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Las tumbas como espacio de devoción y peregrinación en el judaísmo

Por el Rabino Yerahmiel Barylka*

Si comparamos al judaísmo, a otros credos y culturas, descubriríamos lo poco que dedica de su creación normativa y filosófica a la muerte y a la vida después de la muerte, al paraíso y al infierno.

Ello es más que paradójico, si tomamos en cuenta que desde sus orígenes históricos tal cual está relatado en el Génesis, se vio influenciado por el relato de la negociación del patriarca Abraham con los poseedores de la Cueva de Hebrón[1] y por la híper desarrollada concepción de la cultura de la muerte en el viejo Egipto y sus rituales mortuorios que sin duda debieron influenciar en quienes residieron allí aislados del mundo[2].

En este trabajo nos proponemos reflexionar acerca de la costumbre de visitar y orar ante las sepulturas de los “justos” –los tzadikim-, y acerca del mórbido encanto de convertir a las tumbas en un centro de devoción y peregrinación.

Como veremos más adelante, el judaísmo ha hecho hincapié en el hecho natural de la muerte y su papel en dar sentido a la vida. El miedo a la muerte, la preocupación por el destino de nuestra propia alma y las de nuestros seres queridos, las preocupaciones éticas que algunas personas mueren injustamente, todos estos y muchos otros temas, se discuten en el pensamiento judío. Puesto que Dios es visto como última instancia, sólo, la injusticia aparente de la Tierra ha impulsado a muchos pensadores judíos tradicionales en ver el más allá como una manera de reflejar el juicio último de la existencia humana.
Pensadores tradicionales consideran que los individuos serían recompensados o castigados después de sus muertes. Sin embargo, no convierten a éste en un tema central de la filosofía.
El judaísmo no cree que las personas que no comparten la fe en el dios de Israel irán, automáticamente al infierno o que judíos   irán al cielo por su pertenencia a la fe. Por el contrario, el comportamiento ético individual es lo más importante y bajo ese prisma se juzgan a todos los seres humanos.

Personas de amplia fe y riguroso cumplimiento de los preceptos, se unen a quienes están muy alejados de la disciplina de las normas religiosas y ambos grupos, a seres de todos los estratos y creencias, para ir a las tumbas a pedir favores o milagros, a implorar por trabajo, salud o comida, suplicar por conocer novios e hijos, obtener poder económico o político, invocar por el cumplimiento de venganzas o la muerte de un enemigo. Otros elevan sus plegarias para optimizar el espíritu de los desaparecidos y unirlas a sus buenas acciones.

La avidez y el deseo de ir a visitar los restos yacentes de los seres queridos, no puede separarse de la apetencia sentimental que surge de sentidos primarios ni de la sensibilidad en las expresiones que ayudan a elaborar el duelo. La pregunta es si se puede diferenciar esa actitud privada, íntima, frente a los familiares y amigos que fueron conocidos en vida, de la forma que se ha vuelto colectiva, de visitar los sepulcros de personalidades de las que sólo se conocen, así sea parcialmente, sus obras, lejanas en el tiempo y en el espacio.

Investigar ¿si concurrir a orar a las tumbas de los justos –los tzadikim-, es parte del judaísmo raigal?, es también reflexionar acerca de la influencia de otros pensamientos que se incorporan a las actitudes de los judíos sin que se perciba su fuente, en un sincretismo silencioso que es integrado paulatinamente a la cultura popular. En otros credos y en otros tiempos, los cementerios también se convirtieron en lugares de devoción para peregrinos que deseaban unirse a los mártires cuyas proezas les eran relatadas constantemente. Rápidamente, las convirtieron en el espacio de la liturgia, y los lugares se llenaron de personas piadosas que unían a su curiosidad, el espíritu de su espiritualidad. ¿Se puede establecer alguna relación entre los distintos pensamientos?

No está demás subrayar que, en esta tradición como en otras, existe una muy amplia diversidad de concepciones que en más de una oportunidad se contradicen y que no necesariamente existieron interrelaciones, en las fuentes del Judaísmo, entre ellas.

El debate si la costumbre es válida y propia o ajena y condenable, se extiende a lo largo de la historia. También, se relaciona con otras cuestiones como la relación con la vida y la muerte, los sistemas de duelo y su elaboración, el culto a los muertos, y el pensamiento relativo a la vida después de la muerte, la resurrección y la transmigración.

Ante la postura frente a la vida y la muerte, resulta difícil comprender el auge que hay en estos días del culto a los muertos envuelto en la pátina de ir a rezar frente a las tumbas de los justos. El motivo aparente es invocar su intervención para lograr dones y deseos imposibles de lograr por otros medios. La popularidad del fenómeno hace que entre los peregrinos a las tumbas se encuentren, políticos, y figuras conocidas de la sociedad, del arte y del deporte, que van en búsqueda de notoriedad y de relaciones públicas.

Las peregrinaciones a los santuarios en Israel, son parte de un fenómeno cultural universal, arraigado profundamente también en otros credos desde tiempos inmemoriales y que no ha perdido actualidad.

Los ritos funerarios tienen un significado claramente religioso, ya que son, en primer lugar, una respuesta elaborada a la constatación del hecho de la muerte -una reflexión trascendente- y una exaltación de la memoria de los muertos.

Los enterramientos rituales prehistóricos, en los que se ataviaba al difunto con su ajuar, adornos y los atributos de que había gozado en vida, debían de tener ese significado, si no nos empeñamos en creer que sus coetáneos quisieran enterrar con el difunto todo rastro o recuerdo que de alguna manera prolongara la memoria de su presencia entre los vivos; de hecho, todavía nosotros adornamos a nuestros difuntos de esa manera siempre que es posible.

Que algún tipo de culto o trato ritualizado a los muertos fuera ya una realidad en la prehistoria espiritual de nuestros antepasados remotos es un hecho constatado por el hallazgo y estudio de los cadáveres primitivos depositados en las fosas, tendidos o muchas veces en posición fetal, y según rituales tan diversos y tan diversamente emocionales como lo puedan ser hoy en día en las dispares culturas que subyacen a la especie humana común. De cómo se vea este fenómeno, se podrá relacionarse al ir a las tumbas de los justos con devoción y piedad y pedir por ellos o invocarles para que pidan por otros.

 

Hubo períodos de mayor permisividad y tolerancia hacia quienes peregrinaban a las sepulturas de los Justos y otros, en los que se vio como un acto no recomendable, cuando no infundado, ajeno e improcedente. Las disputas y los cuestionamientos, no parecen importunar a los reverentes del peregrinaje a las tumbas que han ganado nuevos adeptos en los últimos años.

Y como en otras controversias en el judaísmo, la geografía también expresó su parecer. Así se observaron zonas geográficas en las que este ritual ganaba más adeptos que en otras. Cuando en las primeras, el relato de los milagros sucedidos a quienes se dirigieron a la peregrinación, hizo crecer la imaginación y permitió arrastrar masas de personas cuya fe les indicaba el camino hasta las tumbas. Incluso estableciendo costumbres que se mantienen hasta el día de hoy, con actitudes que complementan simbólicamente las rogativas, como la de encender velas y arrojarlas a hogueras.

No es fácil distinguir entre, los planos empíricos y antropológicos de los normativos, cuando analizamos esta tradición que establece sus sistemas según las comunidades humanas que las crean. La costumbre no es acompañada necesariamente por el pensamiento ni sigue creaciones teóricas ni normativas. Muchas veces, se debe a las inferencias derivadas de la experiencia. En este caso, puede oponerse al razonamiento, pero, como lo señala David Hume[3] la costumbre “es el único principio que hace útil nuestra experiencia y nos hace esperar en el futuro una serie de efectos similares a los que han tenido lugar en el pasado”. Por ello, en muchos casos, perduran más que los esfuerzos de los agentes de la norma por suprimirlas.

Si deseáramos hacer un diseño de la conducta de los miembros de las grandes religiones en este mundo en función de las creencias en la vida después de la muerte[4], o en el mundo venidero, podríamos percibir la riqueza del Islam y el Cristianismo, comparativamente con el Judaísmo, en el tratamiento del tema. Si comparáramos la costumbre con las creencias más primitivas y con las culturas del Lejano Oriente, encontraríamos un contraste mayor aún.

