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Cuando se cierra una puerta, otra se abre

En la última columna de cada año, se intenta hacer una síntesis de los eventos más importantes, que han marcado el perfil de este período, y en el caso del 2023, se caracteriza por las crisis y los conflictos, que en mayor o menor medida han afectado o siguen afectando el escenario internacional.
Si iniciamos nuestro análisis por las crisis, muchas de ellas vienen desde antes del presente año y otras estallaron durante el transcurso del mismo, e igual podemos decir de los conflictos, por lo cual, iremos abordándolos según los espacios geográficos donde acontecen, y nuestro punto de partida es, América.
El conflicto Mapuche afecta tanto a las regiones sur de Chile y de Argentina, en el contexto de las actividades delictivas llevadas a cabo por agrupaciones de este pueblo originario, contra particulares, y los respectivos Estados Nacionales chileno y argentino, en el primero es protagonizado por la CAM o Coordinadora Arauco Malleco, en las regiones al sur del río Bío Bío y la Araucanía, y en nuestro país , a través de las actividades de la RAM o Resistencia Ancestral Mapuche, cuyo líder, Facundo Jones Wallace, está cumpliendo pena de prisión en Chile, tras ser detenido y extraditado por la Justicia argentina, y las regiones afectadas son las provincias de Río Negro y Neuquén, y en ambos países, se traducen en ataques incendiarios, sabotajes a vías férreas, rutas nacionales y provinciales, tendido eléctrico y ocupación ilegal de tierras. Ahora bien, las dimensiones de este conflicto exceden las cuestiones de la seguridad pública y el derecho de propiedad, pues las regiones en cuestión son valiosas por RR.NN. estratégicos, como ser petróleo, gas y reservorios de agua dulce, y esas acciones violentas obstaculizan la inversión y el desarrollo, además tanto la CAM como la RAM, son apoyadas por organizaciones y grupos vinculados al eje Cuba, Venezuela, Bolivia, y a los intereses geopolíticos del mismo en el subcontinente.
Por su parte, la crisis en el Perú que se decantó con la destitución del ex presidente Pedro Castillo, en la segunda mitad del año ppdo., donde se dieron violentos actos de protestas y la consiguiente represión estatal, en particular en la región del sur peruano, limítrofe con Bolivia, que contó con elementos infiltrados de este país enviados por Evo Morales, como también en la propia Lima, se traduce hasta hoy, en serios problemas de gobernabilidad para la presidente Dina Boluarte, y según algunos sondeos entre la población peruana, un 44% está insatisfecha con el contexto actual, y se manifiestan a favor de un gobierno militar, rechazando el funcionamiento de los partidos políticos, en un marco económico que muestra una caída histórica de su PBI a -0,6%, la peor desde 1998.
Otro país que ha atravesado una seria crisis es Ecuador, a raíz del juicio político al ahora ex presidente Guillermo Lasso, una situación producto de varios factores, por un lado el creciente poder del Crimen Organizado, donde se puede identificar el accionar de Cárteles del Narcotráfico, tanto mejicanos como el del Golfo y el de Sinaloa, de las FARC disidentes y grupos de la mafia rumana, por otro, las protestas sociales lideradas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, y por el accionar desde el exilio del ex presidente Rafael Correa, a través de sus partidarios, finalmente, el 20 de agosto, se llevaron a cabo elecciones generales, que se decidieron en 2da. vuelta, el 15 de octubre, con el triunfo del candidato de centro-derecha Daniel Noboa, sobre la correísta Luisa Gonzalez, por el 52% de los votos, lo que nos muestra una sociedad polarizada.
Pero la crisis más reciente, sin duda, es la que se da entre Venezuela y Guyana, la que fue abordada en la columna del 6 de diciembre ppdo., por el litigio territorial de la región del Esequibo, en una reivindicación pretendida por la dictadura de Nicolás Maduro que involucra el 75% de la región occidental de la ex colonia británica, que tiene como trasfondo, por un lado externalizar la crisis política, social y económica venezolana, en vistas de las elecciones del año próximo, en las que se presenta con gran apoyo popular la opositora Corina Machado, y por otro, los yacimientos de petróleo, oro y diamantes, y las importantes inversiones extranjeras, que como en el caso de los yacimientos de petróleo en el mar, a unas 120 millas náuticas de las costas de Guyana, representan significativos ingresos, y además, ambas partes cuentan una y la otra, con apoyos de grandes potencias, como ser, EE.UU., Reino Unido, Rusia y China, por ahora la crisis está frizada, pero de no aceptarse la jurisdicción y posterior fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, la crisis puede escalar y derivar en un conflicto.
