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Una lectura a la última crisis Serbo-Kosovar

En el año 1389, en la península Balcánica, en la región de Kosovo se libró la decisiva batalla de Kosovo Polje, en la que los turcos otomanos derrotaron a los serbios, que sin embargo, opusieron una fuerte resistencia hasta que en el 1459, con la toma de Smederevo, ubicada al este de la actual ciudad de Belgrado, el Imperio Otomano consolidó su hegemonía sobre Serbia, que se prolongó por casi cuatro siglos, hasta que en 1817, con la ayuda del Imperio Zarista, alcanzó primero el status de Principado con su propia Asamblea, pero bajo la soberanía del Sultán. Más tarde, tras la guerra ruso-turca, 1828/1829, y con la firma del Tratado de Andrianópolis, Serbia obtuvo mayor autonomía, y le siguió un período de luchas intestinas entre las dinastías Obrenovic y Karageorgevic, hasta que nuevamente, tras una nueva guerra entre los imperios zarista y otomano en 1877/1878, y con Serbia aliada a los rusos, derrotaron finalmente a las fuerzas del Sultán, y en ese año 1878, el Congreso de Berlín reconoció la independencia serbia, aunque con los  Obrenovic, se volvió dependiente del Imperio Austrohúngaro.

Sin embargo, a principios del Siglo XX, las relaciones entre ambos actores se fue deteriorando por cuestiones aduaneras, pero la crisis fue escalando cuando Viena anexionó Bosnia-Herzegovina, en ese contexto estallaron las llamadas Guerras Balcánicas, en las que Serbia se favoreció expandiéndose y ocupando Macedonia, Novi Pazar y Kosovo, a lo que se sumó luego el nacionalismo bosnio alimentado por los serbios que llevó al atentado mortal contra el archiduque Francisco Fernando, heredero al trono imperial, y su esposa, en Sarajevo, la consecuencia fue el ultimátum de Viena a Belgrado y luego, el estallido de la Primera Guerra Mundial, y al finalizar esta en 1918, se conformará once años después, el Reino de Yugoslavia bajo la corona de Alejandro Karageorgevic, que comprendía los territorios de Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y Serbia.

Ahora bien, durante la Segundo Conflicto Mundial, Yugoslavia fue ocupada por la Alemania nazi, que se enfrentó a la tenaz resistencia de las fuerzas partisanas lideradas por Josip Broz Tito, militar y político comunista que tras el fin del conflicto, fue el arquitecto de la moderna República Federal Socialista de Yugoslavia, distanciándose de la órbita de Moscú y uno de los artífices del Movimiento de No Alineados en 1955, y mientras  gobernó hasta su muerte en 1980, las distintas unidades estatales, Serbia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y Eslovenia, se mantuvieron unidas, luego sobrevino un proceso de desintegración, que a excepción del caso esloveno, el resto quedó inmerso en un largo, sangriento y complejo conflicto armado, donde las limpiezas étnicas, los crímenes de guerra y de lesa humanidad fueron moneda corriente, en particular por parte de Serbia.

En el caso particular de Kosovo, hasta el Siglo XVIII estaba poblada mayoritariamente por serbios que escapaban de las persecuciones del que eran víctimas por parte de los otomanos, y ya para 1913, Serbia ocupó la región como consecuencia de la 2ª Guerra Balcánica, luego en 1918 al finalizar la 1ª Guerra Mundial formará parte de Yugoslavia con el status de “Provincia”, mientras que durante la 2ª Guerra Mundial, fue anexada a Albania por los italianos, pero tras concluir el conflicto volvió a la situación anterior.

Ya en etapa posguerra, las relaciones entre Albania y la Yugoslavia de Tito, se volvieron tensas y conflictivas, debido a la población albano-kosovar de Kosovo, que en 1968 pretendió ser considerada una república más, dentro de la Federación Yugoslava, y si bien no lo consiguió, por la Constitución de 1974, si se le concedieron ventajas políticas, económicas y culturales, por el caso, un parlamento local, pero las tensiones siguieron y fueron escalando y muchos serbios emigraron.

