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Parashat Behukotai: Seamos garantes unos de otros

Radio Jai -Parashat Behukotai: Seamos garantes unos de otros

Rabino Yerahmiel Barylka

Este shabat finalizaremos la lectura del libro Vaikrá que contiene sorprendentes trazos de la vida religiosa y moral, en la búsqueda de las maneras de reafirmar la pureza y la santidad del pueblo de Israel.

Esta última parashá, tan cercana a Shavuot, incluye una de las secciones más dramáticas y más duras de toda la Torá a la que llamamos “Tojajá”, la advertencia de una serie de eventos cada vez más horribles: enfermedad, hambre, peste, guerra y exilio, descritos con sangrientos detalles.

Cuando la gente se encuentra con esas escenas desagradables y aterradoras, particularmente cuando coinciden de alguna manera con una situación real y concreta, reflexiona esperando recibir la misericordia anunciada también en la lectura.

Esto es lo que dijo rabí Elazar –en la guemará en Sucá 49 b- ¿Cuál es el significado de lo que está escrito: “Se te ha declarado, hombre, lo que es bueno, lo que .A. reclama de ti: tan sólo practicar la justicia, amar la piedad y caminar humildemente con tu Dios” (Mijá 6: 8)? “Practicar la justicia” es aplicar la ley-. “Amar la piedad” son los actos de guemilut jasadim que no se pueden traducir en un solo término que comprenda caridad, altruismo, beneficencia, filantropía, dadivosidad, benevolencia. “Caminar humildemente con tu Dios”; es trasladar a la sepultura a los indigentes, acompañar a una novia necesitada al dosel de su boda, actos que deben realizarse sin fanfarria.” La Guemará continúa: “¿Y estos asuntos no se infieren a fortiori? Si, con respecto a propósitos que tienden a llevarse a cabo en público, ya que muchos participan en funerales y bodas, pero la Torá dice: Camina humildemente, lo que se refiere a actos que tienden a realizarse en privado, por ejemplo, dar caridad y estudiar Torá,… que deberían llevarse a cabo discretamente”.

Rabí Yehoshúa ben Karjá dijo: “Una vez en la que estábamos sentados entre los árboles y el viento comenzó a soplar y golpeó las hojas una contra la otra – nos levantamos y corrimos, diciéndonos (a nosotros mismos): “¡Ay de nosotros si los jinetes nos alcanzan!” Después de un tiempo nos dimos vuelta y no encontramos a nadie allí, después de lo cual nos sentamos y lloramos, diciendo “¡Ay de nosotros, sobre quién se ha cumplido el versículo!”: “… el sonido de una hoja que se mueva los ahuyentará, y aun cuando nadie los persiga, huirán como quien huye de la espada, y caerán”… huirán cuando uno huye de la espada”- del susto -” y caerán aunque ninguno le persiga “- por la impotencia (Ib. 26:36).

El versículo siguiente dice: “Se atropellarán unos a otros, como delante de la espada, aunque nadie los persiga. No podréis teneros en pie en presencia de vuestros enemigos” (Vayikra 26:37). Interpretamos por la redacción vekashlú ish beajiv literalmente “un hombre tropezará con su hermano”. El talmud en Shevuot 39a explica que esto significa que tropezará, beavón ajiv, debido al pecado de su compañero. Esta es arevut la idea de que un judío es responsable [aval-garante] por los pecados de otro judío (Ib. 26:37)…

Cuando cada uno sea garante del otro, nadie huirá de los persecutores, porque estaremos con las manos estrechadas en una unión que nadie podrá separar. Así superaremos los intentos de fragmentación, y de enfrentamiento, animándonos en la esperanza. El profeta nos pide que: “Se ayuden unos a otros y mutuamente se den ánimo” (Yeshayahu 41:6).

La Torá nos brinda la posibilidad, que es un reto, de poder convertir las maldiciones en bendiciones, y las premoniciones de desastres en sanación, fortuna, suerte, y felicidad. Es cuestión de intentar recuperar la posibilidad de estrecharnos las manos, considerarnos mutuamente como iguales, unirnos y ser avales y responsables el uno del otro en los momentos difíciles.

Parece fácil, pero, muy a menudo percibimos que ello no se produce automáticamente sino que exige de un gran esfuerzo.