Antes de pasar a otro espacio geográfico, debemos recordar la crisis de las Migraciones que afectan no sólo a los migrantes, muchas veces víctimas del Crimen Organizado, sino también, del impacto socio-económico en los países centroamericanos que atraviesan hasta llegar a Méjico, con la intensión de llegar a los EE.UU., lo que produce continuos roces entre el país azteca y Washington, y también entre gobiernos estatales y el gobierno federal estadounidense, por la situación de los inmigrantes en aquel territorio, una cuestión para nada secundaria en un año electoral que viene, a lo que sumamos los cuantiosos gastos, tanto financieros como en armamentos, que ocasionan las guerras en Ucrania e Israel.
Pasemos a África, el continente con mayor cantidad de crisis y conflictos. En la región del Magreb, hay tres conflictos armados, dos activos y otro frizado, el del Sahara Occidental, que tiene como protagonistas a la monarquía marroquí y al Frente Polisario Saharahui, una guerra que estalló tras la retirada española en 1976, con la firma de los Acuerdos de Madrid, de esa región africana, que fue ocupada por Marruecos y Mauritania, pero esta última se retiró tres años después, un conflicto que además de reivindicaciones identitarias, hay intereses económicos importantes, como ser, pesca, yacimientos de fosfato y petróleo; siguiendo hacia el oriente, nos encontramos con un conflicto de mayores dimensiones e implicancias, la Guerra Civil Libia, un país que tras la caída del dictador Muhammad Khadafi, se ha convertido en un Estado Fallido, y si bien, en octubre del 2020, la Comisión Militar Libia Conjunta, que representa tanto al LNA o Ejercito Nacional Libio y el GAN o Gobierno de Acuerdo Nacional, estos bandos enfrentados, firmaron un alto al fuego permanente, un Acuerdo que exigía que combatientes extranjeros y EMP, como la Wagner Group, abandonaran Libia en un plazo de tres meses, esto nunca se llegó a concretar, pues la división política persiste, aunque el GAN, con sede en Trípoli, es el único reconocido internacionalmente, y esta situación es producto no sólo por los intereses encontrados de las partes en conflicto, sino también por la implicancia de potencias extranjeros, como los caso de Francia, Italia, Turquía, Rusia, Egipto y EAU., fundamentalmente por las inversiones en la explotación de RR.NN., como el petróleo, tanto por yacimientos terrestres como marítimos en el Mediterráneo Oriental, y sin olvidar la presencia de AQMI o Al Qaeda del Magreb Islámico en el sur, y el tercero es la Guerra Civil del Sudán, que tuvo su inicio a mediados de abril de este año, entre las FAS o Fuerzas Armadas de Sudán y las FAR o Fuerzas de Apoyo Rápido, lideradas por el general Mohamed Hamdan Dagalo, aunque también hay otras facciones menores como, el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán del Norte, que viene luchando contra el gobierno sudanés desde el 2017 y el SLM o Movimiento de Liberación de Sudán o Haraka Tahrir Sudán, un grupo rebelde, que también lucha contra el gobierno y contra los milicianos árabes Yanyauid, en particular en la región de Darfur, y como en el caso libio, también hay elementos de la Wagner Group, pero que apoyan a ambos bandos, defendiendo los intereses rusos en Sudán, un país con importantes yacimientos de petróleo en el sur, y también de oro, sin olvidar que hay inversiones chinas y estadounidenses en el sector petrolero.
Pasando a la región Sub-Sahariana, es decir el Sahel, desde las costas del Atlántico al Cuerno de África en el Índico, hay conflictos activos en el que participan fuerzas armadas de los países involucrados y milicias yihadistas salafistas, que buscan crear un Estado Islámico, tal como lo hizo el DAESH en Irak y Siria, como el Boko Haram, o Ansar al Din y el ya mencionado AQMI, que se dan a lo largo y ancho de esa franja, involucrando a Nigeria, Chad, Mali, Senegal, Mauritania, Burkina Faso y República Centro Africana, en muchos casos, aprovechando las crisis de gobernabilidad en estos estados africanos, lo que se abordará más adelante, pero lo que es relevante señalar, que estos grupos terroristas se autofinancian a través de los secuestros, extorsiones y la participación en el comercio ilícito de RR.NN., y forman parte de la red global del terrorismo islamista radical salafista.
En cuanto a las crisis gubernamentales en países del Sahel, quizás la más notoria porque estuvo a punto de desencadenar un conflicto armado, lo constituyó el golpe de estado que derrocó al presidente Mohamed Bazoum en julio de este año, y se instauró una Junta Militar liderada por el general Abdourahamane Tchiani, la que contó con el apoyo de algunos países vecinos como Burkina Faso y Mali, mientras que la CEDEAO, la Comunidad Económica de Estados del África Occidental, con la presidencia pro tempori de Nigeria, intentó conformar una alianza militar, sin embargo gracias a la intervención de la Unión Africana, las sombras de un conflicto se disiparon. El caso de Niger, dejó al descubierto el fracaso del neocolonialismo de Francia en el Sahel, y esto ha posibilitado a las inversiones en RR.NN. estratégicos, como ser Uranio, Petróleo, Coltan, Oro, etc., de potencias no occidentales, China, India y Rusia, pues los países africanos encuentran en ellos, la seguridad ante las acciones yihadistas, alimentos, infraestructuras viales y edilicias y tecnología, lo que ha impactado desfavorablemente en los intereses de las potencias occidentales.
