La trastienda del conflicto sudanés
En la columna de febrero del año ppdo., se abordó el tema de la tercerización del poder militar en la geopolítica de Rusia, el ejemplo más conocido es el Grupo Wagner, la versión rusa de la empresa estadounidense ex Black Water ahora, Academy, que actuó en Afganistán e Irak, o la británica G4S Secure Solutions, a las que se las clasifica con el eufemismo, “proveedores de servicios de defensa” o simplemente, “empresas militares privadas”, pero volviendo al Grupo Wagner, está presente a nivel global en donde Moscú tiene intereses y objetivos geopolíticos, como en la actual guerra en Ucrania, en Siria y especialmente en África, Libia, Madagascar, Mali, Mozambique, República Centroafricana y también en el actual conflicto en Sudán.
Sudán está ubicado en el noreste del África, limita con Egipto, Eritrea, Etiopía, Sudán del Sur y República Centroafricana, es uno de los 54 países que integran ese continente, su capital es Jartum, y sintéticamente, en el 2011 tras un referéndum se divide el estado sudanés original en dos, el norte de mayoría musulmán y pro-árabe y el sur animista, por lo que Sudán, hasta el 2019 era una república federal representativa y presidencialista, aunque en la realidad era una autocracia dominada por el partido Congreso Nacional, en el poder desde 1996. En abril de ese año, las FF.AA. derrocan al presidente Omar Al Bashir, instaurándose una dictadura militar, y en octubre del 2021, se produce un golpe de estado interno y se disuelve el Consejo Soberano y se arresta al 1er. ministro Abadlla Hamdok, y junto a las milicias árabes Janjaweed intervienen en el conflicto de Darfur.
Ahora bien, desde el golpe de estado ya señalado, asume de facto Abdelfatah Al Burham, quién introdujo reformas que contemplaban la abolición de leyes discriminatorias hacia las mujeres y minorías, descriminalizó la apostasía, se derogó la pena de muerte para los homosexuales, se penó la mutilación femenina, y en el marco internacional se entregó a Omar Al Bashir a la Corte Penal Internacional reclamado por crímenes de guerra, genocidio y lesa humanidad perpetrados en el conflicto de Darfur, y también se firmaron los Acuerdos de Abraham, con lo que se establecieron las relaciones diplomáticas con el Estado de Israel.
Pero, a mediados del mes de abril ppdo., estalló el enfrentamiento entre las FF.AA. sudanesas y las RSF o Fuerzas de Apoyo Rápido, las que son consideradas como “rebeldes”, y se han librado violentos combates por el control de los aeropuertos de Jartum y Merowe, y otras regiones que han ocasionado miles de muertos y desplazados a lo largo y ancho de Sudán.
Las RSF tienen sus orígenes en las milicias árabes Janjaweed, que como se señaló, actuaron violentamente durante el conflicto en Darfur, como fuerza paramilitar del gobierno de Jartum, y en el 2013 pasaron a tomar la actual denominación, su líder es el general Mohamed Hamdan Dagalo (a) Hemedti. Sus actividades no se han limitado sólo a las regiones de Darfur, Kordofán del Norte y del Sur, sino que también han intervenido en la guerra civil en Yemen desde el 2015 al presente, y a partir del 2019 en Libia apoyando al Ejército Nacional Libio liderado por el general Jalifa Hafter, que disputa el poder al gobierno del Acuerdo Nacional, que es reconocido internacionalmente como la autoridad legítima de Libia.
Entre quienes apoyan a las RSF, además del citado Ejército Nacional Libio, se encuentran actores estatales como ser, Etiopía, E.A.U., y Rusia, en este caso lo hace principalmente a través del Grupo Wagner, el que ha proporcionado instrucción, equipamiento y armamento como, vehículos blindados y helicópteros de combate, incluso fue responsable de la custodia del general Hemedti durante su visita a Moscú en el 2018.
La conexión con el Grupo Wagner, ha sido documentada en informes de los servicios de inteligencia, tanto occidentales como árabes, e incluso fue presentado a través del canal de televisión Al Araby, y ratifica como esta fuerza mercenaria liderada por Yevgeny Prigozhin, actúa como brazo armado paramilitar del Kremlin en aquellos conflictos o regiones donde Rusia está involucrada o tiene intereses estratégicos.
Es así, que en la República Centroafricana hay cerca de 1.900 efectivos de la Wagner, que además de tareas de instrucción, combaten junto a las fuerzas gubernamentales en el conflicto armado que vive ese país, en el que ha perdido influencia Francia, y lo mismo ocurre en la República de Mali, donde la junta militar en el poder expulsó en el 2020 al embajador galo Joel Meyer, una situación que ha sido reconocida por el canciller francés Jean Yves Le Drian, quién además denunció el saqueo de recursos naturales, que en el caso del primer país citado, posee importantes reservas de uranio en la región de Bakouma, yacimientos de petróleo en Vakaga, además de oro, diamantes y madera, mientras que en el segundo, se repiten las reservas de uranio, yacimientos de oro y sal, y en ambos países, observadores internacionales han acusado a los miembros de la Wagner, de graves violaciones a los DD.HH..
