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Diego Maradona, como Borges o Einstein: por qué hay que rendirse ante su genialidad

“¿Debemos convertir a una persona como Maradona en ejemplo, en alguien inspirador y estimulante como solemos tratar de mirar a los ídolos deportivos como De Vicenzo, Fangio, Ginóbili? “¿Debemos examinar en este momento los costados más controvertidos de Maradona o tratar de eliminar esta inclinación que tenemos todos naturalmente a emitir un juicio?”, son algunos de los interrogantes que hizo el periodista Marcelo Longobardi, ante la conmoción mundial que generó la muerte del legendario capitán de la Selección Argentina. Con una pérdida que sacude a millones en todo el mundo, el ensayista Santiago Kovadloff opinó que hay que aceptar al astro del fútbol en su integralidad y el “polifacetismo” al fenómeno, más allá de las conductas “reprochables” individuales que tuvo a lo largo de su vida.

“¿Una figura como él puede ser ejemplar? Yo creo que no, la genialidad no puede ser ejemplar. La genialidad es un don que no puede ser transmisible por la vía de la enseñanza”, sentenció el poeta sobre el primer interrogante. “La genialidad no es un atributo democrático, es un verdadero milagro que de pronto toca a alguien y que unido a la capacitación puede dar lugar a un profesionalismo y expresividad notable. No hay escuela que enseñe a ser William Shakespeare, Pelé o Maradona”.

Kovaldoff evaluó que “pocas veces hemos visto algo así” como la figura de Diego Maradona e hizo una reflexión que lo que impacta en el mundo no es su “ejemplaridad”, sino que el despliegue de la “genialidad” para jugar al fútbol pudo conciliar “la posibilidad de admirar” junto a “la alegría infinita de poder asociar algo que puede ser valioso como es el fútbol desde una experiencia subjetiva”.

“Es la posibilidad de sentir la alegría, y la verdadera emoción de ver realizado en el despliegue de ese talento un sueño y una expectativa que aquello que se quiere se realiza al más alto nivel”, precisó en diálogo con radio Mitre.

Acerca de las conductas “reprobables” o “cuestionables” de Maradona, Kovadloff remarcó que “la ética y la gracia” no son necesariamente correlativas ni compatibles y lo comparó con personalidades ilustres del pensamiento, como Albert Einstein o Jorge Luis Borges.

“Hannah Arendt amó a un hombre que estuvo vinculado al nazismo y que fue su maestro”, apuntó sobre la relación de la filosofa de origen judío con Martin Heiddeger, el pensador existencialista que adhirió en un primer momento al proyecto totalitario de Adolf Hitler. Y siguió: “Albert Einstein fue un marido golpeador. Jorge Luis Borges subestimó un Premio Nobel otorgado a un negro como fue el senegalés Léopold Sédar Senghor. Pascal fue un antisemita y fue uno de los más grandes pensadores que hemos tenido como lo fue Hegel”.

Kovadloff consideró que “Maradona fue un desmesurado” y que sus “convicciones políticas” tenían una “profunda tendencia a la irreflexión, a la ausencia de espíritu crítico”. En sus actitudes, recordó como comportamientos reprobables el “haberle disparado a periodistas” con perdigones o “hacer ostentación de sus relaciones con la mafia italiana”.

Desde su punto de vista, Kovaldoff se mostró en desacuerdo con lo que también es conocido como la cultura de la cancelación al destacar la labor de Maradona. “Es mucho más fácil caer en el maniqueísmo y decir que su talento nada significa por no haber tenido conductas éticas admirables que consideramos indispensables”, sostuvo. Y exclamó: “¡No! Con ese criterio quemamos la historia de la cultura de una punta a la otra. No hay nadie… no hay nadie que pueda revestir los atributos de la santidad”.

“Llegó a ser intolerablemente narcisista. ¿Y quién no es así?”, ironizó.

Si bien apuntó que este tipo de ambivalencias “es una tensión y un conflicto que no tiene fin”, Kovadloff remarcó en varias oportunidades su postura favorable hacia el astro futbolístico: “Tenemos que tener el coraje de aceptar la complejidad que implica este desafío enorme de ver brotar la genialidad, y no verla necesariamente acompañada en otros órdenes por conductas que pueden ser (y así deben serlo) discutibles, condenables, reprochables”.

“Se nos ha ido un hombre que nos trajo la alegría del genio en el despliegue de su talento deportivo. El otro no se nos ha ido porque nunca vino, ni nunca revistió en sus convicciones personales la ejemplaridad que podría haber tenido un repertorio de ideas valiosas”, sostuvo el experto en literatura portuguesa.

“La idealización de un sujeto es una profunda desconsideración de él. Nadie merece ser idealizado, porque tiene derecho a la contradicción”, concluyó el ensayista.

Por Santiago Kovadloff

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