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Los judíos soviéticos en tiempos de la posguerra

Antes de la Segunda Guerra Mundial, había en la Unión Soviética alrededor de 3 millones de judíos. El avance fulgurante del ejército alemán partió al mundo judío en dos. Cerca de 1.300.000 judíos quedaron en los territorios ocupados y condenados a un trágico destino: no habían tenido tiempo de prepararse para resistir. Pero los judíos que pudieron escapar o que vivían en el territorio libre, alrededor de 1.700.000, opusieron al nazismo una resistencia tenaz junto a los demás pueblos de la URSS. En el ejército soviético había numerosos comandantes militares, estrategas, oficiales y decenas de miles de soldados judíos que lucharon con un heroísmo sin par contra el ejército alemán y en la liberación de sus hermanos de los campos de exterminio.

Una vez terminada la conflagración mundial retornó la acción antisemita de Stalin. Entre 1948 y 1949 se produjeron las detenciones y el fusilamiento de casi todos los miembros del Comité Judío Antifascista. El Comité estaba encabezado por el popular actor y director del Teatro Nacional Judío de Moscú, Solomon Mijoels. A inicios de 1948 se anunció la muerte del famoso actor en un accidente en extrañas circunstancias (varios años más tarde se reveló que fue asesinado por agentes de la policía secreta y atropellado por un camión), fue enterrado con todos los honores. Ese mismo año el Comité fue disuelto y muy pronto sus miembros fueron detenidos bajo las típicas acusaciones de traición y de espionaje para los Estados Unidos, entre otras. Antes del arresto fueron acusados de haber intentado crear un estado judío en la península de Crimea. Catorce miembros del Comité fueron condenados a muerte en 1952, es importante señalar que en aquella época las ejecuciones se llevaban a cabo al día siguiente del fallo del tribunal.

La campaña antisemita iniciada hizo una pausa debido a los acontecimientos en torno a la creación del Estado de Israel, en 1948. La URSS respaldó vigorosamente la idea de la independencia de Israel, con el fin de obtener del nuevo Estado un aliado estratégico en la región. La URSS fue uno de los primeros países en reconocer a Israel y en permitir que el nuevo Estado tuviera las armas de fabricación checoeslovaca y alemana para luchar contra los árabes.
En enero de 1949 se lanzó una campaña mediática de gran escala contra los “cosmopolitas sin raíces”, eufemismo de la palabra judío, dirigida contra los intelectuales. El antisemitismo stalinista comenzó en todo el país un ataque abierto contra los judíos. Se revisaron los contenidos de libros, películas, estudios científicos, en busca de referencias a autores extranjeros. En esta campaña fueron asesinados muchos escritores y artistas judíos importantes. Los términos como “cosmopolitas sin raíces”, “cosmopolitas burgueses”, y “personas carentes de nación o tribu”, todos eufemismos de la palabra judío, aparecieron en los periódicos. La prensa soviética acusó a los judíos de ser “serviles a Occidente”, de ” ayudar al imperialismo estadounidense”, y de “imitar la cultura y la estética burguesa”. La victimización de los judíos de la URSS en manos de los nazis fue negada; eruditos judíos fueron retirados de las ciencias y se les negó a los judíos el derecho de emigración. La campaña antisemita stalinista culminó con el Complot de los Médicos en 1953. Ya el 1° de diciembre de 1952, Stalin pronunció las siguientes palabras: “Todo sionista es agente del espionaje estadounidense. Los nacionalistas judíos piensan que su nación fue salvada por los Estados Unidos, allá donde ellos pueden hacerse ricos y burgueses. Piensan los judíos que tienen una deuda con los estadounidenses…. Entre los médicos, hay numerosos sionistas”. Sin duda que el antisemitismo comunista bajo el gobierno de Stalin comparte una característica común con el antisemitismo nazi y fascista en su creencia que hay una “conspiración judía mundial”.

Después de la muerte de Stalin, el primer ministro soviético Nikita Khrushchev criticó a Stalin e inició el proceso de destalinización. Pero él no veía las políticas antijudías de su predecesor como “actos monstruosos” o “violaciones a los principios básicos de Lenin sobre las políticas nacionales del estado soviético.” El antisemitismo no desapareció; adoptó un nuevo aspecto que estaba relacionado con la política que llevaba adelante la Unión Soviética en relación al Medio Oriente, y que se situó claramente del lado de los Estados árabes en su lucha contra Israel. Esta política encontró su cauce cuando inmediatamente después de la Guerra de los Seis Días en 1967, una ola de entusiasmo sionista invadió a la Unión Soviética. Muchos judíos soviéticos expresaron su íntimo deseo de emigrar a Israel. Un ingeniero de radio de Ucrania, que se identificó como judío, Borís Kochubievsky trató de emigrar a Israel. En una carta a Leonid Brézhnev, declaró;

“Yo soy un judío. Yo quiero vivir en un Estado judío. Ese es mi derecho, como lo es el derecho de un ucraniano vivir en Ucrania, el derecho de un ruso vivir en Rusia, el derecho de un georgiano vivir en Georgia. Quiero vivir en Israel. Ese es mi sueño, ese es el objetivo no sólo de mi vida, sino también de la vida de cientos de generaciones que me precedieron, de mis antepasados que fueron expulsados de sus tierras. Quiero que mis hijos estudien en el idioma hebreo. Quiero leer periódicos judíos, quiero asistir a un teatro judío. ¿Qué hay de malo con eso? ¿Cuál es mi crimen?”
Se ingresaba así a la lucha y a la demanda por la liberación de los judíos que querían emigrar a Israel, se iniciaba una nueva epopeya bajo el lema “Shlaj na et Amí”, (“Deja salir a mi pueblo”)

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