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El ballotage en Francia, su resultado tendrá impacto no sólo en el país galo, sino también para la Eurozona.

Por Luis Fuensalida
El resultado de las elecciones presidenciales en Francia en su primera vuelta, era previsible y consecuente, tanto por lo realidad gala como por lo que se vive hoy en la eurozona, por eso no sorprende el ballotage del próximo 24 de abril, donde se medirán dos opciones opuestas, dos visiones distintas de entender la actualidad, Macron un destacado europeísta y Le Pen que privilegia la legislación francesa por sobre la europea y ferviente defensora de la soberanía nacional.

Vayamos por parte, el actual pte. Emmanuel Macron obtuvo 27.8% de los votos, mientras que Marine Le Pen alcanzó el 23.1%, algo parecido a lo ocurrido en la primera vuelta de las elecciones del 2017, que en el ballotage dio ganador a Macron con el 66% y lo consagró presidente.

Respecto a los otros candidatos, en relación a la elección del domingo ppdo., el tercer lugar fue para uno de los representantes de la izquierda francesa, Jean Luc Melenchon con el 22%, prácticamente el mismo caudal que obtuvo en las elecciones del 2017, en cuarto lugar se posicionó el ultraderechista y xenófobo periodista Eric Zemmour con el 6.8% y quinta fue la conservadora Valerie Pecresse.

Estos resultados muestran claramente la crisis por la que pasa la izquierda francesa, que no sólo ha quedado reflejado por las divisiones internas, sino también con una pésima elección, Fabien Roussel del PC, obtuvo el 2.4%, mientras que Anne Hidalgo del PS alcanzó el 1.9%, y los candidatos anticapitalistas Philippe Poutou y Natalie Arthaud, lograron el 0.8% y 0.6%, respectivamente, y por su parte, el representante del gaullismo, Nicolás Dupont apenas logró el 1.8%.

Este escenario, nos muestra una polarización entre el Centro y la Ultraderecha, con una declinación, por no decir el réquiem de los partidos tradicionales, pues desde la instauración de la 5ta. República en 1958, con la excepción de la presidencia del centrista Giscard d´Estaing, 1974-1981, los restantes mandatos se lo repartieron entre los socialistas Mitterrand y Hollande y los gaullistas Pompidou, Chirac y Sarkozy.

Ahora bien, de Emmanuel Macron, actual presidente de Francia, quien se ubicó primero, tanto en los sondeos previos como en el resultado de la primera vuelta, tiene 44 años, graduado en Filosofía en la Universidad de París con un doctorado en Ciencias Políticas, en sus inicios militó en el Partido Socialista, incluso fue ministro de economía durante la presidencia de Hollande, pero en el 2016 se alejó de la izquierda y formó su propia agrupación política centrista, La República en Marcha, y desde que asumió la presidencia en el 2017 ha debido enfrentar distintos eventos de tensión social, como ser, la reforma del Código de Trabajo, la ley de reforma de la Compañía de Ferrocarriles de Francia, el caso Benalla relacionado con un exceso de violencia sobre dos ciudadanos ejercida por el jefe de la seguridad presidencial y que no fue comunicado en tiempo y forma a la Fiscalía Nacional, y finalmente el Movimiento de los Chalecos Amarillos, que lo llevó a cambiar esa imagen que percibe, parte del francés común, de ser algo altanero y autosuficiente, que lo caracterizó los dos primeros años de su mandato, sin embargo, algo de esto se percibió en la campaña de estas últimas elecciones, donde eligió la estrategia de la indiferencia, sin debatir con ninguno de los otros candidatos, lo que ha revivido aquella imagen negativa que ve mucha gente, un clásico efecto en la psicología colectiva del pueblo, quizás porque Macron eligió reforzar la otra imagen, la de líder europeísta o de estadista en relación al conflicto ucraniano, pero a la mayoría de los franceses, si bien están en contra de la guerra o de la invasión rusa, consideran que eso no tiene nada que ver con la situación política y social que vive Francia.

Por su parte, Marine Le Pen, líder del Partido Agrupación Nacional, es hija del fundador del partido, antes denominado Frente Popular, Jean Marie Le Pen, y tiene 53 años, dos veces divorciada, madre de tres hijos, abogada, fue en su momento asesora jurídica de su padre y también miembro del parlamento francés y del europeo.

