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El cataclismo en Brasilia

Ricardo López Göttig

El domingo 8 de enero observamos cómo más de mil manifestantes invadieron las sedes de los tres poderes del Estado brasileño, en su capital, exigiendo una intervención militar para deponer al presidente Lula, a la vez que vandalizaron los edificios. Partidarios del expresidente Jair Bolsonaro imitaron a la turba que, un 6 de enero pero de 2021, intentó impedir la proclamación de Joe Biden como el sucesor de Donald Trump en la presidencia de los Estados Unidos. Más allá de la sintonía de estilos de Trump y Bolsonaro, y de cómo los partidarios del expresidente brasileño también se aferraron al discurso de cuestionar la legitimidad del proceso electoral, lo cierto es que se trata de un fenómeno que está lejos de circunscribirse a una sola corriente ideológica.

De sur a norte, de este a oeste del continente americano, se está propagando el recurso a atacar a las instituciones republicanas, ya sea los poderes legislativos o la Corte Suprema, en nombre de una voluntad popular que se habría expresado en las urnas a favor de un presidente, o bien que fue burlada en un fraude electoral. La entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner, en diciembre de 2015, elaboró una serie de excusas para no entregar la banda presidencial a su sucesor Mauricio Macri, por lo que el senador Federico Pinedo ocupó durante doce horas la primera magistratura. Hace pocas semanas atrás, Pedro Castillo, como presidente de Perú, decretó el cierre del Congreso de su país y anunció que gobernaría sin necesidad del Poder Legislativo, lo que llevó a su deposición y a que asumiera la vicepresidente Dina Boluarte. Y a todo esto, cabe añadir el enfrentamiento del actual presidente argentino con la Corte Suprema de Justicia.

En la situación de vandalismo masivo que ocurrió en Brasilia, son muchos los interrogantes: ¿hasta dónde fue organizado y alentado por el expresidente Bolsonaro, que viajó a los Estados Unidos para estar ausente en la asunción de su rival y sucesor? ¿Cuánto se sabía sobre este posible desenlace? Porque hubo una desprotección irresponsable de los edificios gubernamentales, por lo que es difícil calibrar cuánto hubo de negligencia y de complicidad, y cuánto de desborde a pesar de los deseos de los actores involucrados.

El Estado de Derecho, que es el gobierno de las leyes, precisa de una ciudadanía y actores políticos y sociales que crean en el respeto de las normas básicas. Esto es lo que se está erosionando en las democracias de una región que precisa estabilidad institucional, seguridad jurídica y que permanece lejana a los grandes conflictos bélicos de otras latitudes.

Ricardo López Göttig

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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