Radio JAI

La Radio Judía de Latinoamérica

DONAR

Parasha Tazria – Metzora: El casamiento mensual

En amor dentro de una familia, entre parientes que nacieron de la misma carne, es innato. El amor entre madre e hijo, hermano y hermana, dos hermanos, dos hermanas, viene fácilmente. Puesto que están relacionados por naturaleza, se sienten cómodos uno con el otro. Hay una proximidad innata entre ellos, por lo tanto su amor es fuerte, sólido, firme, predecible y calmo. No hay distancias que cruzar; ninguna diferencia debe ser superada.

El amor entre un marido y su esposa no es como ese. Su amor no siempre estuvo ahí; no se conocieron desde siempre; nunca estuvieron relacionados. No importa cuan bien lleguen a conocerse, no son iguales. Son diferentes del otro tanto física como emocional y mentalmente. Se aman uno al otro a pesar de las diferencias y a causa de ellas, pero no hay suficientes cosas en común para crear un amor casual y calmo. Las diferencias permanecen aun después que se han casado, y el amor entre ellos debe superar esas diferencias.

Después de todo, marido y mujer una vez fueron extraños. Masculino es diferente de femenino, por lo tanto en esencia siguen siendo extraños. A causa de esto, el amor entre ellos nunca puede ser casual, consistente o calmo.

Este amor adquirido es naturalmente más intenso que el amor entre hermano y hermana. Cuando el amor debe superar una diferencia, una distancia, un obstáculo, necesita energía para saltar y superar la brecha. Esta es la energía del amor fogoso.

Debido a que la brecha entre marido y mujer nunca se cierra realmente, su amor de uno hacia el otro continuamente debe llegar al otro lado a través de ella. Debe haber una distancia, una separación, luego un superar la distancia, y volver a estar juntos una y otra vez. Esta sensación de distancia intensifica el deseo de unirse.

Para unirse, el hombre y la mujer deben vencer ciertas resistencias. Un hombre tiene que vencer su resistencia al compromiso, y una mujer debe vencer su resistencia a la invasión. Así, al estar juntos, marido y mujer están llegando a grandes distancias emocionales que intensifican su amor. La ausencia de amor innato realmente hace que el corazón crezca en cariño.

Si un hermano y una hermana tuvieran un amor fogoso, su relación sufriría. No es la emoción apropiada que deben tener un hermano y una hermana. Su amor prospera cuando es inquebrantable, sin desafíos, constante y calmo. No es que no tengan desacuerdos, pero esos desacuerdos no interrumpen su amor. Por el otro lado, si marido y mujer desarrollan un amor tranquilo el uno por el otro, su relación no prosperará. Si son demasiado familiares uno con el otro, demasiado cómodos uno con el otro, como hermano y hermana, su amor no florecerá. Verdadera intimidad en el matrimonio —amor ardiente —es creado por una constante retirada y reunión.

Si marido y mujer nunca están separados, su amor comienza a estropearse, porque ellos no están creando un entorno apropiado para ese amor. El ambiente de constante unión no es propicio para el amor hombre-mujer: es el entorno para el amor de hermano-hermana o padre-hijo.

Es por eso que la bendición ideal para una pareja casada es “Que nunca termine su luna de miel”. Una luna de miel —cuando dos personas que una vez estuvieron separadas se unen por primera vez —nunca debe terminar, porque para eso crece el matrimonio.

El amor entre el hombre y la mujer crece con la retirada y la reunión, separación y unión. La única manera de tener un entorno conducente a esa clase de relación es proveer una separación.

Hay muchas clases de separación. Una pareja puede vivir en diferentes lugares, tener diferencias de opinión, o discutir y enojarse uno con el otro. A menudo la discusión no es sólo por discutir, sino para crear una distancia así marido y mujer pueden sentir como si estuvieran juntos. Esta no es una solución muy feliz. En ocasiones puede ser bueno para un matrimonio el discutir, pero no en forma regular. No es una buena idea buscar discusiones, especialmente dado que las separaciones pueden tomar una forma más positiva.

La separación física dada a nosotros por Di-s con ese propósito es una solución mucho más feliz. Esta separación es creada al observar una colección de leyes de la Torá derivadas de Levítico 15, llamadas “las leyes de pureza familiar” o “leyes de mikvá”. La palabra mikvá se refiere al baño ritual en el cual las mujeres judías tradicionales, desde los días de la Biblia, se han sumergido tras su período mensual y antes de reanudar las relaciones sexuales con sus maridos.

