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Farhud, el comienzo del fin de la judería iraquí

Yehuda Krell

Mañana, 1° de junio, se cumplen 80 años del inicio de uno de los más terribles pogromos vividos en el último siglo en tierras árabes, puntualmente en Irak. Fue llamado ‘Farhud’, cuyo significado en lengua árabe es ‘saqueo’, o ‘robo’; un término que se aplica para definir las acciones de despojo violento.

Sucedió en los días 1 y el 2 de junio de 1941, en la ciudad de Bagdad, durante la festividad de Shavuot, la Fiesta de las Primicias. Durante esas dos jornadas fueron asesinados 179 judíos, cerca de 2.000 fueron heridos, más de 240 niños judíos quedaron huérfanos, 900 hogares fueron destruídos, 586 empresas propiedad de judíos fueron saqueadas, y el número de personas alcanzadas por los saqueos alcanzó a los 50.000. Las escenas fueron dantescas, decenas de muertos fueron sepultados en fosas comunes. Muchos llaman a estos trágicos días la ‘Kristallnacht’ de Bagdad.

Los hechos transcurrieron durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el gobierno del Reich alemán pretendía nazificar a la sociedad iraquí. Era una época signada por la inestabilidad y la turbulencia política, para las ambiciones de la Alemania nazi, posicionarse en Irak resultaba vital por su petroleo y su ubicación geopolítica.

Desde la finalización de la Gran Guerra y la instalación del mandato de Gran Bretaña en Irak, el país se tranformó en una preciada presa para las ambiciones de los imperios occidentales. En 1932 el país obtuvo su independencia con asistencia británica, pero la muerte de Faisal, el primer rey, provocó una caótica sucesión de gobernantes que generó una gran inestabilidad política. Eran días en que la sociedad iraquí estaba fracturada y convulcionada, se debatía en encarnizadas disputas entre los nacionalistas nazifascistas que apoyaban a los países del Eje y sectores de la sociedad que tendían a una postura pro-británica.

La grieta fue aprovechada por el embajador alemán en Bagdad, Fritz Grube, quien se ocupó en establecer lazos con la élite iraquí y desarrollar actividades nazifascistas y antisemitas en el país. Intelectuales y militares fueron invitados a visitar la Alemania de Hitler e importantes funcionarios del gobierno colaboraban con la penetración de material de propaganda antisemita.

A partir de estos hechos el país comenzó a nazificarse, surgieron movimientos fascistas de académicos y funcionarios locales, se crearon organizaciones paramilitares juveniles que seguían el modelo de las juventudes nazis y surgió el Partido Democrático Nacional, formado por nacionalistas extremistas que desarrollaron excelentes relaciones con el nazismo alemán.

Con este escenario, el gobierno tomó medidas para reducir las actividades de los judíos. Con una comunidad judía que contaba con 150,000 almas, de estos, 90.000 en Bagdad, los judíos iraquíes gozaban de un bienestar económico y tenían presencia política. Desempeñaban un papel activo en muchos aspectos de la vida nacional: en la agricultura, la banca, el comercio, la cultura y la burocracia gubernamental, entre otros. A partir de 1934, decenas de funcionarios judíos fueron despedidos de ministerios públicos y se comenzó a limitar el número de estudiantes judíos en las escuelas oficiales. A medida que los nazis locales se fortalecían, se espiralizó una escalada de violencia antijudía con asesinatos y atentados. En 1939, el Mufti de Jerusalén, Hajj Amin al-Husseini, llegó a Bagdad incitando a la población a salir abiertamente contra los judíos.

El 1 de abril de 1941, estalló la revuelta de un grupo de oficiales del ejército iraquí pro nazi conducidos por Rashid Ali Al-Gilani, quien alcanzó el poder. El nuevo gobierno intentó aliarse con las potencias del Eje para eliminar la presencia británica del país. El golpe tuvo un importante apoyo popular, quienes acusaban a los judíos ​​de ser espías en favor de los ingleses y de enviar abundante dinero para cubrir las necesidades bélicas de los británicos.

A partir del 19 de mayo, comenzó el saqueo de tiendas judías, los miembros del movimiento Al-Futwa marcaban las casas judías con una huella de mano roja ‘Hamsa’ para saber dónde depredar. Cuando la base de la Fuerza Aérea británica en las afueras de Bagdad fue atacada, los ingleses amenazaron con entrar a la ciudad. Ante la amenaza británica, el lider golpista Al Gilani y del Mufti Amin al Husseini huyeron y el ejército británico que estaba listo para ingresar a Bagdad se detuvo a solo ocho millas de la capital, sin entrar.

El vacío de poder fue aprovechado por los activistas nazis. Yunas al-Saba’i, un líder pro-nazi se declaró gobernador militar de Bagdad y llamó por radio a la población a masacrar a los judíos mientras las fuerzas militares británicas permanecían en las afueras de la ciudad esperando órdenes. El 1° de junio comenzó el pogromo, una multitud abandonó las mezquitas e inició el alboroto. Los disturbios se extendieron rapidamente, soldados iraquíes se unieron a la turba y junto a la policía civil atacaron a los judíos en las calles principales de los barrios judíos.

Las escenas fueron desgarradoras, los judíos fueron sacados por la fuerza de los automóviles y autobuses, golpeados y asesinados en plena calle, con espadas y dagas a la vista de todos. Las tiendas judías que habían sido señaladas con la marca roja, fueron saqueadas y quemadas, altos oficiales de la policía cargaron en camiones los bienes que habían pillado en las casas judías. Se cometieron todo tipo de vejaciones, violaciones y asesinatos de niños, mujeres y ancianos.

Los saqueos continuaron en el segundo dia, hasta que las nuevas autoridades con fuerzas leales, en su mayoría kurdos, entraron en la ciudad con la orden de reprimir a los alborotadores cesando así la masacre. Recién entonces, las fuerzas británicas hicieron su ingreso a la ciudad.

Muchos judíos escaparon de Irak hacia Israel, y relataron a los dirigentes del yshuv la tragedia vivida. El 3 de julio de 1941, el presidente del Comité Nacional, Yitzjak Ben-Zvi, se dirigió al Alto Comisionado británico en Palestina, Harold McMichael, con la información y los testimonios recibidos, exigiendo que ‘el gobierno iraquí imponga los castigos más severos a los criminales y garantice la protección total de los judíos de Bagdad’, y una solicitud para que los británicos emitan visas de inmigración a los judíos de Bagdad que desean ‘abandonar ese infierno de asesinatos’ y emigrar a Israel.

Lo inusual del petitorio fue que la misiva fue retenida o extraviada ex profeso y recién fue remitida por el Alto Comisionado a Londres el 2 de agosto, y debido a la lentitud por la guerra, la valija diplomática llegó a su destino el 17 de septiembre, todo un reflejo de la política británica hacia los judíos en esos días. Es intersante concluir, que pocos diás despues de los sucesos, los británicos establecieron en Bagdad una comisión oficial para investigar el ataque contra los judíos. El informe final completo recién se publicó 17 años después, en 1958, y fue altamente controvercial, ya que además de las penas a los culpables, se hizo constar que los disturbios se produjeron solo por motivos religiosos.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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