No hay duda que la influencia del medio cultural en el que se desarrollaron las comunidades judías ayudó a ese proceso. Los rabinos y pensadores que desearon oponerse a esa corriente, no lo hicieron con la energía necesaria o se dejaron llevar por el fervor popular que la consagró.

La mayoría de las personas que peregrina por las tumbas, lo hace segura que allí encontrará el mejor remedio para su mal y un excelente auxilio para su necesidad. En los casos en que su problema personal se solucionara, no tardará en adjudicar su suerte a su conducta y en relatar el milagro para que otros imiten su recorrido para intentar lograr lo que necesitan.

La fe no necesita de muchas comprobaciones, pero, si se basa en relatos de acciones milagrosas, logra rápidamente mayores adeptos.

En la masiva peregrinación a las tumbas de los Justos, encontraremos la confirmación a esa verdad social que no sólo se extiende sino que se comercializa, permitiendo que muchas personas obtengan pingües ganancias de la concurrencia de las personas que comparten esa fe.

Un ejemplo claro de este fenómeno, lo encontramos frente a las pretendidas tumbas de Mordejai y Ester, las figuras centrales de la fiesta de Purim. Según algunas tradiciones, se encuentra en la ciudad de Hamedán en Irán y según otras, junto al kibutz Baram en la Galilea israelí, muy cerca de la frontera con Líbano. No hay posibilidades de determinar si alguna de esas tumbas es real. Pero, quienes van a visitar las tumbas son peregrinos y no arqueólogos. La narrativa alrededor del espacio, desplaza los antecedentes históricos y los deja en un segundo plano. La devoción y la piedad llegan desde otro rumbo.

.Prefacio

Una de las características más notables de las costumbres es que con el tiempo van independizándose de la fuente que les dio origen e incluso se tergiversan. Van adquiriendo significados totalmente distintos a los originales. Pero, ello no les quita vigencia.

En nuestro tiempo, con el auxilio de los medios de comunicación masivas, las conductas colectivas se popularizan con mucha rapidez y ganan adeptos de todas partes del mundo. Esos procesos eran en la antigüedad no tan lejana mucho más lentos o se esfumaban por la falta de encuentro entre las personas que incluso las compartían, pero que vivían aislados unos de los otros. El mundo actual, lo sabemos, se ha vuelto más comunicativo y lo que sucede a muchos kilómetros de distancia es tan vigente como lo que acaece en la esquina del hogar.

Todo parece indicar que las conductas grupales que se convierten en un ritual, son inspiradas por las nuevas formas de la cultura y de la fe, en tiempos del post-modernismo, en el cual muchas de las expresiones del pensamiento y de la acción adquieren validez, sin necesidad de elaborar sus antecedentes.

Por otra parte, muchas personas tienen dificultades de adherirse a los modelos convencionales que les brindan la tradición y la religión en sus diversas formas y con sus costumbres y normas. Están llenas de contradicciones internas y de dudas existenciales. Recurren a la búsqueda, por medios inimaginables hace pocos años atrás, de espiritualidad, identidad, y trascendencia. Pero no encuentran su satisfacción espiritual en los marcos clásicos.

Una de las características del post-modernismo es que el hallazgo con uno mismo y con sus raíces, con la historia personal y con lo trascendental, no tiene límites. Ello forma parte de un fenómeno de masas que está al margen de la religiosidad conocida y ejercida dentro del sistema establecido.

Así han surgido reuniones de personas que no necesariamente creen en Dios, pero, que gustan “cantar” las melodías tradicionales tomadas del devocionario usado en los templos en los que expresan su profunda fe en el Creador. En ellas se puede encontrar el ingreso a la escena popular de intérpretes que entonan y corean melodías sacras llevando al éxtasis a sus auditorios que en el fervor por la música olvidan el significado de las letras que corean.

Existe asimismo otro fenómeno, más intelectual, que se caracteriza por  el regreso al estudio de las fuentes clásicas del judaísmo, a su filosofía, y particularmente a sus textos esotéricos, que atrae también a personas de otras creencias a compenetrarse en los vericuetos del misterio del conocimiento cabalístico. Ello sucede en un nivel más alto de intelectualizaciones.

Los adherentes judíos del New Age, crean círculos de estudios de sistemas no unificados y no pocas veces contradictorios en sus creencias e integran fragmentos de religiones y dogmas orientales y occidentales. Entre los textos que usan, se encuentran neo-cabalísticos y neo-jasídicos. En sus maneras, se puede descubrir la incorporación indiferenciada de modismos de los distintos sectores del judaísmo.

El ingreso de elementos no racionales a la práctica judía conmueve la rígida cubierta normativa entre los más observantes y el de prácticas sinagogales tradicionales, la permeabilidad de los judíos seculares.

Schweid[5], en su obra de hace treinta años atrás, había confeccionado un excelente diagnóstico de las tendencias que vivimos hoy, dando a entender que el judío secular, en su búsqueda de pertenencia a la cultura judía, llegaría al estamento religioso de la misma ya que es uno de sus elementos inseparables. Lo que no contempló fue que el observante no quedaba fuera de esa corriente, incorporando a su vez, elementos del mundo secularizado en su búsqueda de una vivencia religiosa más profunda y difícil de hallar en los círculos en los que inquiere su experiencia.

La dicotomía que obligaba a optar entre el judaísmo secular y el religioso se ve superada por grupos ubicados en una zona indefinible, en la que conviven con elementos de ambas naturalezas.

Esta postura real provoca sin duda conflictos con los sectores de los “viejos” aferrados a sus creencias y sus actitudes tal como las aprendieron en la primera mitad del siglo pasado. Comparten esos aprietos con los que se presentan frente al surgimiento de nuevos tipos de fundamentalismo derivados, probable e igualmente, por las actitudes de los militantes en los círculos de la Nueva Era.

Una de sus distinciones más destacadas de esta búsqueda, es su individualismo y la indagación de una sensación personal de la experiencia espiritual. En esta categoría ingresan quienes retoman el uso de los amuletos y talismanes “kameot”, y de los creyentes en la peregrinación a las sepulturas de los Justos.

¿Cuál es la experiencia primaria que subyace y le da significado, a nuestro análisis consciente del peregrinar a las tumbas de los justos y de los lejanos antepasados?

En nuestro análisis presuponemos un trasfondo que aporta un significado.

Estas vívidas experiencias destacan algo que ya se encontraba ahí. Esta costumbre, siendo común y corriente, no suele intervenir palpablemente en el total de las tradiciones renovadas. Tampoco se ha registrado como tal, sino como un fenómeno folclórico popular. Al grado que ni siquiera se ve la necesidad de analizarlo y no se ha desarrollado un método eficiente para su análisis metafísico.

El disfrute de la realidad es una constatación de valor, bue­no o malo. Es una experiencia de valor. Su expresión básica es: “¡Trascendente! ¡Satisfactorio! ¡Aquí hay algo que vale la pena!” Esta exclamación es acertada, pues el brillo primario de la conciencia es el que nos revela que tal o cual cosa o acción, son substanciales.

Esta experiencia suscita una atención tenue y, sobre todo, sub­consciente, la cual le otorga un carácter tripartito a “aquello que vale la pena”: totalidad, externalidad e internalidad, son la caracterización primaria de “lo que vale la pena”. Estas nociones no se deben con­cebir como claros y analíticos. La experiencia los hace surgir sin que exista un análisis detallado. Son presuposicio­nes en el sentido de que expresan esa claridad que da la experiencia. Ahí está la totalidad del hecho real. Está también la externalidad de muchos hechos. Está, finalmente, la internalidad del experimentar, que subyace en la totalidad.[6]

El conocimiento y la sensación de la experiencia dependen sólo de esa vivencia primaria que constituye su base y los sostiene. De esa noción, nace la conciencia clara y precisa, que es anterior sin duda, a la intelectual, producto del conocimiento teórico. Dado que no todos experimentamos las mismas cosas, ni les damos el mismo significado a experiencias similares, porque igualmente parten de perspectivas distintas, expondremos el fenómeno tal cual como se da en la realidad y tal como lo captan quienes participan de él.

