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Lag BaOmer – La sabiduría de Rabi Akiva y su visión nacional

Celebramos en Lag BaÓmer – el 33 de la cuenta del Omer – la rebelión que el pueblo judío inició en el año 132 e.c. que condujo a los Benéi Israel a una corta pero gloriosa independencia del imperio opresor Romano (por tres años). Miles de fogatas a lo largo y lo ancho del Estado de Israel testimonian el espíritu de libertad de aquellos judíos que, ante la prohibición de mantener su judaísmo, iniciaron una guerra de guerrillas en otras fogatas nocturnas donde diseñaban la estrategia de guerra contra los agresores imperialistas.

Esta revuelta – una gran acción militar – contó con el liderazgo físico de Shimón Bar Kojvá[1], y espiritual de Rabi Akiva, el más grande sabio de la época y uno de los más extraordinarios sabios de la Mishná[2] (sino el más grande).

¿Cuál fue la grandeza de Rabi Akiva? No se trataba únicamente de su sabiduría académica; de su extraordinaria capacidad de transmitir los principios judaicos. Rabi Akiva fue un verdadero gigante como líder espiritual judío porque comprendió y transmitió a su generación y a las venideras cuáles debían ser los pilares de una sociedad sana; de una Nación desarrollada:

1. Un sistema legal establecido y conocido: para la época de Rabi Akiva, los Sabios de Israel (Jazal) habían desarrollado una fantástica y extensa jurisprudencia basada en los preceptos de la Torá, en forma de leyes (halajot) dispersas en las incontables horas de discusión rabínica. Rabi Akiva entendía que un pueblo, una Nación, necesitaba de un sistema legal claro, accesible a todos… y por ello compiló, por primera vez, una gran enciclopedia de la ley judía – la Mishná – categorizada según temas en 6 s’darim (órdenes), cada una conteniendo libros completos bajo una división lógica. Con ello, Rabi Akiva estableció la base de todo el sistema legal judío[3], acercando a la totalidad del pueblo judío a los principios destinados a la nación judía – pero sin demandarles erudición, popularizando el judaísmo y abriendo posibilidades para todos -.

2. Una autoridad espiritual nacional, junto a la libertad a nivel individual: Rabi Akiva era, posiblemente, el dirigente espiritual más amado del pueblo judío de su época. La tradición describe en decenas de miles la cantidad de sus alumnos y seguidores. No obstante, Rabi Akiva entendió que, a fines de lograr la unión espiritual nacional, era indispensable contar con una máxima autoridad en asuntos espirituales. Fue entonces que él, abierta y gustosamente, se vinculó con Raban Gamliel II, y le dio su apoyo como autoridad espiritual para el pueblo judío todo. Esto aplicaba exclusivamente al ámbito de lo público, ya que, desde lo privado, Rabi Akiva se permitió actuar de manera diferente a lo determinado por Raban Gamliel – la Nación bajo una visión compartida, el individuo desde su disenso instruido -.

3. La independencia nacional: Rabi Akiva apoyó la revuelta de Bar Kojvá, viendo en la guerra librada por el libertador judío tanto al designio divino de redención como a la real posibilidad de recobrar la independencia nacional perdida bajo el yugo romano con la destrucción del Segundo Templo (en el 70 e.c.). Rabi Akiva creía en la reconstrucción nacional judía como el ámbito ideal para la vida judía en su complitud. Entendía que el gobierno del pueblo judío debía estar en manos de sus propios líderes, y que la independencia se lograba con el establecimiento independiente de todas las instituciones que caracterizan al Poder Ejecutivo, secundado por la fuerza y la protección de un ejército nacional en las horas de necesidad.

Rabi Akiva fue un grande de nuestra historia porque supo vincular los temas centrales de nuestro ser y quehacer como pueblo: ley y justicia; filosofía y acción; libertad y disenso; individuo y Nación. Fue un verdadero líder espiritual porque tuvo siempre en su horizonte el bienestar presente y futuro del pueblo de Israel, sabiéndolo acompañar en sus horas más dolorosas, y soñando con un futuro mejor que devolviese la vida nacional de nuestro pueblo. Tarde, muy tarde, esa vida fue recuperada… y somos nosotros quienes tenemos la dicha y la bendición de disfrutar de ella – como si nunca la hubiésemos perdido.

Cuando los niños y jóvenes de Israel renueven las fogatas de la libertad ansiada y brevemente conseguida por Bar Kojvá, multiplicarán, con ello, la luz de Bar Kojvá y de los demás valientes libertadores que aspiraron a la libertad, y el mensaje de vida de Rabi Akiva, el gran visionario de la Nación judía – el mismo que creyó que “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”[4] es la más grande regla de la Torá –.

Que las luces de las fogatas de Lag BaÓmer iluminen nuestro presente de gloria y nuestro promisorio futuro, en nuestra recuperada independencia y libertad.

 

¡Lag BaÓmer Saméaj!

¡Jazak ve’ematz!

Rabino Carlos A. Tapiero
Vice-CEO & Director de Educación
Unión Mundial Macabi

 

[1] Cuyo verdadero nombre era Shimón bar Kosiva.
[2] Colección de 63 tratados de la ley oral judía – cuerpo exegético de leyes judías compiladas, que recoge y consolida la tradición oral judía desarrollada durante siglos desde los tiempos de la Torá escrita, y hasta su codificación a manos de Rabí Yehudá Hanasí, hacia finales del siglo II.
[3] La versión final de la Mishná fue sellada por Rabi Yehudá HaNasí (“el Príncipe”), a principios del siglo III e.c.
[4] Vaikrá (Levítico) XIX, 18.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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