Veamos ahora el escenario asiático, donde se mantienen las crisis en torno a la desafiante política de Corea del Norte, con sus reiteradas pruebas misilísticas, y con la visión irredenta de China sobre Taiwan, que se traduce en maniobras militares y navales, ambas situaciones han llevado a los EE.UU. a reforzar su alianza con Corea del Sur, Japón y sumar a Australia y Nueva Zelanda, mientras que el Gigante Asiático, China, ha ido superando la crisis financiera sufrida a raíz de la cuestión de la quiebra de Evergande , y el yuan ha superado al euro, y se ubica como la 2da. moneda utilizada en Acuerdos comerciales y financieros internacionales, lo que va en línea, con el objetivo de convertirse en moneda global junto al dólar, además es socio comercial de 120 países, por lo que no extrañó la concurrencia de más de 130 estados al Foro de la Nueva Ruta de la Seda, celebrada en Beijing en octubre pasado. Luego tenemos el conflicto no resuelto, pero frizado, entre Pakistán y la India, una India que se ha constituido en un verdadero comodín en el plano geopolítico, no sólo regional sino también a nivel global, que le posibilita una proyección a constituirse en tercera potencia mundial, en cuanto a Afganistán con la vuelta del Talibán al poder, se ha retrocedido a tiempos anteriores a la intervención de los EE.UU. y la OTAN, con un régimen teocrático islámico, en cuanto al Medio Oriente, sin duda el conflicto entre Israel y la organización terrorista Hamas, refleja el enfrentamiento indirecto entre el régimen de Irán y el Estado Judío, en el que también participan otros proxis de Teherán, el Hezbollah desde el Líbano, milicias chiitas, apoyadas por las fuerzas sirias y elementos de la Guardia Revolucionaria iraní desde Siria y los Hutíes desde el Yemen, con los que Irán busca, por una parte desarticular la estrategia israelí de Diplomacia Periférica, a través de los llamados Acuerdos de Abraham, en particular boicotear la posible relación con Arabia Saudita, que por el momento lo logró con el ataque terrorista de Hamas el 7 de octubre ppdo., y por otra parte, poder contar con armas nucleares que la consoliden como potencia nuclear, y así materializar su visión geopolítica hegemónica en la región, mientras, este escenario para Israel constituye una cuestión existencial, pero también en el plano interno deberá enfrentar el escenario pos-conflicto, habida cuenta de la crisis política previa que dividió a la sociedad israelí, afrontar los altos costos económicos de la guerra, y buscar la solución a la cuestión Palestina, que plantea, qué hacer con Gaza y las relaciones con la ANP, sin olvidar las relaciones con otros Estados de la región, por el caso Turquía.
Y antes de pasar a Europa, no se puede dejar de lado el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, que data de 1988, pero que volvió a estallar en septiembre de este año, cuando el gobierno de Bakú ocupó la región de Nagorno Karabaj, donde se había constituido la República de Artsaj, de población armenia, pero dentro del territorio azerí, por lo cual para Azerbaiyán constituyó la reintegración de una región que considera propia, y que si bien, no hubo una reacción armada de Ereván, si ha significado la migración de casi la totalidad de la población armenia, de la ahora provincia azerí, y la no respuesta de Armenia se corresponde con un realineamiento geopolítico de ese país, alejándose de la órbita de Rusia, que era su tradicional aliado en el conflicto, y acercándose a los EE.UU., lo que implica una pérdida de influencia rusa y una mayor de Turquía en esa región del Cáucaso, a lo que se suma que el territorio turco es el ducto energético de Asia Menor a Europa, pero sin olvidar, las recurrentes crisis entre Ankara y Atenas en torno a algunas islas en el Mar Egeo y la Cuestión Chipre.
