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Vaishlaj: Preparándonos para la batalla

Una situación tensa, así comienza Parashat Vaishlaj. Yaakov envía a su hermano mensajeros, una especie de ángeles, para saber cómo poder enfrentar a Esav, el hermano al que le arrebató de la primogenitura, comprándosela a cambio de un plato de lentejas. Los enviados le contestan a Yaakov, que su hermano también se está preparando para el encuentro y que hay 400 hombres con Esav. Yaakov les ordena a los mensajeros en cierto modo, que le ofrezcan a su hermano Esav, parte de la riqueza que ha ganado en estos años.

La escena estremece a Yaakov, su hermano se alista a su encuentro con nada menos que 400 hombres, pasaron décadas desde la última vez que se vieron, más que la distancia, fue el enojo, la envidia y el odio lo que los alejó el uno del otro. Papá y Mamá, Rivka e Itzjak ya no están, queda todo a disposición de estos dos hermanos peleados que se preparan para un encuentro que no sabemos cómo terminará.

Yaakov establece medidas de protección con los suyos, dividiendo su campamento en dos, incluyendo familiares y también su ganado. La intención del patriarca no era otra que poder, eventualmente, salvar aunque sea a la mitad de su familia. Así lo relata la Torá:

“Y dijo (Yaakov): Si viene Esav a un campamento y lo ataca, el otro campamento podrá escapar” (Bereshit 32:9).

Acto seguido, además de haber enviado a los mensajeros y de haber dividido a sus campamentos, Yaakov eleva una Tfilá, una plegaria, para finalmente separar de su riqueza a modo de regalo para su hermano Esav.

Rashi, en base a un Midrash, comenta el pasuk (versículo) que vimos antes diciendo que Yaakov se prepara para el encuentro con su hermano a través de tres cosas:

– Presentes, regalos, compartir parte de su riqueza.

– Tfilá, plegaria y oración.

– Preparación para la guerra.

Una bella enseñanza podemos aprender desde aquí: ¿Cómo nos preparamos nosotros para nuestros encuentros tensos? ¿Cómo nos preparamos antes de un encuentro que no sabemos cómo va a terminar?. Parashat Vaishlaj nos enseña tres pasos para enfrentar estos dilemas:

– Presentes, regalos. Ir en “buena onda”, literalmente entregar, dar lo mejor de nosotros, ofrecerle al otro lo mejor que tenemos, en forma física y en forma espiritual. A veces para resolver un problema, se requiere de nosotros entregar todo, regalarnos y estar a disposición.

– Tfilá, rezar. A veces hay cosas que exceden nuestra capacidad, no es que va a haber una intervención divina directa, pero el experimentar un espacio de introspección y rezo, nos permitirá quizás ver las cosas desde otra perspectiva. El Creador siempre busca ayudarnos.

– Preparación para la guerra. En determinadas ocasiones, el encuentro agresivo es inevitable, tenemos que saber estar preparados para saber recibir golpes también. No es lo que más nos agrada, pero tenemos que saber, que hay conflictos que no se resuelven sino con fuerza. Eso no quiere decir literalmente a golpes, sino consciencia de que hay conflictos que son inevitables.

Yaakov, hizo esas tres cosas, le envió regalos a su hermano Esav, compartió con el parte de lo suyo, de su ganado, cabritas, vacas, camellos, de todo le regaló a su “contrincante”. Además elevó su propia Tfilá: “Sálvame de la mano de mi hermano, de Esav, porque le temo, no sea que venga y nos ataque, tanto a mujeres como a sus hijos” (Bereshit 32:12). Finalmente, Yaakov reconocer que las opciones anteriores podría no resultar, y divide a su campamento en dos, sabiendo que si uno es atacado, el otro podría sobrevivir. Yaakov hace consciencia e intenta prepararse por todos los frentes.

El encuentro, valga la redundancia, termina en encuentro. Los hermanos, separados por sus peleas, se abrazan, se besan y lloran. Toda la tensión previa, toda la preparación en direcciones diferentes, para este encuentro que parece casi el encuentro entre dos ejércitos, todo eso para terminar en un abrazo, en un llanto, en un beso. En dos hermanos que se aman, que a pesar de haberse hecho daño el uno al otro, no van a dejar de quererse ni de ser hermanos. Quizás, sino se hubiesen preparado, se hubiesen enfrentado más duramente, pero quién sabe, lo cierto es que es un modelo digno de replicar, tanto en la preparación previa, como en el desenlace.

Ojalá podamos aplicar estas ideas en diferentes ámbitos, en lo personal, en el trabajo, en los estudios, en la vida, quizás incluso aquí en Israel con nuestros vecinos, a veces hostiles, pero que en el fondo, queremos coexistir. No dejamos de rezar, no dejamos de entregarnos el uno al otro, y no por eso dejamos de estar preparados para recibir el golpe… y quien sabe, quizás terminemos en un abrazo, en un llanto, en un beso.

Fuente: Personalidades Judías de Todos los Tiempos.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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