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Teyú Cuaré, el “refugio nazi” en Misiones: del mito de Bormann a las fotos de Hitler

El único sendero que llega al sitio desemboca en una estructura de cinco metros de altura y paredes construidas con pesados bloques de piedra: esto necesitó de un enorme trabajo para llevarlas desde una cantera, darles forma y apilarlas. Y allí mismo se colocaron ventanas y un complejo sistema de cloacas.

¿Para qué se construyó esta estructura si no era para proteger algo?
La primera noticia sobre esta historia se conoció el 22 de marzo de 2015. “Un refugio nazi en la selva misionera” fue uno de los primeros titulares, imprecisos, y rebotó en todo el mundo. El sitio era ya conocido por los pobladores de la zona desde hacía tiempo, e incluso Horacio Quiroga, el vecino más famoso de la zona, acompañó a Lugones en 1908 a la zona.

En 2017 hay algunas certezas más -a pesar de que las dudas no se evacuaron del todo- gracias al riguroso trabajo de Daniel Schávelzon y Ana Igareta, arqueólogos investigadores del Conicet que lideraron una investigación sobre este extraño complejo de construcciones.

Su trabajo lo convirtieron en un libro, Arqueología de un refugio nazi en la Argentina (Paidós, 456 páginas, 499 pesos) muy detallado sobre Teyú Cuaré.

Allí se creyó incluso, durante mucho tiempo y de manera equivocada, que se había refugiado Martin Bormann, secretario de Hitler. Entre los hallazgos aparecieron también un recorte de diarios con la imagen de un soldado alemán con la cruz esvástica, una moneda de 50 Reichspfennig (Alemania, 1942), dos coronas eslovacas de 1940, un Dinar yugoslavo de 1938 y una moneda de un centavo argentino acuñada en 1939.

También aparecieron objetos de lujo y exóticos importados de Alemania junto a otros muy rudimentarios y locales, y un extraño cinturón del ejército de Franco.

La sorpresa apareció en el equipo de trabajo cuando uno de los integrantes se dio cuenta que una de las piedras estaba fuera del nivel: la retiraron y ahí empezaron a aparecer las piezas de un rompecabezas que hoy, aunque está armado, sigue siendo un enigma.

El descubrimiento alimentó aún más los mitos sobre el nazismo en Misiones. En octubre de 2015, la nuera de Adolf Eichmann, arquitecto de la solución final, tenía intenciones de ser candidata a la intendencia de Garupá aunque luego se bajó.

Sin embargo, el libro se ciñe al rigor científico: “No decimos que fue ‘nazi’ sino ‘hecha para refugio de nazis’, porque no tenemos la certeza de que se hayan refugiado”, explicó a Clarín Schávelzon, sobre el que muchos consideran el hallazgo más grande de América Latina de los últimos años.

─ ¿Es el trabajo más importante que hicieron en sus vidas?

─ En mi caso particular, no sé si es el más importante, seguro el que tiene más impacto. La experiencia fue complicada, una cosa es el que lo se ve de afuera y otro trabajo que fue armar todo esto. Tuvimos muchas dificultades.

─ ¿De qué tipo? ¿Cómo fue la experiencia?

─ Nos llegó a caer la policía, porque un diario de Posadas tituló “Descubren un tesoro nazi en Misiones”, por una moneda de 1920 que encontramos, que encima era inglesa. O una periodista que por unos frasquitos de vitaminas que se encontraron en Teyú Cuaré dijo que eran frascos que usaba Josef Mengele para hacer experimentos. Y después están los que ven nazis en todos lados, los que dicen que nos pagó el Mossad y esas ridiculeces.

─ ¿Cómo conociste el lugar por primera vez?

─ La primera vez que fui trabajaba las misiones jesuíticas. Y cuando me enteré que había un parque que era hermoso, con unos acantilados espectaculares, quise conocerlo. Y me llevé una sorpresa con esta construcción, por eso lo anoté como una de las cosas que en algún momento de mi vida debía volver para tratar de entender.

─ ¿Qué sabían de Teyú Cuaré en 2015 cuando recién llegaron?

─ Cuando fuimos casi no sabíamos nada, no había una palabra escrita desde lo académico. La idea era hacer un estudio de un conjunto construido en piedra que se atribuía a varias épocas pero que para los especialistas eran de la época jesuítica, es decir del siglo XVII. Algo raro había.

─ ¿Qué cosas no les cerraban?
─ Primero, que a la vista era evidente que no era del siglo XVII. No tenían esa antigüedad ni la construcción. Era algo muchísimo más moderno. Era una arquitectura que parecía moderna, pero estaba construida en piedra, era inaccesible.