En el 2011, asumió la presidencia del Partido, le cambió su nombre y le imprimió una renovación alejándolo de la imagen ultraderechista y xenófoba que le había dado su padre a quién expulsó de la agrupación, al igual que a otros dirigentes catalogados de xenófobos o antisemitas.

Veamos cual es la visión de Marine Le Pen respecto a la política nacional e internacional, en relación a la primera, su discurso está dirigido particularmente a las clases populares que se siente defraudada por la izquierda, es así que quiere instrumentar subvenciones a las empresas que contraten a jóvenes, bajar la edad jubilatoria a los 60 años, para quienes hayan comenzado a trabajar antes de los 21 años, y los 62 años para quienes lo hicieron a partir de aquella edad, es también una férrea defensora de cuidar el poder adquisitivo, apoya la separación de la banca de inversión y la banca minorista, se opone a la privatización de los servicios públicos y la seguridad social, y en cuanto a lo social, tiene una posición equidistante entre la de los conservadores y los progres en cuanto a cuestiones sociales como el matrimonio de personas del mismo sexo, la reproducción asistida para parejas lesbianas y ya ha declarado que no dará marcha atrás a la cuestión del aborto incondicional, por otro lado, su posición es firme respecto a los inmigrantes, está en contra la inmigración ilegal, incluso con el cierre de las fronteras, sea para bienes, servicios y/o personas, si el Estado considera la posibilidad de alguna amenaza o para defender el interés nacional.

En cuanto a su visión en política internacional, tiene una postura más cercana a Donald Trump y a la visión proteccionista inglesa del Brexit, incluso habla de la posibilidad de un Frexit, en una palabra, si bien no es una “euro escéptica”, si es muy crítica de la gobernanza europea de Bruselas y en relación a la OTAN, tiene un actitud cercana al gaullismo, pues tiene una visión recelosa de Washington, es más, es partidaria de priorizar la OSCE – Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa-, es decir, un sistema de seguridad colectiva exclusivamente europea.

En cuanto a su posición respecto al actual conflicto ucraniano, hay que señalar que tiene una buena relación con el pte. ruso Vladimir Putin, el que le brindó ayuda financiera a la campaña de su partido, cuando fueron la elecciones del 2017, y por lo tanto, Le Pen se ha manifestado que no es partidaria de la diplomacia de las amenazas ni la diplomacia de las sanciones.

Es por esto, que el resultado de las elecciones del pasado domingo, es el mejor, historicamente, que ha obtenido la ultraderecha, lo que ha llevado al pte. Macron a exhortar a los votantes de la izquierda y a los conservadores, a respaldarlo para derrotar a Le Pen en la 2da. vuelta, aunque a diferencia de lo ocurrido en el 2017, su imagen está desgastada, mientras que la candidata derechista, hizo lo propio a los sectores que no votaron a Macron, a conservadores y a los de la izquierda, como así también, a ese amplio margen que eligió la abstención, y que apoyen su candidatura en el ballotage por una mejor justicia social y recomponer una Francia desgarrada por el golpe de la inflación en los precios de los combustibles, de la energía y de los bienes de primera necesidad, que se han sentido significativamente, en forma negativa, en los hogares de menores recursos, muchos de los cuales se han alineado tras las consignas de Le Pen.

Finalizando mi columna de hoy, por todo lo señalado, es que el resultado del ballotage del próximo 24 de abril, no sólo impactará en la realidad francesa, sino que también lo hará en otros actores de la Unión Europea, tanto en relación a Rusia como a la Comunidad Europea, y recordemos la visión euro escéptica de otros gobiernos, como Hungría y Serbia, sin olvidar que Francia es el único miembro de la eurozona en el Consejo de Seguridad de la ONU con poder de Veto, y el peligro para la misma Francia, esta en que este escenario puede agrandar la grieta o polarización entre estos dos sectores, el europeísmo progresista y el populismo nacionalista, que se puede agravar si ninguna de las partes acepta la victoria de una de ellas, por esto, como frase final me voy a valer precisamente de una dicha por Napoleón Bonaparte, “,,,sólo con la prudencia, la sabiduría y la destreza, se logran grandes fines y se superan obstáculos, sin estas cualidades nada tiene éxito…”

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