 Capítulo I – La muerte en el judaísmo

Desde la muerte de Adán, después de su pecado, no es comprendida como una realidad imprescindible, sino como una distorsión de la santidad. Por ello se equipara con la vida. La aceptación de la muerte es una obstinada batalla en el plano cósmico. Es parte de la batalla contra el mal. El Talmud[7] enseña: “La muerte es el instinto del mal, el Satán, el ángel de la muerte”, que provoca una permanente batalla contra el espíritu de la impureza y la inmundicia[8] que representa y por la que ha provocado un defecto al Cosmos en su totalidad.

El decimotercer principio de la fe mosaica, es la fe en la resurrección de los muertos, porque se siente que en la batalla contra el mal y la muerte[9] equiparados en el texto bíblico: “Hoy te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal». O como lo expresa Daniel[10]: “…Serán salvados los de tu pueblo,  cuyo nombre se halla anotado en el libro,  y del polvo de la tierra se levantarán las multitudes de los que duermen, algunos de ellos para vivir por siempre, pero otros para quedar en la vergüenza y en la confusión perpetuas”.

Isaías[11] continúa la idea diciendo: “Sobre este monte rasgará el velo que cubre a todos los pueblos, el manto que envuelve a todas las naciones. Devorará a la muerte para siempre”. El salmista[12] nos dice: “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aún más allá de la muerte” y la tradición siguiendo la traducción de Onkelos[13], mejora el texto leyéndolo: “Él nos guiará aun en un mundo en el que no hay más muerte”. Así nos acercamos a un universo que está más allá de la muerte.

Capítulo II La sepultura convertida en un espacio sagrado

El patriarca Abraham adquiere la Cueva de Majpelá para convertirla en el lugar de la sepultura de su esposa Sara, y de esa manera inicia una tradición que se amplía con el pedido de Jacob de “no ser enterrado en la tierra de Egipto”[14].

La orden formal para la sepultura de los muertos aparece en Deuteronomio en la norma que prohíbe la exposición de los cadáveres de los ejecutados[15].

Desde ese entonces hasta hoy, los judíos concurren a verter en sus oraciones, sus deseos y sus esperanzas con plena fe que sus aspiraciones y anhelos serán cumplidos y que el espacio en el panteón es apropiado para ello. La ‫ peregrinación a los lugares a los que se les adjudica santidad, es la que brinda el sentido al espacio que se consagra por medio de la gente, mucho más que lo que el lugar brinda intrínsecamente por su tradición histórica o religiosa.

Así, las tumbas de los eruditos de la Mishná y el Talmud, sirven como punto de conexión, más que el de los personajes bíblicos con la divinidad. Su importancia deriva de la consagración de los fieles y no de quien es la figura que yace allí. Las sepulturas de rabinos que fallecieron hace relativamente poco tiempo, también ocupan un lugar de preeminencia, en muchos casos, ocupa un lugar más eminente que el de figuras bíblicas y talmúdicas.

Que mayor es considerada la importancia de la persona sepultada en el lugar, su atracción hacia los peregrinos es más notable. Que más difícil es el acceso a la zona, mayor será su valor y más considerable el crédito que recibirán quienes lleguen a él. Que más nutridos sean los prodigios y milagros relatados sobre la persona del difunto tanto en vida como después de su muerte, mayor será el ascendiente que gozará.

Las fechas de los aniversarios de los fallecimientos[16] o las festividades son épocas propicias para los peregrinos. La asiduidad de las visitas ha promovido las zonas para aprovechar el turismo y ha provocado la creación de un paisaje especial. Así se santificaron lugares, cercanos a las tumbas, y los manantiales, en cada espacio donde se identificaron restos de sitios sagrados.

Muchos de esos‫ lugares santos comparten las visitas de integrantes de diferentes religiones. La memoria, la mitología y las tradiciones son elementos importantes en la consagración de los espacios. Así pues son los creyentes quienes dan santidad al lugar.

Se suele ver en la norma de peregrinar al Templo de Jerusalén, descrita en las Escrituras[17], quizás haya sido uno de los antecedentes de los actuales peregrinajes, pese a que con su destrucción, ese espacio consagrado fue reemplazado por las sinagogas y las casas de estudio que pudieron ser construidas en cualquier lugar, convirtiéndose en el punto de la oración, el estudio, los ayunos y las donaciones.

 

CAPITULO III- La tradición de visitar las sepulturas de los Justos en las escrituras bíblicas

Los muertos no fueron objeto de veneración ni de ceremonial litúrgico especial. Son tratados como un tema secundario aunque no excluido totalmente de la realidad y de la experiencia. Los conceptos de santidad y muerte se presentan como opuestos. De todas las impurezas rituales que son detalladas en las Escrituras, la que provoca el contacto con el muerto es la más grave. Vida y pureza se tornan sinónimos. Vida implica bien[18].  La fuente de la pureza en el judaísmo es “agua viva”, la Torá es “Torá de la Vida[19]”, y el máximo atributo de Dios, es Elohim Jaim[20]. El Dios de Israel no está muerto ni muere y “los difuntos no alabarán a Dios, ni cuantos descienden al silencio”[21]. Las Escrituras son categóricas en denostar ciertas costumbres arraigadas en los pueblos que habitaban Canaán[22]. Comparan la consulta a los muertos, con otras abominaciones, como las de hacer pasar a los hijos por el fuego o la hechicería. Si nos atuviéramos exclusivamente a la letra del texto, podríamos concluir que, por extensión, la prohibición recae también a quienes van a rogar a los muertos o a pedirles consejos usando todo tipo de artimañas para establecer contacto con el más allá.

Sin embargo, esa condena sufrida por el primer rey de Israel, si bien no es fuente de inspiración para encontrar un fundamento a la decisión de recurrir al auxilio de las personas muertas en la solución de los problemas de las vivientes, tampoco logra convencerlas de no hacerlo.

El Génesis[23] determina que a “imagen de Dios, hizo al hombre”, y que los preceptos fueron entregados como un mandato vital. En Levítico[24] leemos: “Por tanto, guardarán mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos…” Los sabios del Talmud agregan: “vivir en ellos y no morir por ellos”[25].

La muerte no es un ideal. No es exaltada, no es elogiada, no da beneficios, no provoca loas ni aplausos. La persona que muere no es enaltecida ni glorificada por su muerte, ni siquiera cuando es provocada por un ideal. La figura de Kidush Hashem[26] -la santificación del Nombre-, es una excepción a la regla y es considerada una categoría excepcional que fue limitada por los legisladores religiosos limitándola a casos muy especiales. Los sabios talmúdicos lo basan en el texto del Levítico[27]: “Y no profanen mi santo nombre, para que yo sea santificado en medio de los hijos de Israel”. Según la codificación, ese sacrificio debe aplicarse muy restrictivamente.

Incluso el Kadish[28] que en un principio no estaba relacionado al duelo, pero que desde la Edad Media, se relacionó con la muerte, debe entenderse como una búsqueda de reparación por la ausencia del fallecido de la armonía universal de la que formó parte en vida. Esa ausencia afecta de alguna manera, a los ejércitos divinos, y afecta al honor y magnificencia de Dios que es un dios de vida. En este caso el kadish que no hace ninguna referencia a la muerte, es una aceptación de parte de los herederos de continuar la misión de santificar el Santo Nombre, como parte del mandato nacional y familiar.

La regla general es que se debe transgredir toda norma si ello fuere necesario para salvar una vida. Sin embargo la historia trae más de un ejemplo de la elección de sacrificar la vida para guardar los principios, particularmente en aquellos períodos de tiempo en los que se obligó que los judíos abjuraren de su fe.

El ideal es “reunirse con los padres”. “Aunque alguien se haya levantado para perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor será ligada en el haz de los que viven delante del Eterno tu Dios, y él arrojará la vida de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda”[29]. Después de la muerte sigue siendo llamado “con vida”. Destino similar al de los justos “a los que llaman vivientes después de muertos, como dice el escrito: “Porque los que viven saben que han de morir[30]”que no mueren sino que “se elevan y pasan a otra frontera”[31]. El caso del profeta Elías[32] lo ilustra perfectamente “Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino”. En este caso no se habla que haya muerto, sino que ‘ascendió al cielo’. Caso semejante se había relatado ya en el Génesis con Janoj, hijo de Jared que tenía ciento sesenta y dos años cuando fue su padre” y quien según el relato bíblico, a los sesenta y cinco años fue padre de Matusalén “y como anduvo fielmente con Dios, un día ‘desapareció’ porque Dios se lo llevó[33]».