Los dilemas humanos

Nuestra parashá, la última del tercer libro del Pentateuco, comienza con promesas de abundancia ‘Si andan en Mis estatutos y guardan Mis mandamientos para ponerlos por obra, Yo les daré lluvias en su tiempo, de manera que la tierra dará sus productos y los árboles del campo darán su fruto. Ciertamente, su trilla les durará hasta la vendimia, y la vendimia hasta el tiempo de la siembra. Comerán, pues, su pan hasta que se sacien y habitarán seguros en su tierra. Daré también paz en la tierra, para que duerman sin que nadie los atemorice. Asimismo, eliminaré las fieras dañinas de su tierra, y no pasará espada por su tierra” (Vaikrá 26:3-6). Esta idea evoca la segunda parte de la lectura del Shemá (Devarim 11: 13-15) con pequeñas diferencias.

Es inocultable que estos versículos y los siguientes, nos colocan ante dilemas por la dificultad que tenemos de comprender su profunda inteligencia y nos enfrentan con preguntas que constantemente nos formulamos cuando vemos que personas buenas sufren desgracias son despedidos de sus trabajos, no tienen medios honorables para mantenerse o sufren enfermedades terminales.

Compartimos con muchas almas buenas que están enfermas, empobrecidas, abandonadas y perdidas y tendemos a hacer cálculos morales simples y casi matemáticos, para saber quién es el justo que debe ser recompensado y quién el malvado que debe ser castigado. Esa ecuación tan simple nos hace creer dioses que entendemos todo. Más de una persona de escasa fe, suele elevar en voz alta sus quejas, llegando incluso a cuestionar lo incuestionable y preguntándose por el incumplimiento de la Palabra.

Pero nuestros sabios no eran gente simple y no se apuraban a entender las palabras sólo textualmente. Estaban enterados que en nuestro mundo el sueño de la recompensa proporcional por ser buenos o malos no es más que una visión falsa o en el mejor de los casos distorsionada. Nuestras Escrituras atestiguan que la comprensión espiritual del misterio de la justicia de H’ era más sutil y etérea que la simple ecuación de la recompensa y del castigo. Nuestros sabios demuelen la explicación del quid pro quo -la acción de sustituir algún bien con otro o un intercambio de favores-. H’ no juega con nosotros al “toma y daca” de ‘te cumplo una mitzvá y Tú me quitas el sufrimiento’. Muchos de nuestros salmos expresan el dolor del bueno y piadoso y en definitiva buscan confortarlo.

Sabían, como sabemos, que la vida en este mundo no sigue reglas tan simples. Es de ingenuos leer los listados de bendiciones y de maldiciones como el que aparece en la porción de esta semana como descripción del mundo en el cual vivimos y tratar de ajustar la realidad al texto no comprendido. Mejor es verlo como una visión del mundo tal como debería ser.

Así compartiríamos la afirmación de la fe y la creencia de nuestros sabios en el momento futuro del tiempo donde H’ se manifestará en su plenitud y hasta podremos comprenderlo. Nuestros sabios entendían que la posibilidad de conocer Sus criterios de justicia podrá ser revelada únicamente en el futuro. Su mundo era, al igual que el nuestro, un lugar peligroso.

La tierra de Israel, fue y es una nación pequeña rodeada por enemigos. Su supervivencia económica dependía de las lluvias imprevisibles del invierno. La prosperidad, la salud y la longevidad eran y son para muchos sólo sueños efímeros. Pero, nunca se perdió la fe en un futuro seguro y justo.

No debemos entender las bendiciones y las maldiciones como los parámetros populares recompensa y castigo. Nuestros sabios, sabían que la vida y sus desafíos no podrían ser explicados tan simplemente. Las bendiciones y las maldiciones que leemos en la última parashá de Vaikrá, no son una descripción rígida de nuestro mundo sino la promesa cierta y segura de un futuro mejor y más justo.

Expresan en el estilo y el contexto de un código y la visión poética del Salmista que anuncia que un cierto día en el futuro toda la creación se regocijará cuando H’ decida gobernar la tierra, de manera visible para todos.

¿Quiénes son los que andan en los estatutos y guardan los mandamientos? ¿Qué es lo que hay que hacer para que las Escrituras se cumplan automáticamente?