De acuerdo con esas leyes de mikvá, durante el tiempo en que una mujer judía está menstruando, y durante una semana después, está físicamente prohibida para su marido. Pues en esos días la separación es total: no tocarse, no sentarse juntos en un columpio, no dormir en la misma cama.

A través de los tiempos se han dado toda clase de explicaciones para esas leyes, pero todas tienen una cosa en común: La separación protege y nutre el aspecto íntimo del matrimonio, que oscila entre retirada y reunión.

Esta comprensión no es exclusiva de los judíos. En la mayoría de las culturas a través del mundo, los antiguos practicaron varios grados de separación entre marido y mujer durante el período menstrual de la mujer. Algunas, como ciertas tribus de indios americanos, realmente tenían viviendas separadas, las tiendas menstruales, donde una mujer debía permanecer durante su período. Posteriormente esas costumbres se deterioraron convirtiéndose en mitos, tabúes, supersticiones, argumentos higiénicos y otras racionalizaciones, en un intento de dar sentido a un tema delicado y sensible. Pero la separación fue una práctica tan universal que me pregunto si los seres humanos saben instintivamente que el amor entre hombre y mujer oscila entre retirada y reunión, en unirse tras una separación. El cuerpo realmente está respetando un estado emocional. Así como el amor entre hombre y mujer no puede ser mantenido en toda su intensidad todo el tiempo, sino que necesita cierta tensión creativa sin la cual no florecerá, el cuerpo tiene una necesidad similar.

En cuanto a los judíos se refiere, nosotros sabemos que esos cambios cíclicos fueron creados con ese propósito. Es mucho más que una coincidencia: Así es como el cuerpo refleja el alma, como el cuerpo es creado a imagen del alma.

Como todo lo que existe en nuestras vidas, el ciclo de retirada y reunión que existe en el matrimonio está pensado para ser una reflexión acerca de nuestra relación con Di-s. Las dos clases de amor, amor calmo y amor ardiente, existe no sólo entre los seres humanos, sino entre nosotros y Di-s.

Cuando nos referimos a Di-s como nuestro Padre, es una relación innata e intrínseca. No debemos trabajar por ella; está ahí. Es un amor firme, constante, un amor indestructible, un amor comparado al amor de aguas tranquilas.

Pero también hablamos acerca de cómo Di-s es infinito y nosotros somos finitos; Di-s es verdad y nosotros no; Di-s es todo y nosotros apenas somos algo. A causa de estas diferencias, sentimos una gran distancia de Di-s, y la necesidad de crear una relación con Él. Establecer una relación a pesar de las diferencias, a pesar de la distancia, es más como un matrimonio. Esto es una relación tormentosa —amor ardiente.

Más precisamente, nuestra alma ama a Di-s como un hijo ama a un padre, porque nuestra alma es de Di-s. Ese amor es innato y calmo. Cuando Di-s dice a esa alma que descienda a un cuerpo, esto es una separación. Entonces nuestra alma ama a Di-s con un amor ardiente, el cual, como el amor entre un marido y su esposa, no viene automáticamente. El amor adquirido es intenso y ardiente por naturaleza.

Eventualmente, el alma se reunirá con Di-s más íntimamente que antes, así como la intimidad entre marido y mujer es más profunda cuando se unen tras una separación. Por lo tanto, cuando Di-s dice que un marido y su esposa tienen que ser modestos uno con el otro, que deben estar unidos y luego separados, unirse y separarse nuevamente, de acuerdo con un ciclo mensual, no es una imposición artificial. Produce disciplina, que es bueno. Mantiene fresco al matrimonio, que es importante. Pero hay más que eso. Es, en efecto, el reflejo natural del tipo de amor que debe existir entre marido y mujer. Para nutrir ese tormentoso, ardiente amor, nuestra forma de vida debe corresponder a las emociones que estamos tratando de nutrir y retener.

Si va a haber una separación —y necesita haber una —consideren lo siguiente: En lugar de esperar que se desarrolle una separación, en la que un esposo y su mujer pelean o pierden interés en el otro, sigan el consejo del cuerpo y creen una separación física y no emocional. Todos dicen “necesito mi espacio”. Es verdad. Cuidando las leyes de mikvá, cuando se aplican, es una forma de crear ese espacio.

Fuente: eschabad.org

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

Ayuda a RadioJAI AHORA!
HAZ CLIC AQUÍ PARA HACER UNA DONACIÓN