En cuanto a la guerra civil en Libia, además de lo señalado, el apoyo al Ejercito Nacional Libio, se calcula que al presente hay unos 1200 efectivos de la Wagner, que llegó a tener 2500 antes de la invasión rusa a Ucrania, y recordemos que el país norafricano tiene una ubicación estratégica en el litoral del Mediterráneo, con proyección tanto a la cuenca oriental como occidental, además es la 5ta. economía de África, en el que el 95% de sus exportaciones la constituye el petróleo, que se traduce en el 25% del PBI, y también posee yacimientos de potasio, sal y depósitos de yeso, todos recursos de interés estratégico en la visión geopolítica de Rusia en el continente africano.
Ahora bien, ¿ por que Sudán es un país clave para Moscú en África?, la importancia del país africano para el Kremlin, no es nueva, ya en el 2017, en la reunión en Sochi, el entonces dictador sudanés Omar Al Bashir y el pte. Vladimir Putin, acordaron el inicio de una fase de cooperación que se materializó con las concesiones para la explotación de las minas de oro a la empresa rusa M-Invest, controlada por Prigozhin, por lo que la seguridad recayó en la Wagner, es decir, la presencia de esta empresa militar privada se remonta a tiempos de Al Bashir, quién le prometió al pte. Putin, que Sudán serviría a Rusia como la “llave para África”, sin embargo, no pudo evitar que en el 2019 fuera derrocado el dictador sudanés.
En síntesis, Sudán para Moscú es particularmente importante, por los ya mencionados yacimientos de uranio, pero también de manganeso y silicio, minerales estratégicos, además en medio del conflicto, han salido del aeropuerto de Jartum, más de una docena de aviones con destino Rusia, cargados de oro, se estiman unas 33 Tn., por un valor cercano a los € 2000 millones, un oro que está exento de las sanciones occidentales, y más allá de la obtención de RR.NN., también lo que busca Rusia es, la conformación de una alianza antioccidental, que se instrumenta a partir de la invasión a Crimea en el 2014, y sin olvidar, la perspectiva de una estratégica base naval en el Mar Rojo, el puerto Port Sudán, que estaba proyectada para fines de este año, y lo que preocupa a Moscú es, que antes de estallar el conflicto entre las dos facciones sudanesas, el Grupo Wagner tenía vínculos con ambas partes, y mientras Rusia niega que la empresa militar privada auxilia a los rebeldes del RSF, desde Libia, habría recibido la ayuda del líder Jalifa Hafter, que es apoyado por Moscú a través de la Wagner, quizás como se diría en lenguaje del café, Rusia “juega a dos bandas”, un peligroso juego.
Lo cierto es, que en la región Subsahariana hay una estrategia del Kremlin, primero los funcionarios rusos acuerdan con las autoridades locales el uso de puertos y aeropuertos, que justifiquen el arribo de elementos de la Wagner, en principio como contratistas privados, darán servicios de protección y entrenamiento, bajo la cobertura de Acuerdos de Asistencia y Asesoramiento, para luego ocuparse de asegurar los intereses rusos en la explotación de RR.NN., en particular estratégicos, u objetivos con proyección militar, como es la mencionada base naval en Sudán sobre el Mar Rojo, finalmente a través de la diplomacia y Acuerdos de defensa, concretar alianzas estratégicas, y en los casos de conflictos híbridos y asimétricos, Rusia puede intervenir de forma indirecta, para evitar crisis diplomáticas, algo que hizo con la Wagner desde el 2013 en la región del Donbás, Ucrania, apoyando a las fuerzas pro-rusas, de manera de estar evitando violar el Derecho Internacional, algo que si hizo al invadir en febrero del año pasado, un país soberano.
Finalizando la columna, las conclusiones son: 1) el Grupo Wagner es más que una empresa militar privada, posee una rama en el sector de la Internet, que en el 2018, esa “granja de trolls” interfirió en la campaña electoral de los EE.UU., como también está presente en Latinoamérica, en Venezuela desde el 2017 asesorando a las fuerzas bolivarianas y brindando seguridad personal al dictador Nicolás Maduro, y lo mismo sucede en la Nicaragua de Daniel Ortega, 2) En la visión geopolítica de Vladimir Putin, la tercerización militar es un instrumento estratégico para logar sus objetivos y asegurarse sus intereses, algo que en su momento quedó evidenciado en las guerras civiles en Libia, en Siria, también en el último conflicto en Nagorno Karabaj, entre Armenia y Azerbaiyán, y ahora en Sudán, 3) con respecto a este conflicto, en la columna pasada se señaló que se había incrementado el tráfico ilegal de armas en Ucrania, aprovechando la masiva provisión de armamento proveniente de miembros de la OTAN, y tienen como destino Sudán a través del mercado negro, abasteciendo a ambos bandos en pugna, y 4) es evidente que sea en Europa o en África, asistimos a un enfrentamiento directo e indirecto entre Rusia y EE.UU.-OTAN, así que la frase de cierre elegida es, “quién este libre de pecado que arroje la primera piedra”.
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