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“Tenemos que aprender a distanciarnos un poco más”

Diana Wang es psicóloga y escritora. En los últimos días, escribió una nota de opinión en el diario Clarín titulada “Ahora no quiero salir”, donde piensa cómo será la nueva normalidad, qué aprenderemos de la pandemia y cómo la estamos atravesando.

“No sabemos qué pasará con el COVID o cuándo terminará. Yo no integro el grupo de personas optimistas que creen que la humanidad va a cambiar y que vamos a ser mejores. Seguimos siendo los mismos y en la medida en que podamos, volveremos a tener las mismas conductas de siempre”.

“Sí me parece que hay algunas cosas que se van a quedar por bastante tiempo. Después del período de adaptación y de acostumbrarse después del shock, de pronto siento un disfrute muy pacífico de esto de no tener que correr. A partir de ahora, cuando todo esté liberado y cuando nos sintamos protegidos para salir, voy a elegir con mucho más cuidado adónde voy a ir y dónde no. A qué reuniones hay que ir y cuáles puedo resolver por video o llamado. Cosas que antes eran un esfuerzo muy grande y ahora voy a dejar de hacer”, dijo Wang.

“Yo integro el grupo de privilegiados que tiene lo que necesita: casa, comida, he seguido trabajando. Entonces no me afectó el tema laboral como a la mayoría de la gente, hablo desde ese lugar. Los que están sufriendo mucho son los chicos, que no tienen la escolaridad presencial y los pequeños emprendimientos. Pero de pronto aparecen espacios de libertad, con las herramientas online”.

“Tenemos que aprender a distanciarnos un poco más. Los latinos hablamos demasiado cerca. En los países del Norte, tanto en América como en Europa, mantienen una distancia, como si los rodeara un círculo de un metro. No invaden el espacio personal. Nosotros somos muy de tocarnos, pero en relaciones de proximidad, no indiscriminadamente con cualquiera”.

“Por otro lado, con las pantallas nos pasa que nos cansamos, y al mismo tiempo agradecemos que existan. El esfuerzo de concentración frente a la pantalla requiere un esfuerzo adicional, que lo presencial lo tiene más relajado. En la pantalla tenés que estar mirando al frente todo el tiempo y los silencios son sumamente incómodos. Es decir, obliga a una actividad constante, además de eso de verse a uno mismo todo el tiempo, que te desconcentra y saca del lugar”, explicó la psicóloga.

“Otra cosa que tiene la pantalla es la actitud, estar sentado quieto todo el tiempo es agotador. Además, la pantalla no tiene profundidad y la profundidad en un encuentro, da una distancia de cuidado y preservación de uno mismo. Todas estas características requieren un trabajo adicional en el cerebro, porque tenemos que aprender a encontrar otras señales. Es complicado, no tenemos nuestro sistema neurológico preparado para esto y nos tenemos que adaptar”, finalizó Wang.

Reproducción autorizada por Radio Jai citando la fuente.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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