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El dilema de la Gran Puerta

La historia de Turquía, que es riquísima, se la puede reseñar en cuatro nombres, en cuatro personajes, Osmán I, fundador de la dinastía otomana, el primer sultán y quién sentó las bases del imperio a finales del siglo XIII e inicios del siguiente, el segundo es, Mehmed II, el Conquistador o Al Fatih, quién recibe ese apelativo por haber tomado Constantinopla un 29 de mayo de 1453, y con ello, no sólo cayó el Imperio Romano de Oriente o Bizancio, sino que es el principio de la expansión otomana en Europa, el tercero es Solimán I, el  Magnifico, uno de los soberanos que dominó la escena del siglo XVI, con él, el imperio alcanzó su máxima extensión, su acertada visión geopolítica lo llevó a firmar el primer tratado entre un monarca cristiano, Francisco I de Francia, y un musulmán, pues lo que buscaba, eran fronteras seguras para el imperio en el Danubio, en Asia Menor y en el Mediterráneo, es la génesis del Otomanismo, y el cuarto es, Mustafá Kemal, llamado Ataturk o Padre de los Turcos, general y estadista, fundador en 1923 de la República turca y su primer presidente, terminó con el sultanato e imprimió un modelo laico y occidental que se estructura en la fuerza de dos instituciones, las FF.AA. y el poder judicial, es así que podemos visualizar en estos cuatro personajes, el nacimiento del Imperio, su expansionismo, su consolidación y la creación de la Turquía Moderna.

 

Pero a principio del este siglo, irrumpe en el escenario turco y global, Recep Tayyip Erdogan, líder del partido AKP, que llega al poder como 1er. ministro entre el 2003 y 2014, y luego hasta el presente, presidente de Turquía, quién paulatinamente, esgrimiendo un estilo populista fue imprimiendo un modelo islamista, alejándose del kemalismo y con una visión geopolítica basada en el Neo-otomanismo, explicitado en las obra del diplomático y académico turco, Ahmet Davutoglu.

 

En estos 20 años, Erdogan ha tratado a través de la visión geopolítica señalada posicionar a Turquía como actor principal, tanto en Oriente Medio como en la cuenca del Mediterráneo, si tomamos como referencia el  balance del año ppdo., Turquía más allá de la acuciante crisis económica, las fuertes críticas y protestas por la violación de derechos civiles y persecución de opositores, y el permanente conflicto con las minorías kurda y azerí, ha logrado remixar su diplomacia, influenciando fuertemente en el Cáucaso tras el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, también a través de sus FF.AA. controlar en territorio sirio a los grupos independentistas kurdos y colocarse en el rol de mediador en la guerra entre Ucrania y Rusia, sin embargo, se han agudizado las tensiones en el Mediterráneo oriental con Grecia, Chipre y Egipto, en relación a los yacimientos submarinos de gas, sin olvidar la intervención en la guerra civil libia, las recurrentes idas y vueltas con Israel y sus políticas extorsionistas en relación a las migraciones con la UE., sin dejar de lado sus cortocircuitos con los EE.UU., lo que deriva que Turquía camine al filo de peligrosas crisis.

 

Por lo reseñado, es que por primera vez Erdogan no haya logrado reafirmar su poder en la 1ra. vuelta de las elecciones del pasado 14 del actual, aunque logró el 49,42%, lo que demuestra que el pte. turco no está tan débil, como equivocadamente marcaban las encuestas, que al parecer se dejaron llevar por algunos factores, como ser el efecto del desgaste en el poder, o la crisis económica, o que esta vez se presentaba una coalición sólida de los partidos de la oposición.

 

En cuanto a la oposición, que obtuvo el 45% de los sufragios, está liderada por el social demócrata Kemal Kilicdaroglu, de 74 años,  del partido Popular Republicano o CHP, con un programa pro-laico y pro-occidental, pero que para muchos no era el candidato ideal para pelearle las elecciones a Erdogan, pues la figura que reúne una mayor convocatoria y con gran carisma es el actual alcalde de Estambul, Ekrem Imanoglu, de 54 años, del mismo partido de Kilicdaroglu, pero sobre quién pesa una condena a prisión de 2 años por insultar a un juez, sentencia que está en apelación y que se considera obviamente, que el incidente tuvo motivaciones políticas y electorales.

