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Egipto e Israel: a cuarenta años del magnicidio de Anwar el-Saddat y los acuerdos de Camp David

Los pactos rompieron abruptamente el frente árabe unido contra Israel y dio lugar a la suspensión por 10 años de Egipto de la Liga Árabe.

Aún no se cumple un mes desde que el 13 de septiembre pasado, Naftali Bennett, el primer ministro del Estado Israel viajó a reunirse con el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi en las famosas playas de Sharm El-Sheikh, en la península del Sinaí. El encuentro entre ambos mandatarios fue la primera invitación oficial de la República Arabe de Egipto después de 10 años a un primer ministro israelí para reunirse en su país. El encuentro se produjo un par de semanas antes de la conmemoración por los 40 años del crimen del presidente egipcio Anwar el-Saddat, ocurrido el 6 de octubre de 1981.

Según el diario cairota Al-Watan (La Patria en idioma árabe) la agenda concertada mutuamente avanzo en una evaluación general de las relaciones bilaterales actuales y futuras entre Israel y Egipto en el marco del acuerdo de paz (“aunque paz fría”) firmado por el asesinado presidente Saddat y que continúa vigente.

Sin embargo, los acontecimientos temporales que acompañaron a la creación del estado de Israel en 1948 no han sido olvidados por la oposición al gobierno del presidente Al-Sisi. En esos momentos, Egipto fue el principal enemigo de la creación del hogar nacional  judío, por lo que Israel tuvo que lidiar militarmente de forma ardua con Egipto, el país árabe, proveyó el mayor número de hombres y armamento en la guerra conocida como de la independencia del estado de Israel. El Cairo jugo un papel importante en la oposición al ideario sionista en los años previos a la guerra de la Independencia de Israel en 1948. Tres años antes, La Liga Árabe había realizado una reunión entre siete países árabes en Alejandría donde se firmó un acuerdo militar potente. En diciembre de 1945, la Liga había anunciado un boicot económico total a la comunidad judía bajo el Mandato Palestino del gobierno británico. Ese fue el presagio de la guerra que se aproximaba inevitablemente.

La victoria militar de Israel sobre Egipto en 1948 no resultó suficiente para disuadir a los líderes egipcios de futuras agresiones, pero la derrota dio lugar a que el rey Farouk fuera derrocado y al ascenso del joven coronel Abdel-Gamal Nasser, quien según sus hombres había combatido valientemente esa guerra, algo que Nasser se encargó de resaltar en sus memorias, al tiempo que señaló la incompetencia del alto mando militar egipcio al que culpó directamente de la derrota militar denunciando el pobre y tibio desempeño egipcio en el campo de batalla por la indiferencia del rey Farouk. Estas posiciones de Nasser lo ayudaron a crear el Movimiento de Oficiales Libres que derrocó al monarca en 1952.

Con el poder político en sus manos y la total lealtad de las Fuerzas Armadas, Nasser se convirtió el nuevo hombre fuerte de Egipto y continuó enfocado en atacar al naciente estado judío, como lo señaló en su editorial el diario árabe recordando aquellos años el mismo día en que Bennett arribo a Egipto, la idea de Abdel Gamal Nasser era la destrucción absoluta y total de Israel.

Nasser siguió la línea de los demás estados árabes y se negó a reconocer a Israel aún en la derrota y todo lo que firmó fue una Hudna (cese al fuego temporal o armisticio). No obstante, continuó su guerra por otros medios. Así, Nasser se inclinó por la estrategia de entrenar y armar a combatientes palestinos y de otros países árabes -en su mayoría no egipcios conocidos como fedayines- a través de los cuales ejecutó cantidades de ataques en territorio israelí.

Un oficial de confianza de Nasser, el capitán del ejército Mustafa Hafez fue el encargado de organizar a los fedayines. Hafez y Salah Mustafa, en ese momento agregado militar egipcio en Jordania, entrenaron a unos 2000 fedayines para actividades terroristas y de sabotaje, ellos dinamitaron vías férreas, volaron cañerías de agua y colocaron cientos de explosivos en rutas y aldeas judías, ejecutaron incendios intencionales en sembradíos y dieron muerte a unos 900 civiles israelíes entre los años 1952 y 1955. Estas acciones no fueron ejecutadas por novatos de una red terrorista recién formada, muchos de esos fedayines provenían de la vieja organización del líder nacionalista-palestino Amin al-Husseini, conocido como “el Gran Muftí” de Jerusalén, que en ese momento vivia exiliado en El Cairo.

La inteligencia israelí de aquellos años consideró esas células terroristas de alto peligro. El gobierno ordenó a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) llevar a cabo contra-ataques de represalias que fallaron reiteradamente. Así, a mediados de los años ‘50, el capitán Hafez, hombre de confianza de Nasser estaba ganando la pulseada. En consecuencia, el entonces primer ministro, David Ben-Gurión, impulsó el establecimiento de una unidad de comando llamada Unidad 101, a la que ordenó llevar a cabo operaciones que envíen un duro mensaje de disuasión. Los operativos de la inteligencia militar israelí atacaron con éxito a los hombres del círculo íntimo de Hafez con cartas bombas utilizando el correo postal. Los ataques terroristas hacia Israel se redujeron rápidamente. Sin embargo, El Cairo continuó siendo el enemigo principal y más peligroso del estado judío.

