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Roma y Jerusalem. II. El reinado de Herodes

Pero fue uno de los grandes reyes que vinculó a Judea al imperio romano procurándole bienestar económico al pueblo. Inicialmente la aristocracia judía lo rechazaba por considerarlo un rey impuesto por Roma; pero Herodes pronto encontró apoyo en la nobleza de Galilea e Idumea. Su ascendencia edomita dificultaba su aceptación, se lo veía como medio judío por su padre Antipatro de Idumea, que en el pasado había sido judaizado.

Al comienzo de su reinado tampoco le fue favorable la situación política exterior. Herodes dependía del emperador Antonio, que detentaba el poder absoluto en Oriente. En Egipto, la reina ptolomea Cleopatra mantenía una relación amorosa con Antonio de la que había tenido mellizos. Mientras Antonio buscaba por esa relación apoyo para sus campañas contra los partos, Cleopatra anhelaba reincorporar a su reino a Judea. De manera que la relación entre Antonio y Cleopatra fue siempre causa de temor para Herodes.
Herodes persiguió, mató y destruyó a todo aquel que se oponía a su gobierno. Acosó sin descanso a sus reales e imaginarios enemigos; primeramente Herodes hizo ejecutar a 45 miembros del Sanhedrín para obtener la voluntad de la institución parlamentaria en su favor. Limitó severamente los poderes del Sanhedrín y del Cohén Gadol (Sumo Sacerdote). Las intrigas de palacio lo llevaron a ordenar la ejecución política de sus más cercanos familiares, entre ellos, a los miembros de la casa jasmomea a quienes consideraba peligrosos: a Aristóbulo III, hermano de Miriam, por ser peligroso para su reinado; a su madre Alejandra, porque utilizó sus relaciones con Cleopatra para debilitar su reino; y a Hircano II, por ser el último jasmoneo que podía aspirar a su trono. Cuando Herodes debió justificar el asesinato de Aristóbulo ante Antonio, el emperador romano lo castigó concediéndole a Cleopatra algunos territorios de Judea, incluso zonas aledañas a Jericó y el derecho a explotar minerales del mar Muerto, lo cual debilitaba economía de Herodes.

Cuando el Senado le retiró el poder a Antonio y le declaro la guerra a Cleopatra, fue el fin de ambos. Al asumir Octaviano como emperador, Herodes cambió de bando, en Rodas depuso su corona ante Octaviano en señal de sumisión, quien lo confirmó en su mandato. Al poco tiempo logró que le fueran restituidos los territorios de Judea que Antonio le había otorgado a Cleopatra, además pudo anexionar otras ciudades. Los rumores de que Miriam había cometido adulterio y de que estaba implicada en un complot para asesinar a su esposo lo llevaron a ejecutar al presunto adúltero y a Miriam.
Así Herodes eliminó a todos sus opositores, consolidó sus relaciones con Roma y pudo sentirse señor absoluto en el país. El reino de Herodes se hizo parte del imperio romano, Judea se convirtió en una monarquía; para el emperador Octaviano el reino de Judea era un lugar de estabilidad, Herodes custodiaba en oriente los intereses romanos al ser su reino una barrera a los ataques al imperio.

En el periodo de bienestar Herodes se preocupó por construir grandes edificaciones. Las fortificaciones que habían construido en el pasado los jasmoneos: la Hircaniana (al suroriente de Jerusalén), la Alejandina (al norte de Jericó), el Maqueronte (al oriente del Mar Muerto) y la fortificación de Masada (al sur de Qumram), en parte fueron convertidas en lujosos palacios. Al sur de Jerusalén construyó la fortificación Herodiana, el palacio y los jardines de Jericó. Edificó o reconstruyó ciudades como Antipatris (en honor a su padre), Gaba (una ciudad ecuestre), convirtió un asentamiento fenicio en una ciudad costera a la que bautizó Cesarea (en honor al emperador) en la cual construyó un puerto, templo, plaza, teatro, hipódromo y acueducto. Hizo reconstruir a Samaria, poniéndole el nombre griego de Sebaste (el santificado) en honor al emperador Augusto. Pero la ciudad en donde más se construyó fue Jerusalén: teatro, hipódromo, el palacio herodiano y el templo. Transformó a la capital de Judea en la Roma de oriente.
Las artes que revelaron de manera más auténtica el carácter romano fueron la arquitectura y la escultura. Ambas eran monumentales y su propósito era simbolizar el poder y la grandeza. Se multiplicaban las cúpulas, las bóvedas, el arco de medio punto, las columnas corintias en la construcción de templos. Todo se hacía con gran fastuosidad. La economía del reino mejoró gracias a la construcción de acueductos, de sistemas de irrigación de los campos, y el desarrollo de la agricultura.

Pero a pesar de la prosperidad económica sus relaciones con el pueblo judío permanecieron tensas; hubo intentos de asesinarlo; estas malas relaciones sólo podían controlarse prohibiendo asambleas, espiando y oprimiendo a personalidades y dirigentes hebreos; en el año 20 a.c. obligó a los judíos a jurarle lealtad, a semejanza del juramento de lealtad al emperador. Varios sectores políticos y sociales se negaron.
Herodes fue un monarca helenista que orientó su dominio según el modelo de los palacios orientales; por eso le era difícil encontrar aceptación entre los fieles hebreos. Fundaba la legislación social en el sistema de derecho romano, no en la Torá, por lo tanto, el Sanedrín caía en la indiferencia. Mantuvo muy buenas relaciones con el poder romano, se ufanaba de los títulos “amigo de los romanos” y “amigo del cesar”. Esta lealtad le fue recompensada ampliándole el territorio de Galilea, y se hizo consejero del gobernador romano de Siria.
Pero al final de su gobierno mermaron las buenas relaciones con Roma por los problemas de su sucesión. Herodes murió en su palacio en el año 4 a.c., conflictos familiares sangrientos y criminales se desarrollaron a la hora de determinar a su sucesor. Las intrigas palaciegas y los asesinatos de familiares se multiplicaron. Se había casado diez veces con damas aristócratas o de su gran familia, de donde nacieron numerosos descendientes varones. Todos disputaban su trono. A su muerte, el reino de Judea, se partió en tres pequeños reinados que rápidamente fueron suprimidos por Roma.
El fastuoso reino de Herodes se convirtió después de su muerte en una “provincia imperial” romana de segundo grado, regida por un “procurador” designado por el emperador. En Judea se iniciaron tiempos de fragmentación social, se profundizaron las diferencias ideológicas de los distintos sectores sociales, y los movimientos políticos religiosos se polarizaron en diferentes ideologías extremas.

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