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Crónica del boicot antijudío del 1º de abril 1933


A comienzos del año 1933 vivían en Alemania más de medio millón judíos, la gran mayoría de ellos estaban orgullosos de su condición alemana, había logrado ascender e integrarse a las clases media y alta de la sociedad, eran ciudadanos de un país el cual había producido a grandes escritores, científicos, músicos y artistas, y los judíos eran parte de ese mundo, de los 38 premios Nobel ganados por escritores y científicos alemanes, entre 1905 y 1936, 14 eran judíos; y más de 100.000 judíos alemanes habían servido en el ejército de su país durante la Primera Guerra Mundial, miles de ellos fueron condecorados por actos de heroísmo.
Durante los años de la República del Weimar, 1918-1933, vieron la luz y se consolidaron varios grupos y partidos políticos cuya plataforma electoral incluía la quita de los derechos otorgados a los judíos, abogaban por su expulsión del país, y la confiscación de sus bienes. Con el asenso de Adolf Hitler al cargo de Canciller alemán, el 30 de enero de 1933, se pusieron en práctica acciones tendientes a degradar y descalificar a los judíos, y de excluirlos de la sociedad alemana.
Con el nazismo en el poder, la acción anti judía se convirtió en un hecho cotidiano que impactó en las más diversas áreas del quehacer humano. Tales agresiones instigadas abiertamente desde el poder del estado nazi provocaron en las principales metrópolis del mundo manifestaciones judías contra los nazis. El 25 de marzo de 1933, Hermann Goering, miembro del gabinete, convocó a varios líderes judíos alemanes y les pidió que enviaran una delegación para persuadir a los dirigentes judíos en Londres y Estados Unidos de detener la propaganda anti-alemana sobre las agresiones cometidas contra los judíos en el país, de lo contrario, no podría garantizar la seguridad de los judíos en Alemania. El 27 de marzo, organizaciones judías llevaron a cabo multitudinarias manifestaciones masivas en varias ciudades, como la del Madison Square Garden de Nueva York.
El 28 de marzo, los líderes del Partido Nacionalsocialista se reunieron en la casa del ministro de Propaganda y Educación Popular, Josef Goebbels, y decidieron realizar un boicot contra los judíos. La operación fue dirigida por Julius Streicher, editor del periódico nazi Der Stürmer. Para ese día, se emitió una orden sobre la planificación e implementación de un ‘boicot organizado contra negocios judíos, bienes judíos, médicos judíos y abogados judíos’, bajo la responsabilidad de no dañar a personas inocentes pero causando el mayor daño posible a los judíos.
El 29 de marzo Hitler anunció oficialmente la realización del boicot a los negocios judíos, la fecha fijada fue el sábado 1° de abril de 1933. Un día previo, Hitler propuso posponerlo para el 4 de abril, para darle tiempo a los gobiernos de Gran Bretaña y Estados Unidos a declarar su oposición a la incitación judía contra Alemania, tal como lo hicieron. También la dirección de la Agencia Judía en Jerusalén, envió un telegrama a la oficina de Hitler, en el que le aseguraba que los judíos en Israel no habían declarado un boicot a Alemania. Finalmente la fecha no se postergó
En el día señalado, tropas nazis de la S.A. (Sturmabteilung) se pararon amenazantes frente a las grandes tiendas, comercios y oficinas de profesionales judíos. Pintaron la Estrella de David en miles de puertas y ventanas, acompañadas con lemas antisemitas. Por toda Alemania ocurrieron actos de violencia contra judíos y sus propiedades, la policía intervino en contadas ocasiones.
Las ciudades se llenaron de carteles donde se exaltaba, “Los judíos de todo el mundo quieren aniquilar a Alemania. ¡Pueblo Alemán! ¡Defiéndete! ¡No le compres a los judíos!”, “los judíos son nuestra desgracia”, “judíos a Palestina”. Los periódicos se llenaron con fotos de los piquetes organizados por los miembros de la S.A. junto a ciudadanos alemanes que impedían el acceso del público a los negocios judíos.
El boicot terminó siendo un completo fracaso, fue limitado, duró menos de un día, unas 14 horas. Las razones fueron varias: los nazis se dieron cuenta que carecían de una definición clara a quién se considera judío a los efectos del boicot, y qué se entiende como comercio judío. Un negocio, una empresa, donde parcialmente uno de los dueños o parte de los accionistas eran judíos ¿se estaba en presencia de un negocio judío?, ¿A los conversos había que considerarlos judíos?
Además, surgieron dudas para el hombre común: los clientes se encontraban ante la disyuntiva de entrar o no al comercio al que habitualmente ingresaban, o el proveedor que tenía una clientela judía a la que no podía atender con el consiguiente perjuicio que le producía a su propia economía.
Otro factor del fracaso fue que los miembros de la SA desobedecieron el cumplimiento de las ordenes del boicot, muchos de ellos se emborracharon y abandonaron las tiendas de propiedad judía y usaron la violencia contra los transeúntes, sabiendo que no se debía usar la violencia contra las personas llamadas ‘inocentes’.
También, la reacción internacional al boicot fue intrascendente, Hitler entendió que atacar a los judíos no provocaba en los países centrales reacciones adversas. Para los nazis el boicot fue un comienzo auspicioso, una semana más tarde, el gobierno aprobó una ley que restringía el empleo del servicio civil a los no arios, que significó la expulsión de los funcionarios judíos de los cargos públicos. Desde el primer día del gobierno nazi la política anti judía era clara, estaba en marcha y sin obstáculos.

*Yehuda Krell es profesor de Historia Judía graduado en el Instituto Superior de Ciencias Judaicas, Bs. As., y profesor en Educación Judía con especialización en Historia Judía para niveles Medio y Terciario del Ministerio de Educación de la Argentina. Realizó estudios de posgrado en Israel.

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