Pocas son las personas que pueden llegar al ideal de cumplir con todas las mitzvot a partir de Beata, del amor, con todo su corazón, con sus almas, con sus recursos. Fue Rabí Shimón Bar Yojai quien pudo demostrar que cuando entró dentro de la cueva había llegado a un nivel espiritual tan alto, que no tuvo que preocuparse de cosas normales como la ganancia de un sustento o temer a los animales salvajes; él estaba en otro plano. Sin embargo, aprendemos de la guemará, que toda vez que grupos intentaron adoptar el acercamiento de R. Shimón fracasaron. Cada generación tiene algunos y muy contados individuos únicos que pueden tener éxito en una vida casi desprovista de las necesidades físicas. La gente normal cumple con las mitzvot regularmente, dedica la mayor parte de su tiempo a ganarse la vida, y encuentra aún algo de tiempo para el estudio de la Torá.

El Midrash Tan juma Miketz, 6, hace referencia al texto de la bendición de gracias después de los alimentos –el bircat hamazon- que es tomado de Tehilim 37:25 “Yo fui joven, y ya soy viejo, Y no he visto al justo desamparado, ni a su descendencia mendigando pan”. Texto que cantamos alegremente [y que más de una vez siento que debo decirlo en voz muy baja, casi en un susurro, cuando frente a mí hay tanta gente necesitada y me toca compartir la mesa con ellos que sí entienden y por su comprensión esas palabras son fuentes de dolor y de vergüenza] sin precisar exactamente el significado y que pareciera una consecuencia directa de nuestra parashá, diciendo que en toda generación hay por lo menos un justo o como lo afirma rabí Tanjum citando a Rabí Aja que por lo menos hay 30, y a ellos D-os fija su sustento. Aún cuando hay hambruna y sequía, tal como sucedió a Eliahu y antes con nuestros patriarcas.

Sobre el pasuk “Yo fui joven, y ya soy viejo, Y no he visto al justo desamparado, ni a su descendencia mendigando pan” he leído “Pese a que sus hijos limosnean por pan, no he visto a ese justo, que es su padre abandonando su respeto por el Santo Bendito”, que es otra característica de la altura espiritual.

Podríamos resumir diciendo que la posibilidad de llegar a ser justo-tzadik existe en todas las generaciones, pero, está reservada para muy pocos verdaderamente. Por ello, y pese a que somos rápidos para juzgar, debemos aceptar que en épocas en las que casi no hay tzadikim gmurim, tampoco hay reshaim gmurim [no hay ni justos plenos ni malvados absolutos] para que las maldiciones se cumplan sobre ellos, por lo que nuestras afirmaciones respecto al justo que le va mal y al malvado que le va bien, deben ser únicamente relativas.

Pero, no sólo no perdemos la esperanza de llegar a un tiempo ideal, sino que estamos completamente seguros que la promesa se hará realidad.

En ese entonces, cada letra de Bejukotay tendrá la aplicación textual que expresa.

Mientras tanto, recitemos fervorosamente el capítulo 96 de Tehilim: “Canten a H’ un cántico nuevo; canten a H’, habitantes de toda la tierra. Canten a H’, alaben su nombre; anuncien día tras día su victoria. Proclamen su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos. ¡Grande es H’ y digno de alabanza, más temible que todos los dioses! Todos los dioses de las naciones no son nada, pero H’ ha creado los cielos. El esplendor y la majestad son sus heraldos; hay poder y belleza en su santuario. Tributen a H’, pueblos todos, tributen a H’ la gloria y el poder. Tributen a H’ la gloria que merece su nombre; traigan sus ofrendas y entren en sus atrios. Póstrense ante H’ en la majestad de su santuario; ¡tiemble delante de él toda la tierra! Que se diga entre las naciones: « ¡H’ es rey!» Ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido. Él juzga a los pueblos con equidad. ¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra! ¡Brame el mar y todo lo que él contiene! ¡Canten alegres los campos y todo lo que hay en ellos! ¡Canten jubilosos todos los árboles del bosque! ¡Canten delante de H’, que ya viene! ¡Viene ya para juzgar la tierra! Y juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con fidelidad.”

Que ningún malvado en su corazón se haga ilusiones con la injusticia permanente.

Habrá justicia y alcanzaremos a verla, aunque no siempre tengamos la capacidad de comprenderla.

Jazak Jazak venitjazek.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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