 

Pero no hay que olvidar al tercer candidato, Sinan Ogan,  político de 55 años, líder del partido Acción Nacionalista, que representa el ultra-nacionalismo, que obtuvo el 5% de los votos, y es poco o nada probable, que sus votantes apoyen a Kilicdaroglu en la 2da. vuelta, pues en la visión de Ogan, exige dos medidas que el social demócrata difícilmente aceptaría, una es la expulsión de 4 millones de refugiados y la otra es, romper la alianza con los kurdos, por lo que no sería extraño que los votantes del ultranacionalista se vuelquen a apoyar a Erdogan el próximo 28 de mayo.

 

Ahora bien, otro aspecto que no hay que dejar pasar, es que estas elecciones no sólo se elige al presidente, sino que también abarcó a las bancas en el parlamento, como asimismo, se eligeieron alcaldes municipales, miembros de consejos provinciales y muhtas o autoridad máxima en aldeas y que son independientes a los partidos políticos.

 

Y estas elecciones del pasado domingo, en el ámbito legislativo, le han dado a Erdogan y sus aliados una mayoría, que hará prácticamente imposible que algunas de las promesas del líder opositor Kilicdaroglu, en caso que gane la 2da. vuelta, se pueden materializar, como por ejemplo, la reforma constitucional y el recorte a las facultades del presidencialismo, algo muy distinto si gana el actual presidente, pues contará con al menos el 50% de las bancas a su favor.

 

En cuanto al desarrollo de los comicios del domingo, que si bien no hubo un control absoluto ni denuncias de fraude masivo, según observadores de la OSCE, el sistema electoral turco muestran algunos distritos con retrasos en los conteos, que algunos lo ven como una táctica del AKP para generar el rumor que la caída, por primera vez por debajo del 50%  de Erdogan, es algo sospechoso, buscando instalar la idea que el porcentaje perdido sería un especie de “golpe de estado”, orquestado por potencias extranjeras, lo que se suma a una verdadera campaña sucia que arremete contra el líder opositor, a tavés de fake news, que muestran su cercanía al líder del PKK, el kurdo Murat Karayilán, y en la orquestación de esta campaña de falsas noticias no estaría ajena la mano de Moscú.

 

Es así, que el mapa electoral nos muestra que el interior es todo de Erdogan, a excepción de la provincia de Tunceli, región natal del líder opositor Kilicdaroglu, mientras que la oposición se impone en las regiones costeras, en las kurdas  y en las dos grandes ciudades, Estambul y Ankara, con alcaldes opositores.

 

Sin embargo, el caudal de votos obtenidos por Erdogan, algo no esperado, sólo se explica por el populismo islamista que apoya incondicionalmente al presidente, a quién se lo ve como el único que puede recuperar las pérdidas producidas por el terremoto, tanto humanas, aproximadamente unos 50 mil muertos, como en infraestructuras y viviendas, pero que en realidad, el gran responsable es Erdogan por una política inmobiliaria poco eficaz en el control de las construcciones de edificios, sin la debida preparación antisísmica.

 

También otra explicación de lo ocurrido el domingo, teniendo en cuentra la crisis económica, que es acuciante, con una inflación que según datos oficiales supera el 43%, pero que un informe de una consultora independiente del Instituto Elcano, de España, es del 112,5%, sumado a una moneda, la lira turca, que viene depreciándose año tras año, es que esto, no es sufrido por la diáspora, donde Erdogan ganó contundentemente.

 

En este escenario de cara a la 2da. vuelta, el próximo 28 de mayo, Erdogan consolidará su alianza con los sectores islamistas y ultranacionalistas, estos últimos, prácticamente tienen la llave de su probable triunfo, en contra posición a la izquierda nacionalista kurda que no fue lo suficiente para llevar a Kilicdaroglu a una victoria en 1ra. vuelta, y por supuesto, el presidente turco en su campaña apuntó a reafirmar la identidad turca y arremeter contra los kurdos y su accionar terrorista, enfatizando la cuestión seguridad, sin olvidar que también ha apuntado contra los alevíes.

 

Finalizando la columna de hoy, las conclusiones son, el resultado definitivo de las elecciones, en 2da. vuelta, no sólo afectará a Turquía, sino también tendrá fuertes implicancias geopolíticas para Europa, para el Oriente Medio  y el litoral africano del Mediterráneo, sin olvidar los señalados cortocircuitos con los EE.UU., y ese es el dilema de la Gran Puerta, que se develará el 28 de este mes, si se abrirá hacia Occidente con aires laicos y menos islamista, una remake del kemalismo o se reafirmará el Neo-otomanismo y el populismo autócrata e islámico, por eso la frase elegida es de Henry Kissinger, que dijo, “La historia es la memoria de los Estados…”

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