma creo, Amanecer, contaba con apoyo desde el exterior, como ser la ONG Nuestra Sede, que reúne a los disidentes rusos exiliados, y su coordinador Andrei Davjdov, le había ratificado el apoyo, aún cuando reconocía que no tiene suficiente experiencia política ni alcanza, por ahora, la estatura de liderazgo opositor que poseía Alexei Navalny, a quién Duntsova seguía en las movilizaciones y protestas, y si bien, quedaron truncas las esperanzas de enfrentar a Putin en estas elecciones, tiene las chances de hacerlo en el 2030.

El resto de candidatos registrados para competir en las elecciones, no tienen los perfiles ni el caudal de votos, para hacer peligrar un nuevo triunfo de Vladimir Putin, estos son, Sergey Malinkovich del Partido Comunista, Leonid Slutski del Partido Liberal Democrático, Valdislav Davankov del Partido Gente Nueva, Sergey Baburin del Partido Unión Panpopular Rusa y los independientes, Rada Russkikh y Anatoly Batashev.

Una circunstancia particular, y que ya se ha dado hace tres meses, a nivel de elecciones municipales y regionales, son las elecciones en las zonas ocupadas por Rusia en Ucrania, Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jerson, comicios que se celebraron en el resto del territorio ruso, incluída la península de Crimea, y que según el Kremlin, se desarrollaron de manera ordenada, dinámica y con escasos incidentes, y en las cuatro regiones ucranianas ocupadas triunfó el Partido Rusia Unida del pte. Putin.

Por supuesto, la Comunidad Internacional, en su gran mayoría y puntualmente Ucrania, desconocieron los resultados de esas elecciones, a las que han considerado amañadas, y que han sido utilizadas para dar legitimación, tanto a la ocupación como a la declaración de independencia de las regiones del Donbás pro rusas, e incluso considerando a esos comicios contrarios a los principios del Derecho Internacional.

Finalizando la columna de hoy, mis conclusiones son las siguientes, más allá del actual conflicto armado con Ucrania, con las consecuencias y efectos ya señalados, tanto en el plano interno como internacional, el poder autocrático de Vladimir Putin sigue prácticamente intacto, tal como lo demuestran las encuestas realizadas tras la muerte del opositor Alexei Navalny, que le dan al presidente ruso un 62.2% de intensión de votos, y el porcentual que le seguía, era para el ahora descalificado Boris Nadezhdin con el 7.8%, el mismo que para los indecisos, los demás candidatos no superan el 4%, y la explicación de esto, más allá de las acciones punitivas del régimen o del cercenamiento de la libertad de prensa, la podremos encontrar en la Historia de Rusia y su autocracia histórica, por eso la frase elegida para el final es del escritor irlandés Jonathan Swift, el autor de Los Viajes de Gulliver, que dijo, “Un pueblo habituado durante largo tiempo a un régimen duro, pierde gradualmente la noción misma de libertad.”.-

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