Con la muerte del Mariscal Tito, los nacionalismos hicieron eclosión, y en 1981, Kosovo solicitó nuevamente el status de República, lo que provocó una violenta represión del gobierno de Belgrado, y en 1988, con Slobodam Milosevic, como líder del Estado serbio, declaró el “Estado de Excepción” en la provincia, además de anular la autonomía kosovar que establecía la ya señalada Constitución del 74, y dos años más tarde, disuelve el parlamento y otras instituciones políticas y culturales kosovares, e inició una campaña de depuración étnica y de colonización de serbios que emigraban de Croacia y Bosnia, perpetrándose crímenes de guerra y de lesa humanidad, donde el componente religioso no estuvo ausente, cristianos contra musulmanes, pues los serbios son mayoritariamente cristianos ortodoxos, mientras la mayoría kosovar es musulmana.

Para 1991, a través de un referéndum clandestino, se declara la República de Kosovo, y como presidente a Ibrain Rugova, de perfil pacifista, sin embargo, cinco años después jóvenes kosovares forman el Ejercito de Liberación de Kosovo o UCK, con centros de entrenamiento en territorios albano y macedonio, iniciando acciones armadas, contando como una de sus principales fuentes financiamiento, las organizaciones narcotraficantes albanesas, además con el tiempo se apartan de los postulados de Rugova, que sólo buscaba la autonomía de la región, mientras que el UCK, pretendía la independencia, o en su defecto, formar parte de la Gran Albania.

En 1998, intervienen los EE.UU. proponiendo el mantenimiento de las fronteras yugoslavas y para Kosovo una autonomía a la altura de un Estado soberano, y un año más tarde, el 15 de marzo de 1999, el Grupo de Contacto, conformado por los EE.UU., el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Rusia, proponen, 1) elecciones libres en Kosovo bajo el control de la OSCE, 2) la continuación de los juicios por delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra y 3) la liberación de presos políticos, pero al mismo tiempo, Washington garantiza a los kosovares la constitución de un Protectorado bajo la tutela de la OTAN, que es rechazado por Serbia, lo que resultará en la intervención militar de la Alianza Atlántica, que fue rechazada por Moscú, aliada histórica y estrategica de Belgrado, esto es quizás el primer corto circuito significativo entre la Rusia pos-soviética y la OTAN.

Este conflicto, calificado como “Guerra Humanitaria”, en realidad buscaba consolidar los siguientes objetivos de Washington, 1) contener la alianza ruso-serbia, que se reflejaba en el terreno con la presencia de unos 100 mil combatientes rusos voluntarios, 2) reforzar la unidad de la OTAN en pos de los objetivos iniciales, pues Italia y Grecia, expresaban sus dudas sobre las operaciones militares, sin embargo, esta estrategia tenía sus puntos débiles, pues los políticos evaluaban al conflicto como breve y de fácil resolución, mientras que los estamentos militares tenían una visión opuesta, lo veían como largo y de difícil resolución, a lo que se suman los intereses de la administración demócrata de no entrar en operaciones terrestres que causarían bajas estadounidenses, y que se traduciría en un costo electoral para las elecciones generales del 2000, y finalmente lo que provocó, fue un apoyo masivo a Milosevic por parte de los serbios y favoreció la solución negociada por Rusia, y es así, que las operaciones finalizaron en junio de 1999, las que también causaron muertes de civiles o como se denomina, “daños colaterales”.

Terminadas las acciones militares, se conformó la KFOR, una fuerza de la OTAN bajo mandato de la ONU, con la misión de brindar la seguridad y la paz en Kosovo, que en el 2008 declaró su independencia, la que fue reconocido por 100 países, entre ellos los EE.UU., pero rechazada por Serbia y no reconocida por Rusia.

Hasta aquí, una apretada síntesis histórica de las complejas y conflictivas relaciones entre Serbia y Kosovo, ahora bien, en el presente escenario europeo con una guerra activa entre Rusia y Ucrania, ésta apoyada por la U.E. y armada por los EE.UU. y la OTAN, ¿Qué originan las tensiones actuales entre Serbia y Kosovo?, en principio se debe a que el gobierno de Pristina dejó de reconocer la validez de los documentos de identidad serbios para el cruce de la frontera común, al igual que las matrículas  de vehículos otorgadas por Belgrado, medidas que debían entrar en vigencia a principio de Agosto.