En la década del ‘50, Egipto se convirtió en refugio para muchos criminales de guerra nazis y científicos del derrotado Tercer Reich, Nasser se dio a la tarea de desarrollar misiles capaces de atacar a Israel y comenzó a recibir sistemas de armas y apoyo de la ex-Unión Soviética. De ese modo, Oriente Medio pasó a transformarse en escenario abierto de batalla de la Guerra Fría. A ello le siguió la errónea decisión de Nasser de nacionalizar el Canal de Suez en 1956, lo que dio lugar a que Israel, Inglaterra y Francia atacaran Egipto. La campaña militar israelí fue exitosa desde el primer momento,  cuando ayudada por información de su inteligencia logró derribar un avión de la fuerza aérea egipcia que volaba desde Ammán en dirección a El Cairo transportando a gran parte del Estado Mayor egipcio, la operación fue un golpe de alto impacto. Luego las fuerzas de Israel ocuparon la península del Sinaí, donde su inteligencia encontró encontró en un edificio abandonado de Gaza un archivo completo con los nombres de los terroristas palestinos que Hafez y sus hombres habían desplegado dentro de Israel en los años anteriores a la campaña del Sinaí, eso fue un golpe mortal a los planes de Abdel Gamal Nasser.

No obstante, en una decisión que después evidencio ser errónea, Estados Unidos presionó a los británicos, franceses e israelíes a retirarse; con lo cual cedió a Nasser una victoria propagandística contra Occidente dado que los documentos desclasificados de la CIA muestran que Egipto siguió complotando contra Israel y los aliados de Washington en la región.

Esos documentos desclasificados de la agencia estadounidense sobre las actividades del Muftí Amin al-Husseini señalan que él y el ministro egipcio Anwar el-Saddat planearon un intento de asesinato del rey Saud de Arabia Saudita el 19 de abril de 1957. Para ese fin, un sicario experto en asesinatos selectivos de aquellos años, un palestino cuyo nombre en clave según la CIA era de “Shahin”, recibió una bomba en territorio saudita y se la entrego a Abdallah Faisal, un miembro traidor de la familia real que la colocó en el dormitorio del rey. Sin embargo, el plan fue descubierto y acallado por la participación de Faisal, quien días después fue encontrado sin vida en su oficina. El mismo documento indica que el Gran Muftí Husseini estuvo involucrado en una operación frustrada para colocar una bomba en el consulado de Estados Unidos en Jerusalén el 8 de agosto de 1957. El Oriente Medio que siguió al conflicto de Suez profundizó una mayor inestabilidad y cambió la ecuación existente antes de la crísis del canal.

Al mismo tiempo, en Irak se produjo un golpe de estado sangriento, la dinastía hachemita respaldada por Washington fue derrocada en 1958, año en que también Washington se vio obligado a enviar tropas al Líbano por primera vez.

Según otro documento desclasificado de la CIA del 4 de junio de 1958. Gamal Abdel Nasser planeaba asesinar al otro monarca árabe de la región, el rey Hussein de Jordania, y también al presidente cristiano del Líbano, Camile Chamoun; al mismo tiempo otro plan para asesinar a Saud tuvo dificultades organizativas, pero Nasser esperaba que todos esos planes resultaran exitosos en menos de tres meses. Ante sospechas de estos planes y no por coincidencia, Saud conspiró para asesinar a Nasser en 1958, pero su plan falló, por lo que eligió renunciar al trono.

A pesar de que anteriormente, y con éxito, había solicitado a Saud dinero para sus actividades anti-israelíes, el Muftí Husseini estaba buscando “formar un nuevo gobierno en Palestina y Gaza y mantenía sus planes de asesinar al rey Saud”. En abril de 1957, el mismo cable desclasificado de la CIA señala que un palestino que participó en el plan de asesinato del rey Abdullah de Jordania en 1951 fue capturado en Riad con una gran cantidad de armas y explosivos. Con este hecho se comprende porque el rey Saud conspiró para asesinar a Nasser en 1958, aunque su plan no tuvo éxito y derivó en su renuncia.

Tiempo después, con sospechosa y repentina muerte de Nasser por un fallo cardíaco todo dependería de su sucesor, Anwar el-Saddat, sería él quien debería cambiar de rumbo. Saddat envió muchas señales -las que inicialmente los estadounidenses pasaron por alto- de que pretendía incorporarse del campo soviético alejándose de Estados Unidos. Saddat sabía que un acercamiento con Estados Unidos requería un cambio de postura hacia Israel y en ese momento no estaba dispuesto a esa jugada política.

Años después, el propio Anwar el-Saddat, junto con el primer ministro israelí Menachem Begin, ganaría el Premio Nobel de la Paz por firmar los Acuerdos de Camp David en 1978 y reconocer al estado de Israel. La decisión de Saddat rompió abruptamente el frente árabe unido contra Israel y dio lugar a la suspensión por 10 años de Egipto de la Liga Árabe, y en octubre de 1981 Saddat fue asesinado en el marco de una parada militar por elementos terroristas de la Hermandad Musulmana.

La paz -aunque fría- continúa entre las dos naciones, los acuerdos de Camp David se han mantenido. El asesinato de Anwar el-Saddat no cambió las cosas como lo esperaban sus perpetradores. Tampoco la caída de su sucesor Hosni Mubarak en 2011 y el breve gobierno de los Hermanos Musulmanes lograron modificar los acuerdos de paz firmados por Saddat con el Estado de Israel. Sin embargo, no es apropiado pensar que ese tratado de Camp David puede ser eterno. La actividad de grupos islamistas dentro de Egipto como en Gaza está en crecimiento desde la reciente y fracasada primavera árabe. Y el historial entre ambos estados los obliga a trabajar constantemente en la preservación y vigencia de ese acuerdo, los peligros que los acechan son variados y están presentes más que nunca dentro de Israel como en Egipto.

 

Por George Chaya

 

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