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Parashat Vayetzé

Vayetzé quiere decir y salió. Esta es la fabulosa parasha del sueño de la escalera que tantos comentarios ha generado.

Tras huir de su hogar en Beer Sheva, Iaakov viaja a Jarán. Al costado del camino encontró un lugar para acostarse, armó una almohada con piedras, y durmió allí. Tuvo un sueño en el que había una escalera que se extendía desde la tierra hasta los cielos, y los ángeles estaban en movimiento, ascendían y descendían. Di-s se le aparece y promete que la tierra sobre la cual está acostado será dada a sus descendientes, y que él estará en paz.

Este es uno de los grandes sueños de la Torá. La escalera de este sueño es presentada muy detalladamente en la Torá. Dice el texto: “y había una escalera apoyada en el piso, y su cima llegaba al cielo”. La Torá se preocupa en describir que la escalera estaba apoyada en el suelo y su cima llegaba al cielo, porque un profundo mensaje se esconde detrás de esto. Podemos pensar esta escalera y el movimiento de los ángeles, como medios que unen de alguna manera el mundo del materialismo al mundo de la espiritualidad. Una escalera sólo puede llegar al cielo cuando tiene su base firme en la tierra. Un gran edificio solo puede ser construido cuando sus cimientos son profundos y sólidos. Lo mismo ocurre con nosotros los seres humanos. Solo podemos soñar cuando nuestros pies están bien puestos en la tierra. Debemos soñar, debemos proyectarnos, debemos ambicionar, pero esto debe ser real.

La escalera de Iaakov llega al cielo porque tiene su base bien puesta en la tierra. Nuestro patriarca ve que los ángeles suben y bajan, van de la tierra al cielo, de lo concreto a lo abstracto, de lo terrenal a lo celestial, porque así se concretan los proyectos y porque así uno logra sus objetivos.

Iaakov describe ese lugar como BetEl, porque Hashem se hace presente en nuestros proyectos cuando son aterrizados y pueden ser cumplidos.

Al llegar a destino, Iaacov se queda en Jarán, donde trabaja para su tío Laban, cuidando sus ovejas. Laban concuerda en darle su hija menor, Rajel, a quien Iaacov ama, para casarse con ella, como paga por siete años de trabajo. Pero en la noche del casamiento, Laban le entrega a la hija mayor, Lea, un engaño que Iaacov sólo descubre a la mañana. Iaacov se casó con Rajel también, una semana más tarde, luego de aceptar trabajar siete años más para Laban.

Lea tiene seis hijos, Ruvén, Shimón, Levi, Iehuda, Isajar y Zvulún, y una hija, Dina, mientras que Rajel es estéril. Rajel le da a Iaacov su sirvienta, Bilá, para tener hijos con ella para Rajel, y dos hijos más, Dan y Naftalí, nacen. Lea hace lo mismo con su sirvienta, Zilpá, de quien nacen Gad y Asher. Finalmente, las plegarias de Rajel son respondidas y nace Iosef.

Iaacov ya estuvo en Jarán por catorce años y desea retornar a su casa, pero Laban lo convence de quedarse, ofreciéndole sus ovejas como paga por el trabajo. Iaacov prospera, a pesar de los repetidos intentos de Laban por arruinarlo. Luego de seis años, Iaacov deja Jaran a escondidas, temiendo que Laban no le permitiría irse con la familia y riquezas por las cuales había trabajado. Laban y Iaacov hacen un pacto en el Monte Gal-Ed, y Iaacov continúa viaje hacia la Tierra Santa, donde es encontrado por ángeles.

Así vemos cómo Iaacov, finalmente logra cumplir su sueño luego de catorce años. Logra tender un puente, y unir su mundo espiritual, sus sueños, y hacerlos realidad.

 

Por Sabrina Mancovsky

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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