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¿Es posible una Gran Coalición en España?

Ricardo López Göttig

Las elecciones generales en España del 23 de julio tuvieron un resultado complejo para resolver: por un lado, el partido individualmente más votado fue el Popular, de centroderecha, liderado por Alberto Núñez Feijóo. Logró 137 bancas, siendo la primera minoría del parlamento español, pero esto lo ubica lejos de la mayoría de las 171 necesarias para gobernar en solitario. El PSOE, de Pedro Sánchez, actual presidente del Gobierno español, apenas sumó un escaño con 121, quedando como segunda alternativa.

Ambos precisan forjar coaliciones para formar gobierno, por lo que se abre el abanico de posibilidades. Al Partido Popular se le podría sumar VOX, una formación de tipo nacionalista con nostalgias por un franquismo imaginario y que despierta un gran rechazo en la mayoría de la ciudadanía, pero ni aun así le alcanza, incluso sumando otras expresiones localistas. El PSOE, en cambio, podría reeditar su variopinta alianza con la izquierda radical de Sumar, en donde se encuentran los populistas de Podemos e Izquierda Unida, pero tampoco le alcanzan los números. Debería incluir a agrupaciones abiertamente independentistas como Bildu o Junts per Catalunya, que quieren desmembrar al Estado español. Sus exigencias son un costo muy alto para tener una nueva legislatura por unos años, que además estarían marcadas por turbulencias políticas y económicas. La previsibilidad y estabilidad que se precisa para un clima favorable de negocios, inversiones y generación de empleos se desvanecería, con un presente incierto y esperando un futuro lejano.

En este contexto se abre la posibilidad, que va ganando terreno, de que se forme una Gran Coalición entre los dos grandes partidos históricos que se han venido alternando en el gobierno desde los últimos treinta años: populares y socialistas tienen coincidencias básicas sobre la democracia liberal, el Estado de Derecho, la unidad de España, la pertenencia a la Unión Europea y a la OTAN. Es claro que hay diferencias de políticas públicas, pero las turbulencias de los últimos diez años han ido desprestigiando a la política partidaria, abriendo las compuertas del hartazgo hacia formaciones radicalizadas en los extremos ideológicos y con aspiraciones de secesión. Por ahora, y aún es temprano para dirimir esta definición, la idea de la Gran Coalición –que se ha puesto en práctica en otras democracias parlamentarias europeas y, por tanto, recibiría el visto bueno de los socios de la Unión Europea- es un ensayo, una hipótesis, una aspiración. Ni siquiera han practicado este tipo de coaliciones de los dos grandes en las regiones autónomas, lo que hubiera posibilitado una práctica sana y una experiencia para el aprendizaje. Sería una señal de madurez cívica y una gran responsabilidad para delimitar responsabilidades, establecer mecanismos de diálogos, consensos y espacio para los disensos. Agosto, mes cálido en las latitudes boreales, se anticipa como una temporada estival extremadamente caldeada en negociaciones políticas en la Península Ibérica.

Ricardo López Göttig

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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