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De ese vientre que no era originalmente, “puro genéticamente”, va a nacer el Mashiaj – Rab. Silvina Chemen

Meguilat Ruth, el apasionante texto que leeremos en Shavuot, cuya protagonista es Ruth, la moabita, que elige ingresar al pueblo de Israel, nos permite seguir reflexionando sobre la presencia de la mujer en la tradición judía. A partir de la historia de Ruth, podemos comprender aún más el modo en que se incorporaba alguien al pueblo de Israel.

La rabina Silvina Chemen, de la Comunidad Bet El, en diálogo con Radio Jai nos instruyó sobre el texto y nos brindó su mirada sobre el rol de la mujer en el judaísmo.

Chemen señaló que Meguilat Ruth es uno de los rollos del Tanaj (Biblia hebrea) que tiene probablemente más aristas para estudiar, para investigar y para amar, alrededor de la festividad de Shavuot, y no solo alrededor de nuestra tradición, porque Meguilat Ruth tiene un montón de condimentos que tienen que ver con Shavuot, pero también con el vínculo que tenemos con esta ley que estamos recibiendo en esta fiesta, porque, por un lado, Ruth representa la época de los Jueces, en la época de la cosecha del trigo, y entonces por eso se lo liga a Shavuot, porque es la época del año que estamos celebrando, pero que también es una ley que se recibió en el Sinaí.

Subraya Silvina que leemos una meguilá que tiene que ver con una mujer de un pueblo que, de acuerdo con la Torá, estaba absolutamente prohibido que fuera parte del pueblo de Israel, y que, entonces Ruth una chica moabita, casada con una persona del pueblo de Israel, queda viuda y decide seguir los pasos de la tradición de su marido, acompañando a su suegra, volviendo a la tierra de Israel.

Explica la rabina que Ruth, como toda viuda en aquel momento, todo huérfano, y todo extranjero, estaban condenados a deambular por las calles y comer de lo que la Torá dice que hay que dejar para “los marginales de la sociedad”; que entonces ella va a separar las espigas, como una mujer mendiga. Ella le dirá a su suegra Naomi: “no te voy a dejar, donde vos vayas yo iré y tu D’ios es mi D’ios” y con un corazón sincero, ella decide adoptar esta manera de vivir, de entender, de creer, de amar la experiencia de ser parte de esta tradición y de esta ley.

“Me hace interesante pensar que esa voz que se escucha en el Sinaí es una voz para todos, me suena tan lejano que sea solo para algunos o para un pueblo en particular”, reflexiona Chemen. Y añade: “D’ios es ejad, “uno”, y esa voz se derramó en la tierra para toda la humanidad”. Remarca la Rabina que ese es el mensaje que desea tomar para esta fiesta de Shavuot.

La figura de Ruth, originaria de Moab, pueblo al que había que rechazar, la que elige ingresar al de Israel, quien será el ancestro del Rey David, y que de su estirpe surgirá el Mesías, nos lleva a preguntarnos por aquellos que sostienen que el judaísmo tiene que ver con una raza.

Al respecto Chemen toma puntualmente ese tema citando a Erri De Luca, un autor italiano que escribió un “libro precioso” que se llama Las Santas del Escándalo en el que hay una genealogía de uno de los evangelios, en donde se mencionan cinco mujeres en la genealogía de Jesús partiendo de Abraham. Una de esas mujeres es Tamar, la otra es Ruth, y entonces, que él dice “hasta el Mesías es mestizo”, porque Tamar, la nuera de Yehudá de la Torá del libro de Bereshit, que era una chica cananea, es la madre de Peretz que es del linaje del Mesías. Ruth que es de Moab va a tener a Obed, Obed, va a tener a Ishai, que es el padre de David, de dónde va a venir el Mashiaj (Mesías)j.

Por lo cual, ve Silvina como muy interesante esta versión del purismo frente a la versión de la diversidad como aspiración de lo mesiánico. Remarca que la diversidad quiere decir inclusión,  pluralidad, el abrazo, la comprensión, el estudio de los otros, y lo diferente que es a un purismo, genético, cultural, religioso, a esta posición que tenemos, que es en Jag Hashavuot, cuando estamos recibiendo la ley como nación, y que nos dicen que tenemos que leer a Ruth, que se hace judía, que no nace judía y que de ese vientre que no era originalmente, “puro genéticamente”, va a nacer el Mashiaj. “Es una santa del escándalo, como dice Erri De Luca”, simbolizó.

Acerca de la mujer como protagonista en los textos, y la de estas épocas, en las que se habla de empoderamiento, Silvina simplemente expresó alegre: “Imagínate que de las cinco meguilot que tenemos, hay dos que tienen nombre de mujer”.

Sin embargo, aclaró que no se trata de un empoderamiento forzado, “de cupo”, sino dejar que la humanidad suceda como tiene que suceder, que es con los roles que tienen que ver no con los cuerpos en los que se nace, sino con los talentos y las vocaciones que se desarrollan; que ya llegará un día en el que no será necesario aclarar “rabina mujer, rabino varón”; que hay rabinos que tienen la vocación del liderazgo espiritual, del estudio, de la enseñanza; que habrá otras vocaciones que tendrán otros géneros, pero  el asunto, es que hay que estudiar un poco, que siempre la historia mostró tanto mujeres prominentes como varones prominentes, pero que, por supuesto, la bibliografía estuvo a cargo de los varones y entonces, por eso la preminencia en tiempos patriarcales daba cuenta de más varones que hablaban y que enseñaban, que de mujeres.

“Si se estudia un poquito, es imposible soslayar la presencia femenina a lo largo de toda la historia, y no negarla es un gesto de justicia para todo lo que ellas nos dejaron”, declaró.

 

Redacción: Prof. Cita Litvak

 

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