El poeta bíblico plantea en Salmos 89:48 “¿Quién hay que viva y no muera jamás, o que pueda escapar del poder del sepulcro?”, dándonos a entender que el acontecimiento final -la muerte-, es parte indivisible de la vida toda.

 

Capítulo IV.  Algunos relatos ilustrativos

Citaremos a continuación algunos ejemplos que nos permitirán inferir el tratamiento particular que recibían las costumbres mortuorias y la de visitar las tumbas de los fallecidos.

Después de la muerte de Nadav y Abihu (acento en la u), los hijos del sacerdote Aarón[34], “Entonces Moisés dijo a Aarón, y a Eleazar y a Itamar, sus hijos: No descubran sus cabezas (no dejen crecer sus cabellos), ni rasguen sus vestidos, no sea que mueran, y se levante la ira sobre toda la congregación”. Versículo que permite colegir que ya en aquel tiempo existía la costumbre, que todavía se guarda en nuestros días, de no cortarse el cabello y de rasgarse las vestiduras en señal de duelo, actitudes que los miembros del sacerdocio debían evitar.

Saúl, el primer rey, se ve envuelto en un oscuro incidente[35] en el que desconoce la prescripción bíblica cuando en su desesperación, va a consultar a una adivina con la intención que le traiga el espíritu de un muerto, acción que según las Escrituras[36], es tan grave que determina su muerte.

Aquí tenemos dos ejemplos de la época del rey David: “Estando aún ellos en el camino, llegó a David el rumor que decía: Absalón ha dado muerte a todos los hijos del rey, y no ha quedado ni uno de ellos. Entonces el rey se levantó, rasgó sus vestidos y se echó en tierra; y todos sus siervos estaban a su lado con los vestidos rasgados”[37]. “Y Joab envió a Tecoa a traer a una mujer sabia de allí, y le dijo: Te ruego que finjas estar de duelo, te pongas ahora ropas de luto y no te unjas con óleo, sino pórtate como una mujer que por muchos días ha estado de duelo por un muerto”[38]. Ya en época del profeta Ezequiel leemos: “Hijo de hombre, he aquí, voy a quitarte la cosa deseable a tus ojos por un golpe, y no debes golpearte el pecho, ni debes llorar ni deben salir tus lágrimas. Gime en silencio, no hagas duelo por los muertos; átate el turbante, ponte el calzado en los pies y no te cubras los bigotes ni comas pan de duelo” [39].

Los ejemplos que presentamos a continuación permiten acercarnos a la visión bíblica de la vida después de la muerte: “Ya están muertos, y no revivirán; ya son sombras, y no se levantarán. Tú los has castigado y destruido; has hecho que perezca su memoria. Pero tus muertos vivirán, sus cadáveres volverán a la vida. ¡Despierten y griten de alegría, moradores del polvo! Porque tu rocío es como el rocío de la mañana, y la tierra devolverá sus muertos”[40]… “Anda, pueblo mío, entra en tus habitaciones y cierra tus puertas tras de ti;  escóndete por un momento, hasta que pase la ira! ¡Estén alerta!,  que el Eterno va a salir de su morada para castigar la maldad de los habitantes del país. La tierra pondrá al descubierto la sangre derramada; ¡ya no ocultará a los masacrados en ella!”

Cuando el encuentro con la divinidad significa la muerte, encontramos que hay una fórmula para vivir[41] “Por todo el sendero que les ha ordenado el Eterno, su Dios, andarán, a fin de que vivan y les vaya bien, y prolonguen  los días en la tierra que habrán de heredar”. Este verso contradice la creencia expresada así varios versículos antes: “Ahora pues, ¿por qué moriremos? que este gran fuego nos consumirá: si tornáremos a oír la voz del Eterno nuestro Dios, moriremos. Porque, ¿qué es toda carne, para que oiga la voz del Dios viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y viva?”. .

El concepto que se puede pasar la prueba de la muerte ya había sido anunciado previamente “Así que le suplicaron a Moisés: —Háblanos tú, y te escucharemos. Si Dios nos habla, seguramente moriremos. —No tengan miedo —les respondió Moisés—. Dios ha venido a ponerlos a prueba, para que sientan temor de él y no pequen”[42].

Moisés que hablaba con Dios cara a cara, sin sucumbir, muere cuando le llega la hora y es sepultado en lugar que debe quedar desconocido. Quien conduce la revelación es un humano, que por serlo, es mortal.

Son los relatos del midrash y del folklore (en otro lado me parece que pusiste “folclórico” con “C” tal vez me equivoco) los que completan y reconstruyen los datos acerca de la infancia de Moshé (antes pusiste Moises). Sólo un versículo, Éxodo 2:2, hace referencia a sus modos: “La mujer quedó embarazada y tuvo un hijo, y vio que era (un niño) bueno y lo tuvo escondido tres meses”. Sin embargo, el relato de su muerte[43] es más detallado, aunque presenta el misterio del lugar de su sepultura. “Y el Eterno habló a Moisés en aquel mismo día, diciendo: Sube a esta montaña de Avarim, al monte Nevó que está en la tierra de Moav, que está frente a Jericó; y mira la tierra de Canaán que Yo doy a los hijos de Israel en posesión; y muere en el monte al que has de subir, y sé reunido a tu pueblo, así como murió Aarón, tu hermano, en el monte Hor, y fue reunido a su pueblo; porque prevaricasteis contra Mí en medio de los hijos de Israel junto a las aguas de Merivá en Cadesh, en el desierto de Tzin, y porque hicisteis que Yo no fuera santificado  en medio de los hijos de Israel. Por lo cual verás de lejos la tierra, pero allí no entrarás; a la tierra que Yo estoy dando a los hijos de Israel”. “Y murió allí Moisés[44], siervo del Eterno; en la tierra de Moav, conforme al dicho del Eterno. Y lo sepultó en el valle, en la tierra de Moav, frente a Bet-Peor; y no ha sabido hombre alguno el lugar de su sepultura hasta el día de hoy”. El midrash[45]  acentúa que pese a que “Moisés era como un ángel y había hablado con Dios cara a cara, cuando llegó la hora de su muerte, falleció y su tumba fue ocultada para que los israelitas no puedan concurrir a ella a pedirle que por medio de sus oraciones haga anular la decisión de la destrucción y el destierro, porque ante esas circunstancias él hubiera logrado anular la terrible decisión, ya que ‘los justos después de su muerte son preferidos aún más que en vida’”.

 

El judaísmo se separa de la cultura egipcia y del ritual a la muerte, en el momento de la revelación en Sinaí. Ya no más embalsamamiento, ni culto al muerto, sino muerte como parte final de la vida. El mismo Iosef, al igual que su padre, pide que su cadáver sea sepultado en la tierra donde no se le da culto a los muertos.

 Capítulo V

En el Talmud

El Talmud[46] nos trae otra frase emitida por quien pronunció una elegía: “Lloren por los dolientes y no por la pérdida, que ella (la persona fallecida) ya descansa y nosotros gemimos y damos ayes”.

El Talmud[47] pone en boca de Resh Lakish, los conceptos que le dijo a su intérprete en ocasión de la muerte a joven edad del hijo del Rab Jiiá: “Levántate y di algo sobre los dolientes: Comenzó y dijo: Hermanos que están abatidos y aplastados por este dolor, pongan su corazón para examinar esto. Esto es lo que permanece eternamente, es una senda de los seis días del Génesis. Muchos lo bebieron y muchos lo beberán. Igual que la bebida de los primeros será el néctar de los últimos. Hermanos, que el Confortador os reconforte. Bendito sea el que consuela a los dolientes”. También en este caso, la muerte aparece como un hecho previsto desde  la misma Creación, por cuya experiencia pasarán todos los humanos, y que causa el dolor de la soledad a quienes sobreviven a quien ya no existe como ser viviente.

Los honores que se rinden al finado, dicen los sabios talmudistas, son para quienes sobreviven, y para participar en su dolor, pero, no por el muerto.