Ahora bien, Europa desde el 24 de febrero del 2022, está afectada por el conflicto entre Rusia y Ucrania, el cual puede constituir un punto de inflexión en la Historia europea y en la estrategia global de los EE.UU., en función de una realidad, si bien ninguno de los dos contendientes han podido alcanzar sus objetivos de máxima, la contra ofensiva ucraniana ha sido un fracaso, y reedita casi a la perfección la situación bélica del año pasado, en el ingreso al invierno boreal, y en el que los apoyos de Occidente flaquean, y esta situación ha dejado al descubierto las críticas al presidente Zelenski, por su falta de pragmatismo, al negarse reiteradamente a iniciar negociaciones, pero también al fuerte personalismo del mandatario ucraniano, al punto que el alcalde de Kiev, el campeón de boxeo, Vitali Klichkó, ha manifestado, “…ya no nos diferenciamos de Rusia, pues todo depende del estado de ánimo de una persona…”, en referencia a Zelenski, quien no olvidemos tuvo un fuerte encontronazo con el comandante en jefe de la fuerzas ucranianas, el general Valeri Zaluzhni, que reconoció que la contra ofensiva se había estancado, con lo cual abre el interrogante, ¿Zelenski acabará por rodearse de un grupo de asesores, que le dicen lo que quiere oir?, y esto no sólo lo llevaría a tomar erradas decisiones en la guerra, sino a perder la confianza de los aliados occidentales, en un conflicto que evidentemente Rusia tiene las de ganar, incluso reconocido por el general estadounidense Millie, que manifestó, que no hay solución militar al conflicto, por eso tanto dentro de la U.E. como de la administración Biden se habla de un Acuerdo que ponga fin a la guerra, en el que Ucrania debería resignar un 20% de su territorio, la región del Donbas.
En cuanto al presidente Putin, ha superado la crisis que estalló el 23 y 24 de junio, protagonizada por Yevgeny Prigozhin, líder de la Wagner Group, y que murió en un todavía no esclarecido accidente aéreo, y ya se encuentra en campaña para las elecciones generales del año próximo, que de triunfar lo mantendría en el poder hasta el 2030, en una Rusia, que pese a las sanciones económicas y financieras impuestas por Occidente, no han tenido los efectos buscados, pues la realidad es, que de los 193 miembros de la ONU, sólo 28 adhirieron, sin olvidar que los fundadores de los BRICS, han apoyado a Moscú, y la economía rusa hoy, pese a la guerra, se está recuperando.
Y para ir cerrando esta columna, además del conflicto ruso ucraniano, Europa sufre crisis económicas, políticas, geopolíticas, energética y migratorias, en cuanto a las primeras, a raíz del apoyo financiero y del aumento del gasto militar, que alcanza los u$s. 317.000 millones, en relación a los PBI de cada miembro de la U.E. ha provocado un aumento del Gasto Público, y se prevé una caída de la actividad económica, que se vincula con la crisis energética, por los costos de importación de gas y petróleo, ante el corte del suministro ruso, por su lado persisten los cortocircuitos entre miembros del bloque europeo, como los casos de Hungría y de Italia, respecto a las políticas de Bruselas, entre ellas el tema de las migraciones, que además de constituir una problemática humanitaria, constituye una amenaza a la seguridad, en particular en algunos países miembros con comunidades musulmanas significativas que están causando situaciones conflictivas en sus sociedades, tal como los eventos sucedidos en el Reino Unido, Francia, Suecia o Bélgica, y en el plano geopolítico, existe una crisis latente entre Polonia y Lituania respecto a Rusia, en relación al enclave de Kaliningrado, que a mediados de este año alcanzó un pico en su escalada, por el cierre de los pasos polaco y lituano, al tránsito de bienes y personas, y por último, hay crisis internas provocadas por sentimientos independentistas, como los casos de Cataluña en España o la de flamencos y valones en Bélgica, en síntesis, la guerra en acto en Europa es una velada confrontación entre los EE.UU. y China, en el que el Viejo Continente no es sólo el espacio donde se desarrolla el conflicto, sino también el verdadero perjudicado, tal como lo sentenció el catedrático ingles Timothy Garton Ash, “…la tormenta de Ucrania, cambiará el rostro de Europa para siempre…”.
Finalizando esta última columna del 2023, la conclusión es, que el año que termina se ha caracterizado por dos conflictos de media intensidad, que no sólo afectan sus respectivos ámbitos regionales, sino que tienen efectos geopolíticos y geoeconómicos a nivel global, también con crisis, en algunos casos, una escalada podría derivar en conflictos, a lo que sumamos las problemáticas humanitarias, la xenofobia, lo que obliga a actores estatales, a organismos internacionales, a ONGs, a buscar la gestión y solución de conflictos armados, a combatir todas las manifestaciones del Crimen Organizado Transnacional y el Terrorismo, implementar las políticas para un desarrollo sostenible económico, científico y tecnológico para mejorar la calidad vida de todos, por eso la frase elegida es de Teresa de Calcuta, que me parece justa en los momentos que vivimos, “…cuando una puerta se cierra, otra puerta se abre, pero algunas veces miramos tanto tiempo aquella que se cerró, que no vemos la que se ha abierto frente a nosotros…”. Por un mejor Año 2024!!!

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