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¿Qué queremos recordar del 2020?

En la casa de mi hermana, en la comida del Erev Shabat tienen una costumbre que a mi siempre me gustó y que nunca pudimos replicar con tanta constancia en nuestra casa.
Cuando sus 4 hijos eran pequeños, e inclusive aun de más grandes, ella los invitaba a decir algo bueno que les pasó en la semana y les resultaba importante compartir.
Una costumbre sumamente simple y por eso bello y profundo.
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Si alguno de los comensales había tenido una semana maravillosa, iluminaba la mesa compartiendo esa maravilla y si había sido una semana para olvidar, al encontrar algo bueno en los últimos 7 días, hacia que eso malo no empañara el resto de lo que se había vivido.
Me gustaría usar ese Minhag familiar para cerrar el 2020.

Esta claro que fue un año duro y difícil para todos con infinitos interrogantes y temores, personales, familiares, nacionales, globales.
Estos interrogantes van desde la salud a la estabilidad laboral, desde lo financiero hasta lo educativo, desde los vínculos personales hasta nuestra vida espiritual, desde el tiempo libre hasta lo comunitario.
Más que centrarnos en lo negativo, a mi me gustaría hacer como en la mesa de Shabat de mi hermana, compartir lo positivo.

Una de los grandes aprendizajes que hemos tenido es que podemos vivir de una manera más austera.
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En medio de la pandemia nuestro querido Mario Kreutzberger nos decía que se dio cuenta que tenía muchos pares de zapatos y que no los había necesitado en meses, eso quería decir que definitivamente no los necesitaba.
Todos nos dimos cuenta de cuantas cosas no necesitamos.

Las estadísticas mundiales también muestran que este año la gente ha sido más generosa, y eso no tiene que ver con lo que se posee, sino con cómo uno valora lo que uno tiene y cómo nos relacionamos con el resto. Esto es un aprendizaje fundamental ya que nos muestra que todos podemos ser solidarios, todos podemos ayudar y en este contexto ayudar a otros también nos mostró que nos dio energía a cada uno nosotros.

Fue un año donde a pesar de las limitaciones, la espiritualidad estuvo presente en personas, familias y grupos en donde nunca antes había había esa necesidad.
Sino piensen en cuantas veces hemos participado de plegarias de refuá shlemá, donde pedimos por recuperación física y espiritual de algún amigo o familiar, o lo masivo que ha sido la participación de Shivot por medios virtuales.

Nos dimos cuenta también que a pesar de que los edificios comunitarios estuvieron cerrados casi 8 meses, las comunidades estuvieron más abiertas que nunca.
Nunca tantas gente participo de nuestras clases, charlas, Tefilot, etc. Reafirmando lo que siempre sostuvimos, que la comunidad no es el edificio, sino los vínculos que establecemos con nuestra gente.
En este sentido recordar lo que dice el Unetane Tokef que dijimos en los Iamim Noraim es indispensable.
Uteshuva Utefila Utzedaká, maavirim et Roa Hagezera,
Mi forma de traducir esta frase es:
La Teshuvá, dar una respuesta a lo que estamos viviendo, la Tefilá, la plegaria, nuestra conexión con lo trascendente y la Tzedaká, nuestro compromiso con la necesidad del otro, nos permiten atravesar y superar todas las circunstancias.
Esta claro que nos faltaron los abrazos, las miradas, las conversaciones, las clases alrededor de la mesa, aun así la tecnología ha sido una bendición, que nos permitió seguir la vida judía día a día, hora a hora y ha sido una experiencia sin barreras, como decimos en Pesaj, todo aquel que tiene necesidad que venga y se sume, y así fue, todo aquel que necesito y deseó sumarse, lo hizo.

El gran interrogantes es ¿Qué de lo que aprendimos continuará? ¿Qué es lo que queremos que continúe?¿Qué es imprescindible que continúe?

Aprendimos a vivir un modo más minimalista .
Aprendimos a vivir en la incertidumbre.
Aprendimos a ser más flexibles.
Aprendimos a ser más agradecidos.
Aprendimos que a pesar de que los temores no se disiparon, podemos ponerlos en perspectiva, como una semana en donde vivimos cosas malas, que nunca podrán empañas las cosas buenas.

Emanuel Levinas haciendo un comentarios brillante a la plegaria conocida como Modim deRabanan, que está en la Amidá y se dice cuando rezamos en comunidad en el momento en que el Sheliaj Tzibur repite la plegaria en voz alta, sostiene que esa plegaria es una plegaria para agradecer que podemos agradecer.
Reconocer que somos privilegiados ya que tenemos la oportunidad y el deber de agradecer.

Los invito a hacer una ronda en la familia y que cada uno comparta su motivo para agradecer.
Que el 2021 sea un año donde recuperemos las cosas que nos faltan y que mantengamos las que aprendimos en un contexto difícil.

Por Rab. Alejandro S. Bloch

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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