Cuando el Talmud[48] nos trae una referencia acerca de las ceremonias que se hacían al concurrir a las necrópolis en días de ayuno por la carencia de lluvias, su contexto parece ser más simbólico que religioso: “¿Por qué salen a los cementerios (en día de ayuno por las sequías)? –discutieron R’ Leví bar Jamá y R’ Janiná: uno dice ‘todos somos considerados como muertos’. El otro dice ‘para que los muertos imploren piedad por nosotros’. ¿Cuál es la diferencia entre ambas respuestas? El desacuerdo es respecto a las fosas de los paganos”.

Para quien crea que la sequía trae graves consecuencias sobre las personas que en ese caso se considerarían muertos en vida, se podría ir incluso a implorar ante las tumbas de paganos. Para aquellos que concurren pensando que los finados intercederán ante Dios, se debería ir únicamente a pedir frente a las tumbas de los justos.

 

Referencias   a la costumbre de la peregrinación a las tumbas de los justos

El Talmud[49] nos trae ejemplos según los que la norma bíblica no es aplicada según su letra. Pese a que estos textos fueron interpretados restrictivamente, los presentamos, sin intentar conjeturar sus significados ocultos. Ilustran muy concretamente la popularidad de entablar diálogos con las personas fallecidas.

“Pues se cuenta que cierta vez un hombre piadoso dio un denario a un pobre, la víspera de año nuevo en una época de escasez. La mujer se lo reprochó, y él se fue y pasó la noche en el cementerio, donde oyó conversar a dos espíritus. Dijo uno al otro: Ven, compañero, vayamos a recorrer el mundo, y escuchemos detrás de la cortina (del cielo)  qué plagas sufrirá el cosmos. – No puedo -respondió el otro–, porque estoy enterrado en una estera de cañas. Ve tú, y luego me contarás lo que hayas sabido.­ El otro fue, vagó y volvió. – Compañero -le dijo el otro-, ¿qué escuchaste detrás de la cortina? – Que todo lo que se siembre después de la primera lluvia -será destruido por el granizo. – El hombre sembró después de la segunda lluvia  y luego se destruyó la [producción] de todo  mundo, menos la suya.  Al año siguiente volvió a pasar una noche en el cementerio, y oyó nuevamente la conversación de los dos espíritus. -Ven -dijo uno–, vaya­mos a recorrer el mundo, y escuchemos lo que dicen detrás de la cortina, para averiguar qué plaga asolara al mundo este año. – Compañero -respondió el otro-, ¿no te dije que no puedo, porque estoy enterrado en una estera de cañas? Ve tú, y luego me contarás lo que hayas sabido.-Fue, anduvo de acá para allá, y volvió. – Compañero -le preguntó el otro- ¿qué escuchaste detrás de la cortina? – Que todo lo que se siembre después de la segunda lluvia -respondió- será invadido por el tiznón. – El hombre se fue y sembró después de la primera lluvia. Luego el tizón invadió la producción de todo el mundo, me­nos la suya ¿A qué se debe -le preguntó la esposa- que el año pasado [el granizo] ha­ya destruido todas las cosechas, menos la tuya, y que este año [la plaga de las plantas] haya irrumpido en la producción de todo el mundo, menos la tuya? – El hombre le relató lo que había pasado. Se cuenta que poco tiempo después se produjo una disputa entre la esposa del mencionado hombre piadoso y la madre de aquella niña (que estaba allí enterrada con un sudario de estera) y aquella le dijo: Ven, te mostraré a tu hija, la que está enterrada con una estera de cañas. – Al año siguiente el hombre volvió a pasar la noche en el cementerio, y oyó hablar nuevamente a los espíritus.­ Amigo -(dijo uno-, Ven, vamos a dar una vuelta por el mundo, y luego escucharemos qué dicen tras bambalinas sobre los sufrimientos que este año le tocarán al mundo. – Déjame camarada -respondió-, hace mucho que los vivientes conocen las conversaciones que mantenemos. – Esto demuestra que saben. Algún otro hombre que murió les habrá dicho”. Del texto fantástico del Talmud aprendemos que no sólo se iba al cementerio sino que quien lo hizo fue una persona piadosa. No aparece ningún indicio de crítica hacia la persona. Más aún si siguiéramos a Rashí en su comentario al pie, en el que dice que las almas pertenecían a dos niñas muertas, el relato contradiría totalmente la norma expresada en las Escrituras.

Otro relato, igualmente ilustrativo, aparece en Taanit[50]: “Una vez sucedió que R. Mani, hijo de Iona fue molestado por integrantes de la casa del príncipe por lo que fue y se prosternó ante la tumba de su padre, y exclamó: ‘Padre, padre, ellos (los hombres de la casa del príncipe) me trastornan’. – Un día viajaban por el cementerio, donde Ioná fuera enterrado, y las patas de sus caballos quedaron trabadas (no pudieron continuar) hasta que prometieron no molestar más a R. Mani”.

 

A continuación el texto trae los siguientes relatos:

“Ven y escucha, Zeiri le dio dinero para guardar a la dueña de casa. Cuando estaba en la casa de estudios, la mujer murió. Zeiri se fue al cementerio y le dijo: ¿Dónde está el dinero? – Ella le contestó: Ve  a examinarlo; está  en tal y tal parte; y dile a mi madre que me mande el  peine y la caja de maquillajes por medio de Fulana, que debe llegar aquí  mañana…”

Y el texto continúa con el siguiente relato: “Ven y escucha. Le habían proporcionado al padre de Shmuel dinero de huérfanos para guardar. Cuando murió, Shmuel no estaba presente, y lo titularon “el hijo del que consumió el dinero de los huérfanos”. Se fue a verlo al cementerio, y dijo (a los muertos): Busco a Aba… bar Aba, el padre de Shmuel. ¿Dónde está? – Subió al seminario celestial (donde las almas de los sabios se con­gregaban para instruirse)-dijeron. – En ese momento vio a Levi, que estaba sentado aparte. – ¿Por qué estás aislado? -le preguntó- ¿Por qué no subiste? – Me dijeron -contestó-: Por haberte pasado tantos años sin ir al colegio del rabí Afes, causándole aflicción, no te dejaremos subir al seminario celestial. – Entretanto llegó el padre; vio que lloraba y reía al mismo tiempo. – le preguntó ¿Por qué lloras? -Porque pronto vendrás aquí -respondió. – ¿Por qué te ríes? – Porque en este mundo te aprecian mucho. – Si me aprecian -dijo–, que dejen subir a Levi, – Dejaron subir a Levi. – ¿Dónde está el dinero de los huérfanos? -le preguntó.- Vete a buscarlo -contestó-; está en el molino. El de arriba y el de abajo son míos; el de en medio es de los huérfanos. – ¿Por qué hiciste eso? -le preguntó. – Para que en caso de que se presentaran ladrones, robaran el mío -respondió-, y si lo carcomía la tierra, que royera el mío”. Muchos ejemplos muy largos.

Encontramos otra leyenda talmúdica[51], según el cual, Caleb ben Iefuné, uno de los exploradores de la tierra de Israel, se fue a prosternar frente a la tumba de los patriarcas, y les pidió que se compadezcan de él, para salvarle de la acción de los espías. “Y subieron del Neguev y llegó a Hebrón”… dijo Rabá, ello nos enseña que Caleb se apartó del consejo de los espías y se fue a prosternar a la tumba de los patriarcas, y les dijo: Padres, pidan misericordia para que me salve del complot de los espías.

