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El día de la Madre – Rabino Yerahmiel Barylka

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Rabino Yerahmiel Barylka

Los judíos que habitan en los países de la dispersión festejan su “Día de la Madre” en la fecha de su país de residencia, uniéndose al día de la maternidad de sus vecinos.

Madres que residen en Israel, reciben los regalos del día según esas fechas. Y si tienen hijos que moran en distintos países, gozan de los mismos varias veces en el año.

Tener un día para festejar a las madres, tiene raíces culturales muy fuertes y diversas.

Los primeros antecedentes de una celebración por las “madres” lo encontramos en el neolítico, en la región de Anatolia y específicamente en Pesinunte y Pérgamo.

En el antiguo Egipto, festejaban a las diferentes diosas vinculadas a la fertilidad.  Las dos más reconocidas del panteón eran Hathor e Isis. Rea ocupaba este lugar en la antigua Grecia y Cibeles, en la Roma imperial.   El nombre Rea, la madre de los Dioses, significa ‘flujo [menstrual o del líquido amniótico]’ o ‘facilidad [en el parto]’.

En el caso de Mesoamérica, los mayas le rendían culto a Ixchel, diosa de la luna, el amor, la fertilidad y la gestación y los mexicas adoraban a Tonatzin —término con que se designaba a distintas deidades femeninas— que era “la madre de todo lo que existe”. En la cultura azteca, en donde una divinidad podía tener distintos nombres, se festejaba a Coatlicue, diosa de la fertilidad, que también recibía el nombre de Tonatzin.

El cristianismo siguió festejando la fecundidad mediante la figura de la virgen María. De hecho, la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre, fue durante mucho tiempo el día dedicado a la madre. Así lo estableció el papa Pío IX en 1854, aunque su culto se remonta muchos siglos atrás.

El origen del “Día de la Madre” moderno lo encontramos a principios del siglo XX cuando en 1905 murió la madre de Ann Reeves Jarvis, una activista por la paz.  Su hija Anna, celebró un homenaje a su madre en la Iglesia Metodista de San Andrés en Grafton, Virginia, aunque su campaña comenzó mucho antes.

No tengo espacio suficiente para traer más ejemplos de culturas primitivas. El común denominador de las festividades que no me costó mucho trabajo recopilar, es que tienen su origen en dioses paganos y en fechas significantes en las distintas religiones.

Ante ello, ¿se justifica que judíos marquen ese día al igual que otros?

Recuerdo cuando hace ya muchos años suprimí el festejo en la escuela que dirigía, y el llanto de una madre que me reclamó diciendo: “Esperaba el bus que traía a mi hijo del Kínder, y el pequeño bajó con las manos vacías, al tiempo que de otro colegio los niños bajaban cargados de regalos para las madres”. Ella, mujer inteligente sabía que esos “regalos” habías sido confeccionados por las preceptoras y sus auxiliares, que mientras las hacían odiaban esa tarea. Pero, para ella era un día sagrado. Ella no sabía que Ann Jarvis, la fundadora del Día de la Madre, se convirtió más tarde en una activa opositora al mismo. Jarvis se oponía a la comercialización de la fiesta. Creía que las empresas de tarjetas, dulces y flores explotaban la idea del Día de la Madre, promoviendo el beneficio en lugar del sentimiento genuino. Organizó boicots al Día de la Madre, e incluso amenazó con demandar a las empresas comercializadoras. Jarvis argumentaba que la gente debería apreciar y honrar a sus madres mediante cartas escritas a mano expresando su amor y gratitud, en lugar de comprar regalos y tarjetas prefabricadas. Protestó en una convención de fabricantes de dulces en Filadelfia en 1923 y fue arrestada en una reunión de Madres de Guerra americanas en 1925 mientras protestaba porque se lucraban con la venta de claveles para las madres.

Desde el punto de vista judío, siempre se ha hecho gran hincapié en honrar y respetar a la madre, y en cultivar y expresar un sincero aprecio, amor y afecto. Esto comienza con la presencia de Eva, la primera madre que lanzó la llegada de toda la vida humana al mundo. Continúa con las matriarcas -Sara, Rivka, Rajel y Lea-, cuya grandeza y pureza moral se nos ordena emular.  La Torá ordenó cultivar y mostrar estos sentimientos al decretar en los Diez Mandamientos el “Honra y respeta a tu madre”. En el judaísmo esto no se limita a un día en particular.   Debe cumplirse al máximo cada día durante toda la vida.

Por lo tanto, dada la comercialización del Día de la Madre, que no está de acuerdo con los valores judíos, y debido al hecho de que en el judaísmo “todos los días son el Día de la Madre”, no hay ninguna razón judía especial para celebrar un día especial.

En los últimos años, algunos han encontrado un sustituto al día consagrado por los idólatras paganos. Y es considerar que Rajel, la esposa de Yaakov como si fuera la madre universal que hay que festejar en su aniversario de fallecimiento.

Recordemos que Rajel sufrió la infertilidad durante años antes de ser madre, mientras que su hermana, Lea, dio a luz a Yaakov hijo tras hijo. Tal vez fue este mismo sufrimiento y la muerte tras el parto lo que le valió un mérito especial en nuestro folclore nacional.  Rajel se identificó con la Presencia residente de la Divinidad (la Shejiná), y con la madre espiritual que acompañó al pueblo judío al exilio y permaneció desconsolada hasta su regreso.

Obviamente Rajel es una figura muy destacada de nuestra cultura, pero, como judíos, no necesitamos crear un sustituto a una fiesta pagana, usando su historia para ello.

Es tiempo de comenzar a borrar de nuestro aniversario los días –hay otros como el día del amor-, los resabios paganos que todavía nos acompañan.

 

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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