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Parashá Ki Tisá, primeras y segundas tablas

La Torá le dedica extensos capítulos a la descripción de lo ocurrido antes, durante y después de la Revelación en el monte Sinaí. El antes y el después son relatos de eventos relativamente entendibles, pero en cuanto al “durante”, la Torá se esfuerza explícitamente por describirlo como nebuloso, supranatural y plagado de una escenografía de signos y milagros.

El resultado de la Revelación de Sinaí son los Diez Mandamientos grabados en dos tablas. En nuestra parashá se describe las tablas de la siguiente manera: «Y las Tablas, obra de Elohim eran; y la escritura de Elohim era, grabada sobre las Tablas» (Éxodo 32:16). No existe capacidad humana para comprender este versículo. ¿Qué quiere decir realmente «escritura de Elohim»? Sólo podemos ayudarnos con herramientas asociadas con efectos especiales cinematográficos para visualizar una escena que represente la «escritura de Elohim», pero ese recurso no implica un verdadero entendimiento de aquello.

Sin embargo, Moshé Rabeinu, el único testigo de este acto milagroso e incomprensible, decide por motu proprio, al contemplar la conducta del pueblo y la construcción del becerro de oro, romper el producto de la «escritura de Elohim». Cualquier tradición temeraria hubiese culpado a Moshé por semejante acto de insolencia o por actuar impulsivamente, conducta que no es acorde con un líder de su talla. La valiente tradición de Israel, por el contrario, felicitó aprobó a Moshé por su decisión. Las últimas palabras de la Torá son «…por todo el temor grande que causo Moshé a los ojos de todo Israel». Rashi, resumiendo según su costumbre tradiciones que lo precedieron, dice que estas palabras se refieren a la roturas de las tablas escritas por D’s y felicita a Moshé por haberlo hecho. ¡Una cosa es no condenar pero otra es felicitar! ¿Porque este merecimiento? Inmediatamente después del episodio del becerro, D’s se dirige nuevamente a Moshé y le ordena: «…talla tú dos tablas de piedra como las primeras y Yo escribiré sobre las tablas las palabras que estaban sobre las tablas primeras, que quebraste» (Éxodo 34:1). Incluso en el mismo capítulo, en el versículo 27, D’s se dirige a Moshe diciéndole «escribe tú estas palabras». Parecería ser que las segundas tablas, a diferencia de las primeras no eran obra de Elohim sino de Moshé. Él las talló y según el último versículo incluso las escribió. Es decir las segundas tablas son producto de la obra humana.

Inmensidad de explicaciones se ha dado acerca de este suceso, según el cual finalmente las tablas que lograron sobrevivir fueron las talladas y escritas por el hombre y no por D’s. Varias de ellas se refieren a que la ley, si bien tiene un origen divino, requiere de un desarrollo humano de transmisión y adaptación. En caso de no contar con estas actividades que se limitaría la Torá a la esfera celestial y no a su implementación como herramienta para afrontar la vida y sus escollos.

Solamente citaré una fuente del Midrash que intenta explicar la relación entre las primeras tablas, aquellas que fueron quebradas, y las segundas, aquellas que prevalecieron: «Las primeras tablas que fueron dadas en público a través de milagros, no prevalecieron. Las segundas tablas que fueron dadas en privado y de manera modesta fueron las que prevalecieron» (Midrash Tanjuma 31).

El mensaje educativo de esta comparación entre las primeras y las segundas tablas es de inmensa profundidad. Los eventos basados en “efectos especiales”, en «pirotecnia», que intentan producir un resultado instantáneo, pagan el precio de la superficialidad. Generalmente se dejan llevar sólo por las tendencias de marketing y no producen frutos educativos a largo plazo. Los mismos hebreos que vieron la Revelación en el monte Sinaí, son los que construyeron poco tiempo después el becerro de oro. La educación es un trabajo minucioso y arduo, que no consiste en impactar sino en empoderar con herramientas de crecimiento que conviertan la pasividad del observador pasivo que anhela la estupefacción que le producirá el «milagro», en activismo creativo que exprese y consolide el mensaje de las segundas tablas: el pacto activo, el que requiere del esfuerzo, entre el hombre y D’s a través de la Torá.

Rabino Dr. Ari Bursztein

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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