En el segmento talmúdico que relata la vida y la muerte de rabí Eleazar hijo de rabí Shimón bar Iojai, leemos[52] acerca de lo acaecido después de su muerte: “Cuando falleció le dijo a su esposa: “Sé que los sabios están enfadados conmigo, por lo que no se ocuparán de mi sepelio como corresponde. Déjenme en el altillo y no teman de mí. Dijo rabí Shmuel bar Najmani: me contó la madre del rabí Ionatán que le contó la esposa de rabí Eleazar, no menos que diez y ocho años y no más que veintidós estuvo en el altillo, cuando subíamos allí mirábamos su pelo, cuando uno de sus cabellos se caía sangraba (como si estuviera con vida). Un día vi salir un gusano de su oreja y lo lamenté. Se me apareció rabí Eleazar en un sueño y me dijo ‘esto me sucede (como castigo) porque alguna vez oí (con mi propia oreja) que despreciaban a un sabio, y no protesté como debía’.Cuando dos personas se presentaban buscando justicia, se paraban frente a la puerta, cada uno presentaba sus alegatos, y salía un voz del altillo que decía ‘fulano es culpable’, ‘mengano es inocente’. Una vez la esposa de rabí Eleazar discutió con una vecina, que le dijo ‘serás como tu marido que no pudieron sepultar’. Dijeron los sabios: ‘no es correcto dejarlo tanto tiempo sin sepultura’. Hay quienes dicen que rabí Shimón bar Iojai se les presentó en sueños y les dijo ‘tengo un algo apreciado (hijo querido) entre ustedes y ¿ustedes no le permiten que se reúna conmigo y que sea enterrado junto a mí’? entonces fueron a ocuparse de su sepelio, pero los lugareños no le permitieron, porque durante todos los años que rabí Eleazar estaba en el altillo no llegaron al lugar animales peligrosos, por lo que entendían que él les protegía de las bestias. Un día, en la víspera del Día del Perdón, estaban todos los lugareños ocupados, entonces los sabios enviaron. Enviaron a personas de la ciudad vecina para que retiren su cuerpo y lo llevaron a la cueva donde estaba sepultado su padre rabí Shimón y encontraron allí una víbora rodeando la cueva que no les dejaba pasar. Le dijeron, víbora, víbora, abre tu boca para que el hijo pueda reunirse con su padre. Les abrió y lo sepultaron…

Otros relatos, nos cuentan que rabí Zeirá habló en su sueño con sabios ya fallecidos[53], que rabí Jabiba vio al profeta Elías, que le decía que no debía observar la asunción de rabí Jia al otro mundo, pero al hacerlo perdió la vista que sólo recuperó cuando fue a orar a su tumba. En el tomo Sanedrín[54] del Talmud de Babilonia aparece una conversación mantenida por uno de los sabios con el rey Menashé y acerca del rey David que llegó a conversar con los miembros de la Gran Academia[55][56].

En la mayoría de los casos citados pareciera que el contacto es establecido por los fallecidos entre sí y no por las personas que lo presencian. Pero, ello no les quita validez en absoluto.    

Una de las líneas interpretativas busca demostrar que los relatos del Talmud no deben comprenderse textualmente, pero, ella no ha logrado modificar la creencia popular.

 

El Talmud[57] determina la diferencia entre el adivino y quien consulta a los muertos: “El nigromante no es el mismo que el que  consulta los muertos- del que consulta a los muertos se ha enseñando: ‘ni quien consulte a los muertos’, es decir, aquel que pasa hambre y trasnocha en un cementerio para que repose en él un espíritu de la impureza. Cuando rabí Akiva llegó a este versículo se puso a llorar. Si acerca del que pasa hambre –dijo-para que repose sobre él un espíritu de la impureza. En realidad se debería ayunar para recibir un espíritu de pureza, pero, ¿qué podemos hacer, si nuestros pecados lo han alejado de nosotros?”. De alguna manera el tanaíta da a entender que quien procede así, lo hace porque las personas han pecado. Maimónides lo expresa categóricamente[58] “todo quien proceda a convocar a un muerto… será flagelado”[59].

El rabino Kuk[60], es de la opinión que hay una duda de duda[61] para prohibir hablar con los muertos y expresa que no se debe usar ese tipo de actividades ni siquiera para fortalecer la fe[62]. En la misma obra condena firmemente al establecimiento de todo tipo de culto para los muertos entre los que nombra el uso de inciensos.

El Shulján Aruj[63], establece que “hay lugares en los que se acostumbra ir a las sepulturas y decir allí oraciones y dar óbolos a los pobres”.

El Maharil[64], establece que “los cementerios son un lugar donde los justos reposan, por lo que son lugares puros y sagrados, y las plegarias son más aceptadas cuando se dicen en tierra santificada”[65].

En el breviario del Shulján Aruj[66] aparece un texto similar elogiando las oraciones que se elevan en los panteones[67].

En Shaar Ruaj Hakodesh[68] de Jaim Iosef Vital[69] , leemos “Es bueno ir a las sepulturas de los Justos y rezar allí… ya que las plegarias elevadas allí son más aceptadas ante el Santo bendito sea, y son más oídas”. El Zohar[70], en Shemot[71], dice que “los vivos no podrían estar en este mundo ni medio día si no fuera por las rogativas de los muertos”. El Gaón de Vilna[72], fue más lejos aún al expresar que: “lo primordial de la Inspiración de la Presencia Divina en nuestras generaciones se encuentra en los sepulcros de los Justos”[73].

El rabino Najman de Breslau[74] nos dice que: “Por postrarte ante las tumbas de los justos, el Santo bendito sea, te hace favores que no te mereces”[75].

Es de notar que en la escuela de rabí Najmán encontramos infinidad de citas de sentencias inspiradas en su pensamiento que defienden la acción de la peregrinación a las tumbas de los justos. Según ellas, el mérito de los justos es mayor después de su muerte que el que gozaron para ayudar a sus seguidores en vida, particularmente en la posibilidad de alejarse de las faltas cometidas “en el lugar del Pacto”[76].

Así a lo largo de la historia, antes y después de esas enseñanzas, los judíos siguieron llegando a Israel, durante todos los años que siguieron a la destrucción del Segundo Templo, pero, los primeros indicios sobre peregrinación a las tumbas de Justos, particularmente de los sabios de la Mishná y el Talmud, surge de los relatos de los viajes de Benjamín de Tudela[77]. De ellos se podría deducir que fueron los Cruzados quienes llevaron la información sobre los lugares que también los judíos habían consagrado. No hay documentación que hable de visitas a las tumbas de los Justos antes del S. XII.

Recién con el establecimiento del Estado de Israel en 1948, comenzó la recopilación de información sobre los lugares santificados y su distribución entre la población y fueron los primeros recorridos libres por el nuevo país los que descubrieron y popularizaron los primeros sitios de peregrinación.

Capítulo VII  

Las peregrinaciones en nuestros días.

Ya vimos como buscar la comunicación con las personas fallecidas fue prohibido por las Escrituras y que sin embargo, logró trascenderlas en un fenómeno social que se continúa a través del tiempo. Esa norma se basaba en el principio de luchar contra los cultos paganos que contemplaban en la base de su fe, el culto a los muertos.

El fenómeno en nuestros días es mayor aún pues se han establecido diversos lugares de peregrinación a partir de sueños tenidos por vecinos que estaban convencidos en su veracidad y que no tardaron de lograr quien les crea. En esos espacios soñados, el primer paso fue colocar algún monolito que marque el lugar sobre el cual se levantó alguna construcción. Las tumbas no fueron tumbas jamás, más que en los sueños, pero, el pensamiento místico las consagró en la fe popular. Nadie que concurra a esos lugares investigará la veracidad histórica de lo que cree.

El principio talmúdico[78] “su muerte es su expiación”, se ve así consagrado ampliamente. El objetivo de la mayoría de los peregrinos es obtener auxilio frente a alguna desgracia, o para ser  bendecidos y beneficiados. El Zohar desarrolló ampliamente el tema, dejando claro el mérito que tienen los justos después de su muerte y que supera al que tenían en vida.

 ¿Qué significa postrarse?  

Exactamente yacer sobre la tumba. Recordar la memoria del fallecido. Ese recuerdo es un honor a su memoria. Tiene su máxima expresión cuando la tierra yacente se moja con las lágrimas de los ojos de quienes concurren a honrarles. El recuerdo no se reduce al nombre del fallecido, sino sus acciones, sus enseñanzas, su pensamiento.

Se ha acostumbrado realizar en el día del aniversario del fallecimiento de un justo una –Hilulá- ceremonia de festejo. Los que festejantes están convencidos que lo deben hacer porque el justo se encuentra en las cercanías de su Creador, en esa fecha, junto a otros sabios y justos, por lo que puede alegar ante Dios por el bien de sus seguidores.

‫Las fechas más importantes del calendario en las que se llevan a cabo esas reuniones son los aniversarios de las muertes de Rabí Shimeón Bar Iojai[79] en Merón[80], del Ari[81] en Safed[82], de Rabí Meir baal Hanes (acento en la “e”) [83] en Tiberíades, de Maimónides[84] en Pesaj en Tiberíades, y el primer domingo después del 9 de av, en la tumba del profeta Eliahu en el monte Carmelo.

