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Parashat Vayera

Resumen de la parashá:

– Los visitantes celestiales: Tres forasteros pasan junto a la tienda de Abraham, quien les ofrece su hospitalidad. Uno de estos hombres (que en reali-dad, eran ángeles enviados por D’s.) Le informa a Abraham que dentro de un año su esposa Sara daría a luz a un niño. También se le comunica a Abraham la inminente destrucción de Sedom y Amorá, ciuda-des célebres por su maldad. Preocupado por el destino de su sobrino Lot, que habitaba en Sedom, Abraham intercede por ella, y obtiene del Señor la promesa de que, si había al menos diez personas justas, la ciudad no sería destruida.

 

 La destrucción de Sedom y Amorá: Dos de los ángeles marchan a Sedom, y allí reciben la hospitalidad de Lot. Tras sufrir un intento de ataque por parte de los sedomitas, los ángeles le dicen a Lot que la ciudad será destruida, y lo sacan de allí junto a su esposa y sus dos hijas; asimismo, les advierten que no se den vuelta para mirar la destrucción de la urbe. Hashem derrama azufre y fuego sobre las ciudades de Sedom, Amorá y la planicie que las rodea. Pero la esposa de Lot des-obedece, y se da vuelta para contemplar la destrucción; como castigo, es convertida en una estatua de sal. Por su parte, Lot y sus hijas se van a vivir a una cueva. Ellas llegan a ser las progenitoras de dos niños llamados Amón y Moav, fundadores de los pueblos homónimos.

Abraham en Guerar. Pensando que Sara es la hermana de Abraham, Avimélej, rey de Guerar, se la lleva a su palacio, pero toda su corte es castiga-da con enfermedades. D’s se aparece a Avimelej en un sueño: le dice la verdad sobre Sara y le exige que se la devuelva a su esposo. Avilelej así lo hace; en tanto, Abraham ora por Avimelej y su corte, y D’s los sana.

– El nacimiento de Itzjak: En el tiempo en que Hashem lo había predicho, Abraham y Sara tienen un niño, al que llaman Itzjak (“risa”).

– La expulsión de Hagar e Ishmael: Notando que Ishmael (el hijo que Abraham había engendrado con su sierva Hagar) se burla del pequeño Itzjak, Sara le exige a Abraham que los aleje. D’s le dice al patriarca que siga el consejo de Sara, asegurándole también que Ishmael será bendecido con una gran descen-dencia. Hagar e Ishmael se van a vivir al desierto, y D’s los protege.

-El sacrificio de Itzjak: Hashem le ordena a Abraham que ofrezca a su hijo itzjak en sacrificio sobre uno de los montes de Moriá. Abraham cumple prestamente la orden, y emprende el viaje junto a su hijo, a quien le oculta el hecho de que será sacrificado. Al llegar a la montaña señalada, Abraham construye el altar, y ata en él a Itzjak. Cuando está por alzar el cuchillo, se oye una voz celestial diciendo “¡Abraham, Abraham! No extiendas tu mano sobre el joven … porque ya conozco que temes a D’s, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” . Abraham un carnero enredado encuentra los arbustos, y lo sacrifica en lugar de Itzjak. Hashem, nuevamente, le promete a Abraham que su descendencia será numerosa como las estrellas del cielo, y que en ella serán benditas todas las naciones de la tierra.

Comentario: A pesar de vivir en un mundo lleno de idolatrías, Abraham Abinu descubrió a su Creador. Al llegar a la adultez, su nombre ya era conocido por todos, por ser quien expresaba la creencia en un Ser Supremo bondadoso que exigía del ser humano imitar las cualidades del Todopoderoso.

El propio Abraham lo demostraba en la práctica al recibir huéspedes en su hogar, ayudando a los necesitados y, por sobre todo, acercándolos a la fe en Hashem. Mientras que en el mundo cruel en el que vivía, muchos padres sacrificaban a sus hijos a sus dioses, Abraham pregonaba que el verdadero D’s valora la vida humana.

Como vimos la semana pasada, muchas fueron las pruebas de Abraham. Pero en este caso, la prueba que se le presentó a Abraham fue totalmente diferente a las anteriores: tenía que perder en un instante lo que más había anhelado en su vida. Ciertamente, al ofrecer como holocausto a Itzjak no sólo perdía físicamente al hijo que había tenido en su ancianidad, sino que junto a ello contradecía todo lo que había enseñado y creído. ¿Qué dirían los conversos que él había educado con el concepto de que Hashem es bondadoso, y que rechaza los sacrificios humanos? ¿Cómo se formaría esa gran nación que Hashem le había prometido que saldría de su hijo Izjak?

¿Y qué podemos decir de Itzjak ? Ciertamente, no era un niño indefenso (muchos comentaristas sostienen que esto sucedió el año en que falleció Sara, por lo cual ya tendría 37 años de edad). Es cierto que Itzjak hizo el viaje pensando que iban a sacrificar a algún animal, pero cuando su anciano padre lo ató al altar, haciendo evidente que el sacrificado sería él, no opuso resistencia. Itzjak había sido educado sabiendo que el objetivo de la vida es cumplir con la voluntad de Hashem, y si para ello debía entregar su propia vida, estaba dispuesto a hacerlo con la misma presteza con la que su padre estaba preparado para inmolarlo.

Ya sabemos cómo terminó la historia … Padre e hijo regresaron felices no sólo porque Izjak se salvó de la muerte, sino con la alegría verdadera que otorga la aclaración de las dudas: el camino de Abraham durante toda su vida había sido el correcto; Izjak guiaría a los conversos después de la muerte de Abraham, y de él saldría el pueblo por medio del cual pueden benditas todas las naciones de la tierra.

Que la fe y la valentía que animaron las vidas de Abraham e Itzjak pueden ser de-mostradas en nuestras vidas, ahora y hasta que el Mashiaj venga.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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