─ Y hasta hay carteles en el Parque Provincial, hoy, que dicen “Casa de Bormann”.
─ Claro, era raro que la gente local atribuía al secretario de Hitler, Martin Bormann, la vivienda. Y esto era imposible porque desde 1972 se sabe que murió cerca de 1945 (por un análisis de la dentadura del cuerpo. Y lo otro que no me cerraba es que no había referencias del refugio. Nunca había habido un camino que uniera San Ignacio que está a 7 km con esto. Hasta el año 2000 que se hace el camino, nunca hubo un sendero para ir y venir.

─ ¿De cuándo es el refugio? ¿Quiénes lo construyeron?

─ Por los datos puramente arqueológicos la construcción es de 1945, pudo empezarse en 1944, y hacia 1955 queda abandonado. Creo que en realidad estuvo cuidado durante esos años pero que vivió poca gente, y de alto nivel durante muy poco tiempo. En cierta medida no fue necesario usarlo.

─ ¿Se puede decir que fue un “refugio nazi” para vivir? ¿Qué evidencia hay?
─ Monedas en los cimientos (antes de construir), un recipiente metálico con fotos de Hitler y Mussolini, monedas de los países invadidos del Este europeo guardadas de recuerdo en una lata, fotos, recortes de diarios de época. No decimos que fue “nazi” sino “hecha para refugio de nazis”, porque no tenemos la certeza de que se hayan refugiado.

─ ¿Quiénes usaron el refugio de Teyú Cuaré? ¿Con qué propósito?
─ No sé quiénes lo usaron ni podemos saberlo, al menos con nombres concretos, imposible. Ni siquiera como hipótesis. La basura nos dice que hay dos grupos o personas de diferente nivel: objetos de lujo y exóticos importados de Alemania (muy pocos), y otros muy modestos, locales y nacionales que son la mayoría ¿cuidadores, vigilantes? Y un extraño cinturón del ejército de Franco enterrado en un pozo que encontramos vacío, y que suponemos que es de los últimos tiempos en que estuvo en uso el lugar.

─ ¿Cómo se trabaja con esos materiales, una vez encontrados?
─ Todo lo que se encuentra pasa por el equipo de restauración. Es un equipo muy eficiente. Y hay un tema: en la arqueología se le ha dado poca importancia a la restauración de los objetos, porque los toman como objetos de estudio. Pero para mí son, además de eso, un patrimonio que la comunidad tiene que conocer. Eso va al laboratorio, que es una carpa en principio. Se lava, se limpia y se pegan. Se las analiza, se hace un inventario, y si es necesario, se hace un análisis físico químico.

─ Podría ser que no haya un sitio así en América Latina, cuentan, porque si bien hay certeza de que hubo nazis refugiados en Argentina, no hay rastros materiales derivados de su presencia. ¿Por qué en Misiones?
─ Eso es imposible saberlo, salvo que alguien encuentre un escrito explicando las cosas. Misiones tenía nazis y antinazis, pero por qué alguien decidió hacer esto en ese lugar no lo sé, ni creo poder averiguarlo nunca. Pero es evidente que fue una buena elección.

─ ¿Por qué?
─Porque hasta ayer nadie se había dado cuenta de lo que era. Y hasta el año 2000 no hubo camino: el sitio no está en ningún plano ni en ninguna escritura. No hay catastro, está tan bien escondido que se les piantó a todos. El que lo eligió evidentemente conocía muy bien la zona y encontró un sitio ideal para un escondite.

─ ¿En qué momento se dieron cuenta que era un refugio nazi, cómo fue ese quiebre?
─ Cuando encontramos las monedas y los objetos, y al completar la excavación de los pozos de basura (¿tirar la basura en pozos cuando el Paraná está a pocos metros y el resto es selva?). En el libro están los cuadros de las fechas de los objetos de los pozos y de otros objetos y eso nos cerró que estábamos en 1945. Lo discutimos mucho, nos peleamos mil veces entre nosotros, trajimos dos expertos de Estados Unidos e Inglaterra para estar seguros. Por eso tardamos dos años en largar el libro.

Las conclusiones del libro dispararon una gran serie de trabajos y papers científicos. Hay incluso, uno dedicado sólo al cinturón franquista.

“La memoria se instala en un lugar determinado porque un grupo de gente necesita hacerlo. Bormann y su mito nacieron porque tenía que depositarse el nazismo y la germanidad de derecha, en plena dictadura, en algún sitio: fue este”, explican.

La extraña casa de Teyú Cuaré se puede visitar, aún hoy. La propuesta de Schávelzon y su equipo de investigación es que deje de ser el absurdo de la “Casa de Bormann” y que pase a ser un “Espacio de la Memoria Misionera”.
Fuente: Diario Clarin

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