Además de las jaculatorias que se suelen decir en esos espacios, con el tiempo se fueron agregando costumbres entre las que se encuentran: leer capítulos de los Salmos, dejar en el lugar distintos objetos como por ejemplo un trozo de una prenda, como para que sirva de contacto entre el portador de la prenda y el difunto, atar un hilo rojo en la mano junto a la tumba, y llevarlo puesto. Hay quienes encienden velas que simbolizan el alma, dar siete vueltas alrededor de la tumba leyendo oraciones, dar algún donativo a quienes se encuentran en el lugar.

Colofón

Con el nacimiento del Estado de Israel y particularmente después de la guerra de los seis días llevada a cabo en el año 1967, se revive y populariza la peregrinación a lugares considerados santos por grandes sectores de la población que renueva al mismo tiempo símbolos y rituales, que se incorporan a las tradiciones rápidamente.

La posibilidad de concurrir a aquellos lugares que habían quedado fuera de las fronteras del Estado recién creado, aumentó aún más la motivación de las personas, inclusive de aquellos que residen fuera de Israel. La nueva realidad geopolítica, que superó la desconexión entre la   población en Israel y sus lugares sagrados, y la apertura a la accesibilidad, al Muro Occidental, conocido como el Muro de las Lamentaciones, a la cueva de los Patriarcas ya la Tumba de Raquel colocó sobre el tapete lugares anteriormente venerados y otros que eran secundarios en el fervor popular, ganaron el favor de los adictos. La peregrinación a la Tumba de David en el Monte Sión, a la Cueva de Elías en Haifa, y a las sepulturas de los justos en la Galilea, fue estimulada también por la actividad oficial.

 

Esos factores provocaron un cambio significativo en el mapa de las peregrinaciones de los judíos a Israel. Ese auge se hace particularmente notable, en los aniversarios del fallecimiento de los justos, que se convierten en fiestas populares. Ello ocurre en lugares como la tumba del rabino Shimón Bar Iojai en el Monte Meron, la tumba del Rabino Meir Baal Hanes en Tiberíades, o la tumba del Baba Sali en Netivot, que atraen a miles de peregrinos de todos los estratos sociales.

 

Antes de la guerra de la independencia de Israel, y la consiguiente partición de Palestina,   los judíos solían visitar a muchos lugares sagrados en manos de los musulmanes, tales como la Tumba de David en Jerusalén o la Cueva de Eliahu en Haifa, pese a que las visitas eran restringidas. La posesión ‫ judía de esos lugares después de la guerra, se logró en muchos casos debido a la iniciativa de individuos particulares, que comenzaron a celebrar servicios religiosos en esos lugares y rápidamente recibieron asistencia y la orientación del gobierno israelí

Las discusiones sobre esos lugares entre creyentes musulmanes y judíos acerca de la ‫ santidad de los lugares de entierro. La Tumba de David, por ejemplo, es llamada Nabi Daoud por los musulmanes, y fue un lugar de peregrinación islámica durante muchas generaciones, y estos no permitieron que los judíos visitaran regularmente estos
‫lugares. Un fenómeno más que deseamos nombrar es el de la sustitución de entidades de las personas sepultadas allí, particularmente después de la Independencia de Israel en un proceso de judaización de los espacios.

El lugar que se conoce hoy como la tumba de rabán Gamliel, era considerado el lugar del sepulcro de Abu Hurairah conocido como Abdal-Rahman ibn Al-Sakhr Azdi (603 a 681) que fue un compañero del profeta Mahoma, que fuera erigido en el Siglo XIII, pero después de la llegada de los inmigrantes que se ubicaron en lo que había sido una villa árabe, adoptaron ese espacio. Si remontáramos la historia encontraríamos textos judíos y   literatura creada por los peregrinos de   la Edad Media que recogen que había existido ya la tradición de peregrinar a la tumba de rabán Gamliel, pero aparentemente, esa costumbre se había interrumpido, levantándose en su lugar otra.

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Acerca del autor: Yerahmiel Barylka, es oriundo de Argentina, donde naciera en 1943 y reside en Israel. Es rabino ortodoxo, educador y asesor comunitario. Fue director de escuelas judías en Argentina y México, y en Israel fue director de diversas áreas y divisiones del Keren Kayemet Leisrael. Ha publicado varios libros entre los que se encuentran: Exogamia –Diagnóstico y Prevención, Judaísmo Temas Escogidos, y La Plegaria Judía. Pública en revistas israelíes y latinoamericanas, y durante más de diez años fue corresponsal en el Cercano Oriente de la cadena Núcleo Radio MIL de México. Fue rabino de la sinagoga Rambam de La Moraleja, Madrid, España, entre 2013 y 2017.

 

[1] Ver Génesis 23.

[2] Dos ejemplos aparecen con la orden de embalsamamiento de Iaacov y Iosef en Génesis 50:2 y 50:26, que demuestran el grado de aceptación de parte de los israelitas de las costumbres del lugar.

[3] An Enquiry concerning Human Understanding (1748), V, 1, citado por Ferrater Mora, José, Diccionario de Filosofía, Tomo 1, quinta edición, abril de 1969, página 364.

[4] Rotenberg, Mordechai, Heaven, Hell and Immortality – Christianity, Islam and Judaism (2008) Rubin Mass Ltd. Publishers & Booksellers, Israel

[5] Ver Schweid Eliezer, Judaísmo y la cultura secular, referencias al pensamiento judío del Siglo XX, 1981, Edición de Kibutz Hameujad (hebreo).

 

 

[6] Ver: Alfred North Whitehead, Modes of Thought (Maneras de Pensamiento), Nueva York, The Free Press, 1968, p. 116

[7] Talmud Babilónico, Baba Batra 16 a

[8] Ver Zacarías 13:2

[9] Deuteronomio 30:15

[10] Daniel 12:2

[11] Isaías 25:7-8

[12] Salmos 48:14-15

[13] Onkelos (c.35-120 d.e.c.)fue un famoso noble romano que se convirtió al judaísmo es  considerado el autor de una de las más importantes traducciones del Pentateuco. Su nombre es mencionado también en el Talmud.

 

[14] Génesis 47:29 “Se aproximaron los días en que Israel había de morir. De modo que llamó a su hijo José y le dijo: “Si, pues, he hallado favor a tus ojos, coloca tu mano, por favor, debajo de mi muslo, y tienes que ejercer bondad amorosa y confiabilidad para conmigo. (Por favor, no me entierres en Egipto.) Y tengo que yacer con mis padres, y tienes que sacarme de Egipto y enterrarme en el sepulcro de ellos”. Por consiguiente, él dijo: “Yo mismo haré en conformidad con tu palabra”.

Ver también Génesis 49:29-32 “Después de eso les mandó y les dijo: “Voy a ser recogido a mi pueblo. Entiérrenme con mis padres, en la cueva que está en el campo de Efrón el hitita, en la cueva que está en el campo de Majpelá, que está enfrente de Mamré, en la tierra de Canaán, el campo que Abraham compró a Efrón el hitita para la posesión de una sepultura. Allí enterraron a Abrahám y a Sara su esposa. Allí enterraron a Isaac y a Rebeca su esposa, y allí enterré yo a Lea. El campo que se compró y la cueva que hay en él provinieron de los hijos de Het”. Ver 50:13 “De modo que lo llevaron sus hijos a la tierra de Canaán y lo enterraron en la cueva del campo de Majpelá, el campo que Abraham había comprado para posesión de sepultura a Efrón el hitita, enfrente de Mamré”.

[15] Deuteronomio 21:23

[16]  En el judaísmo se suele conmemorar la “fecha de aniversario” de la muerte, por los niños, padres, hermanos y cónyuge de la persona fallecida. En ese día se recitan oraciones especiales (kadish), en los templos, y se suele encender una vela. Con el tiempo se fueron agregando costumbres para darle marco y contenido al día de recuerdo anual.

[17] Ver Éxodo 23:14-17: “Tres veces al año harás fiesta en mi honor. La fiesta de los panes sin levadura la celebrarás en el mes de aviv, que es la fecha establecida. Fue en ese mes cuando ustedes salieron de Egipto… »La fiesta de la cosecha la celebrarás cuando recojas las primicias de tus siembras.»La fiesta de recolección de fin de año la celebrarás cuando recojas tus cosechas.  »Tres veces al año todo varón se presentará ante mí, el Eterno y Dios”.

