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Sucot: Humildad y fortaleza

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Durante la festividad de Sucot, se nos ordena vivir en cabañas – las muy frágiles sucot – por siete días[1]. Más aún, debemos considerar a la Sucá como “nuestra vivienda permanente” por esos días[2]. La Sucá se convierte en el símbolo de la humildad y de la sencillez; su estructura frágil, nuestra exposición física a las fluctuantes condiciones del tiempo (el techo cubierto de ramas debe permitir que cierta cantidad de luz pase a través de él, estando entonces nosotros bajo los embates de las lluvias y los vientos), su condición de construcción temporal y precaria… todo en ella se construye de manera que nosotros sintamos nuestra fragilidad, nuestra debilidad, nuestra vulnerabilidad. La Sucá es, en alguna forma, mucho de lo que nosotros mismos somos; de nuestra propia condición. Nos devuelve de nuestro tan presente orgullo y de nuestra falsa seguridad; de un mundo en el que reinan la indiferencia, la insensibilidad y la apatía.

La humildad es una cualidad altamente apreciada por nuestros Sabios. De las incontables virtudes de Moisés (Moshé, el hombre más perfecto de la historia humana, según nuestra tradición), la única virtud a la que refiere la Torá es que Moisés era “un hombre muy humilde” [3]. Se trata de una actitud hacia la vida; una cierta clase de lectura no-violenta de nuestra completa realidad en este mundo. En el Talmud, nos enseñan que “es mejor ser un hombre perseguido que uno de los perseguidores” [4], para desarrollar nuestro sentido de la justicia en el reconocimiento de la Bondad – una manera muy humilde de concebir la vida -.

Pero nuestros Sabios dan un paso adicional, y más profundo, con esta enseñanza. Ellos explican que esto es aplicable únicamente cuando no hay otra alternativa. Idealmente, debemos ser suficientemente fuertes para evitar que otros nos persigan, sin por ello volvernos nosotros mismos en perseguidores. Esto significa que la humildad y la sencillez no deben ser confundidas con la debilidad y la indefensión. Debemos desarrollar un fuerte espíritu basado en una profunda humildad, pudiendo defendernos al mismo tiempo de la agresión – garantizando con ello nuestro futuro como pueblo.

Ése es exactamente el espíritu de Sucot y su conclusión. Entramos en la Sucá para no perder la dimensión de la humildad y de la sencillez, pero retornamos luego de 7 días a la seguridad de nuestros hogares porque así debe ser – somos responsables primero y por sobre todo de la seguridad física y espiritual de nuestras familias -. Sí: Sucot nos recuerda lo que debemos ser y hacer, destacando algunos valores centrales para nuestra existencia; pero esos valores – la humildad y la sencillez – son relevantes en la medida que sean parte de nuestra obligación primera: garantizar nuestro futuro (algo realizado tan extraordinariamente en la cotidiana vida del Estado de Israel).

Quiera el espíritu de la Sucá llenar nuestros corazones y almas, devolviéndonos a nuestra sensatez, a nuestra sensibilidad, a nuestra fraternidad y hermandad, a nuestra humildad y sencillez. Que seamos más humanos… menos materialistas, superficiales, triviales… para construir la clase de mundo que combine respeto y cuidado, amor y protección, corazones y huesos.

Que este Sucot les traiga incontables alegrías, gozo y esperanza.

Con nuestros mejores deseos,

¡Jag Sucot Saméaj!
¡Jazak ve’ematz!
RABINO CARLOS A. TAPIERO
Vice-CEO & Director de Educación
Unión Mundial Macabi

[1] Vaikrá (Levítico) XXIII, 42.
[2] Talmud Babilónico, Sucot 28b.
[3] Bamidvar (Números) XII, 13.
[4] Talmud Babilónico, Baba Kama 93a.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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