En ese escenario, el gobierno kosorvar acusó a sus pares serbios de instigar a la violencia con los bloqueos fronterizos e incluso el uso de armas de fuego, pero  las medidas adoptadas por Pristina se postergaron hasta el 1 de septiembre, siempre y cuando se normalizara la libre circulación de todas la carreteras en el norte de Kosovo.

Obviamente, ante la escalada entre las partes, intervinieron representantes europeos y el embajador estadounidense Jeffrey Hovenier, lo que fue agradecido por el 1er. ministro kosovar, Albin Kurti, mientras que su igual serbia, Ana Bmabic, declaró que su país no fue quién provocó la crisis, y que es una muestra más del maltrato dado a los ciudadanos serbios de la provincia, y un incumplimiento de los acuerdos internacionales, y que Serbia reclama la paz y la estabilidad de la región.

Demográficamente en el presente, el colectivo serbio es sólo del 3,4% de la población de Kosovo y habita en sectores cercanos a la frontera con Serbia, quienes utilizan documentos y patentes serbias, rechazando la autoridad del gobierno de Pristina, en un Kosovo en que el 91% se corresponde a la comunidad albano-kosovar.

Mientras tanto, se pusieron en alerta las fuerzas de la KFOR, un contingente de aproximadamente 3,770 soldados de la OTAN que bajo mandato de la ONU como ya se señaló, están emplazados en Kosovo, en vista de episodios, como lo sucedido el año pasado, en que cazas de la fuerza aérea serbia sobrevolaron la frontera común.

Finalmente, el 27 de agosto ppdo., los gobiernos serbio y kosovar alcanzaron un acuerdo con la mediación de la UE que solucionó la disputa sobre el reconocimiento mutuo de documentos de identidad y matrículas, tal como lo declaró el ministro de RR.EE. y Seguridad de la Unión, Joseph Borrell, junto al presidente serbio Aleksandar Vucic y el 1er ministro kosovar Albin Kurti, aunque este último, también ha manifestado, que detrás de la actitudes de Belgrado esta Moscú, que tiene, tanto en el gobierno de Vucic en Serbia como en el Orban en Hungría, a dos peones de su estrategia geopolítica para complicar la situación dentro del bloque europeo.

En las recientes negociaciones que arribaron a la solución señalada, también tuvo una activa participación el enviado de Bruselas, el eslovaco Mirolav Lajcak, quien fue el real mediador entre las partes, y que evitó que la fuerzas de la KFOR actuaran, lo que hubiera representado otro frente conflictivo para la OTAN, algo conveniente para Moscú, que recientemente advirtió a la Alianza, que Rusia protegerá sus intereses en el Ártico, por ser un área vital para sus intereses económicos y de seguridad, sin olvidar que desde mañana 1 de septiembre, y por el término de siete días,el Kremlin, junto a China, India y sus aliados, como ser varias ex repúblicas soviéticas, Siria, Mongolia y Nicaragua, ejercicios militares en territorio ruso de Lejano Oriente y en el Mar del Japón.

Finalizando la columna de hoy, algunas reflexiones, 1) los conflictos entre Serbia y Kosovo tienen raíces históricas, culturales, religiosas y geopolíticas, pero circunscribiéndonos al contexto del Siglo XXI, es indudable que las aspiraciones serbias sobre Kosovo, aunque irredentas, han sufrido un duro golpe con los fallos del Tribunal Penal Internacional de La Haya en relación a las sentencias condenatorias sobre líderes y militares serbios por los delitos de limpieza étnica cometidos durante el último conflicto, lo que dio un contexto de excepcionalidad y de justificación legal para el reconocimiento de la independencia de Kosovo, pero que evidentemente puede encasillarse como un conflicto “frizado”, que puede reactivarse en el actual contexto bélico que vive Europa, 2) tanto los medios de comunicación, en particular de los de EE.UU. y del Reino Unido, como la misma OTAN, señalan razones humanitarias y morales, que si bien las puede haber, los intereses estratégicos son, extender y fortificar la Alianza Atlántica y a la U.E. con un sólida estructura de economía de mercado para enfrentar las aspiraciones de la autocracia de la Rusia de Putín, pero también sabemos, que pese a ser argumentos respetables y legítimos, no son convincentes, pues las razones de una guerra, son políticas y no morales, no existen las “guerras humanitarias”, por eso recurriendo a Clausewitz, la frase final es, “…la guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realización de la misma por otros medios…”

 

Luis Fuensalida.

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