 

[18] Ver Deuteronomio 30:15: “Miren, hoy les doy a elegir entre la vida y el bien, por un lado, y la muerte y el mal, por el otro”.

[19] Así aparece en dos de las más populares plegarias matinales.

[20] Ver Deuteronomio 5:22, I Samuel 17:26, I Samuel 17:36, Jeremías 10:10, Jeremías 23:36

[21] Salmos 115: 17-18

[22]Ver Deuteronomio 18:9-13: “Cuando entrares en la tierra que el Eterno, tu Dios, te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No se hallará entre los tuyos quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique la adivinación, ni pronosticador, ni adivino, ni hechicero, ni encantador de animales, ni nigromante, ni yideonita  ni quien consulte a los muertos; porque abominable es para el Eterno todo aquél que hace estas cosas, y por causa de estas abominaciones el Eterno, tu Dios, los destierra de delante de ti. Perfecto serás para con el Eterno, tu Dios”.

Ver I Samuel 28: 7-25 “Por eso Saúl les ordenó a sus oficiales: —Búsquenme a una adivina, para que yo vaya a consultarla. —Pues hay una en Endor —le respondieron. Saúl se disfrazó con otra ropa y, acompañado de dos hombres, se fue de noche a ver a la mujer. —Quiero que evoques a un espíritu —le pidió Saúl—. Haz que se me aparezca el que yo te diga. … — ¿A quién desea usted que yo haga aparecer? —preguntó la mujer. —Evócame a Samuel —respondió Saúl. … Dime lo que has visto. —Veo un espíritu que sube de la tierra —respondió ella. — ¿Y qué aspecto tiene? —El de un anciano, que sube envuelto en un manto….

I Crónicas 10:13-14 “Saúl murió por haberse rebelado contra el Señor, pues en vez de consultarlo, desobedeció su palabra y buscó el consejo de una adivina. Por eso el Señor le quitó la vida y entregó el reino a David hijo de Ishay”.

[23] 9:6

[24] 18:5

[25] Ver la posición de rabí Iehudá en nombre de Shmuel, en Talmud Babilónico 85 b.

[26] El concepto aparece por primera vez en el Talmud de Babilonia, y se deriva de Levítico 22:32.

En el judaísmo normativo es mejor morir que trasgredir tres principios: Verse obligado a rendir culto pagano, a violar las normas de incesto, o a asesinar a una persona. En las Escrituras aparecen únicamente dos casos en los que se prefirió la muerte por la Santificación del Nombre, en el libro Daniel. (Ver Daniel 3:18 y 6:24).

[27]  Ver Levítico 22:32

[28] Aquí nos referimos al Kadish de duelo, que según la tradición pronuncian los hijos por la muerte del padre y de la madre, durante los primeros once meses después del fallecimiento y que repiten en el día del aniversario luctuoso. Está redactada en arameo idioma original que era comprendido por los judíos en la época de su redacción.

[29] I Samuel 25:29

[30] Eclesiastés 9:5

[31] Ver Talmud de Babilonia, Berajot 18 b.

[32]  II Reyes 2: 11

[33] Génesis 5:24

[34] Levítico 10 9-10

[35] I Samuel 28,5-25

[36] I Crónicas 10:13

[37] II Samuel 13:30-31

[38] II Samuel 14:2

[39] Ezequiel 24:16-17

[40] Isaías 26:18-19

[41] Deuteronomio 5:30

[42] Êxodo 20:27

[43] Deuteronomio 32:48 y siguientes

[44] Deuteronomio 34:5

[45] Midrash Ein Iaacov, Sotá, 54

 

[46]  Moed Katan 25b.

[47] Talmud de Babilonia, Tratado Quetubot, folio 8b

[48] Taanit 16 a

[49] Berajot, 18 b

[50] 23 b

[51] Sotá 34 b.

[52] Babá Metziá 84 b

[53] Baba Metziá, 85 b

[54] Folio 102 b

[55] Ib. Folio 104 b.

[56] Es la asamblea de sabios creada por Esdras el escriba, y que lideró al pueblo judío a su regreso del exilio entre los años 410 a 310 a. e. c.  .

[57] Sanedrín 65 b

[58] Hiljot Avodá Zara, Capítulo 11 halajá 17

[59] Nota del autor: No intentaremos interpretar las citas de las fuentes presentadas aquí.

[60] Abraham Isaac Kuk, 1865-1935, nombrado en 1921 gran rabino askenazi, fue el fundador de la yeshivá Mercaz Harav.

[61] Es una categoría jurídica, que establece si se tiene una duda sobre un relato, hecho o escrito de por sí dudoso, es decir que una duda depende de otra, no se debe ser rígido en la interpretación de la norma.

[62] Ver responsa Daat Cohen, 69

[63] Oraj Jaim 781, 4

[64] Compendio de costumbres y normas escrito por el rabino Iaakov ben Moshe Haleví Molin  un estudioso del Talmud  de la Edad Media es el autor de Maharil, un de su tiempo.

[65] Ver Maharil, normas de los ayunos.

[66] Obra popular escrita por Shlomo Ganzfried (1804 – 1886)

[67] Kitzur Shulján Aruj, 128, 13.

[68] Capítulo 28

[69] Jaim Vital (Safed, 1542 – Damasco, 1620) fue un rabino místico,  que vivió en la Palestina otomana. Es considerado el mejor intérprete y custodio de la Cábala luriánica, la tradición esotérica de la mística judía, encabezada por Isaac Luria.

[70] El Zohar o el  “Libro del Esplendor” es el texto más importante de la corriente cabalística. Muchos creen que fue escrito por Shimón bar Iojay y otros por Moisés de León, varios siglos después.

[71] Folio 16 b

[72] Eliyahu Ben Shlomó Zalman Kremer, el Gaón de Vilna, (1720-1797) fue un prominente erudito judío y uno de las más influyentes autoridades rabínicas de la Edad Media.

[73] Citado en Lesham II, en nombre del Gaón.

[74] El rabino Najman de Breslav (1772-1810) es una de las más importantes figuras del movimiento jasídico. Su contribución principal es la combinación de la Cabalá con el estudio de la Torá. Sus discípulos acostumbran ir a visitar su tumba en Umán, Ucrania.

[75] Sefer Hamidot, inciso 173. Rabí Natán explica que la base está en el versículo de Salmos 16:2-3, “mi bondad no es para el bien tuyo,…[sino] para los santos que están en la tierra”, según la interpretación de Rashí “mi bondad no es para el bien tuyo – las bondades que me haces, no debo compensarte a ti, ya que  lo haces por los santos que están sepultados en la tierra, por lo que prosternarse frente a las tumbas de los justos, y las oraciones e imprecaciones por su fuerza y méritos, es que Dios te hace favores que no mereces”.

[76] La trasgresión de prohibiciones sexuales.

[77]  Nacido en Navarra, España en 1130, llevó a cabo sus viajes entre 1159 y 1167 y publicó sus impresiones acerca de las comunidades judías del Cercano Oriente.

 

[78] Iomá 85 b

[79] Rabino que vivió durante la época de la dominación romana y después de la destrucción del Segundo Templo. Estuvo escondido en una gruta durante 13 años, en el curso de los cuales  de acuerdo con la tradición   escribió la obra fundamental de la Cabalá y la mística judías.

 

[80] Poblado de la Alta Galilea.

[81] Rabi Isaac Luria Ashkenazi, el Arí Hakadosh,  1534-1576, fue uno de los cabalistas más importantes.

 

[82] Ciudad vecina a Meron en la Alta Galilea

[83] Literalmente el rabí Meir Hacedor de Milagros. Está sepultado en la ciudad de Tiberíades en el norte de Israel. Hay quienes lo identifican con Rabí Meir uno de los tanaítas, pero otros consideran que no existió ningún personaje talmúdico con ese nombre.

 

[84] Moshé ben Maimón  “hijo de Maimon”  o RaMBaM por su acrónimo en hebreo. 1135-1204. Fue el médico, rabino y teólogo más renombrado de la Edad Media.

 

 

Capítulo del libro La ética judía en los negocios y otros estudios que se encuentra en Amazón en formato para Kindle.

 

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