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Horrores de la guerra en Ucrania

Ricardo López Göttig

Como consecuencia de la contraofensiva ucraniana y la recuperación de la ciudad de Izium, en el noreste del país, se han descubierto fosas en las que fueron enterradas más de cuatrocientos personas, algunas de ellas maniatadas en la espalda o con sogas al cuello: mujeres, hombres, niños, ancianos, muy probablemente con mayoría de civiles. Tal como ocurrió con Bucha, en donde también fueron hallados cadáveres enterrados o en las calles, el gobierno de Rusia –y sus medios oficiales de comunicación- niega la autoría y hasta sostiene que se trata de una escenificación. La exhumación de los cuerpos, el peritaje de los forenses y el esclarecimiento de los hechos, permitirá conocer si estamos –una vez más- ante crímenes de guerra, aun cuando estos ya están tipificados en el derecho internacional público.

Vladímir Putin y su gobierno intentan proyectar la idea de que la vida sigue sin alteraciones en Rusia, a pesar de la retirada de sus fuerzas de la región de Járkiv, y de que prosiguen los combates en torno a Jersón, en el sur de Ucrania. En la reciente reunión de la Organización para la Cooperación de Shangai, el primer ministro indio Narendra Modi le sugirió a Putin que cesara con la invasión a Ucrania, en un ámbito en el que el mandatario ruso esperaba encontrar más apoyos. Y es que su ejército está mostrando fragilidad frente a vecinos que observan con sumo interés el escenario bélico, y cómo se despliega la fuerza rusa. Esta urgencia por retomar la ofensiva y, simultáneamente, mantener la calma en la propia población rusa, lo llevan a recurrir a fuerzas irregulares, a las milicias mal entrenadas de Lugansk y Donetsk, y a la compañía de mercenarios Wagner, que ahora recluta presos para enviarlos al frente de guerra. La falta de disciplina, entrenamiento y motivación de estos reclutados, además de nuevas escenas de pillaje desesperado y crímenes, provocará una mayor desmoralización de los soldados profesionales que están combatiendo. A nadie le gusta admitir y comprobar que su propio país está llevando adelante una guerra cruel, injusta y plagada de crímenes. No sólo será inefectiva frente al ejército ucraniano, que se está entrenando desde hace meses con altos estándares con oficiales de la OTAN, sino también contraproducente, con lo cual es previsible que se hunda todavía más en el fango de su propia invasión. Está apostando al cansancio, hartazgo y temor a la crisis energética en Europa occidental, durante el invierno boreal.

Vladímir Vladimírovich Putin ha entrado en el laberinto suponiendo que sería un simple paseo, y ahora no atina a encontrar la salida.

Por Ricardo López Göttig

 

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