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Moshé Dayán, Santiago Bernabeu y un pequeño gesto que casi termina en un escándalo diplomático internacional

Fue un curioso incidente diplomático desatado por Santiago Bernabéu en febrero de 1973, cuando tuvo la repentina ocurrencia de quitarse la insignia de oro y brillantes de la solapa e imponérsela al general Moshe Dayan. Aquello provocó las quejas diplomáticas de la gran mayoría de los mandatarios de los países árabes del momento, entre ellos Gadafi. El jueves 8 de febrero de 1973 el equipo de basquet de Maccabi Tel Aviv recibió al equipo del Real Madrid en su estadio en Israel en un partido de la liguilla de los cuartos de final de la Copa de Europa. Antes de comenzar el partido, el presidente de la Federación Israelí de Basquet ofreció un discurso en español con grandes elogios al Madrid. Luego bajaron a la cancha Santiago Bernabéu, Presidente del Real Madrid y Moshe Dayan, entonces Ministro de Defensa, para saludar a los jugadores. En un gesto inesperado, Santiago Bernabéu, tras unas palabras dirigidas por Moshe Dayan y contestadas por él (intérpretes mediante, claro) tuvo el arranque de quitarse la insignia de oro y brillantes del Real Madrid que siempre llevaba en su propia solapa e imponérsela al célebre militar del parche en el ojo, entre una gran ovación. Luego, el propio Bernabéu aplaudió al público.

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Después de eso, todos subieron al palco y presenciaron el partido, que ganó el Madrid por 87-88. Agustín Domínguez, secretario general del club, se atrevió a prevenir a Bernabéu, a su regreso al palco, de que el gesto quizá no fuera bien comprendido por todos, si es que trascendía, como era muy de temer. Bernabéu se encogió de hombros. “—¡Bah! Es un tío con dos grandes cojones, por eso lo he hecho”. Al otro día, de regreso en Madrid, se encontraron con que había recado del Ministro de Relaciones Exteriores, Gregorio López Bravo, exigiendo que Bernabéu se presentara en el Ministerio a la mayor brevedad, recordemos que era la época en que el generalísimo Francisco Franco gobernaba el país con mano de hierro y que aún se negaba a reconocer al Estado de Israel. Bernabeu, que tenía por entonces 77 años, lo que menos le apetecía era escuchar una reprimenda del ministro. “Yo me voy a Santa Pola a pescar. Que lo arregle Saporta, que esas cosas las hace muy bien” dijo Bernabeu. Raimundo Saporta, vicepresidente del club, se preocupó, porque sabía lo mal que había caído el gesto en el mundo árabe, para el que Moshe Dayan, general halcón, héroe de la llamada Guerra de los Seis Días, era el peor enemigo imaginable. Además, en el franquismo eran constantes las referencias a la tradicional amistad hispanoárabe, y de hecho Franco así lo sentía, con seguridad. En su biografía personal fueron decisivos los años en Marruecos y, ya Generalísimo, se acompañó durante tiempo de la Guardia Mora. Bernabéu no ayudó mucho a Saporta.
“Le dices lo que quieras. Le dices que se la impuse porque se me ocurrió y quise. Y porque es un tío bragao” (enérgico, firme o decidido). Para Saporta no era nada fácil. No había estado en el viaje a Israel ni había tenido nada que ver, pero todo el mundo conocía su ascendencia judía. Se llamaba Raimundo Saporta Namías, y aunque se solía decir que había nacido en París, hijo de mallorquín y de parisina, la realidad era más complicada, la familia Saporta-Namías se formó en Constantinopla (hoy Estambul), dentro de una fuerte comunidad judía sefardí. Allí nacieron Raimundo Saporta y su hermano. La familia se trasladó a París cuando se preveía la Guerra Mundial y se hizo con nuevos papeles, por temor a que su procedencia de una ciudad con una gran comunidad sefardí resultara una pista peligrosa en esos tiempos.

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Cuando los alemanes tomaron Francia, se trasladaron a España con esa nueva documentación y así transcurrió toda su vida posterior, aunque su ascendencia judía era de conocimiento común. Además, Saporta había contribuido a incorporar al campeón de Israel de baloncesto a la Copa de Europa desde su primera edición, en los años 57-58. Para esos años, las competiciones deportivas de Israel con países de Asia se estaban haciendo inviables. En la fase de clasificación con vistas a la Copa del Mundo de fútbol de 1958 hubo un largo boicot en la zona asiática. Nadie quiso jugar contra Israel, que acabó ganando la zona. No fue al Mundial porque tuvo que jugarse el puesto con Gales, que la eliminó.

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Aquella decisión de Saporta de incluir al campeón de Israel en la Copa de Europa de baloncesto abrió el camino a que este país compita en todo en las zonas europeas. Así que se podía sentir el menos indicado para darle una explicación al Ministro sobre lo ocurrido. Pero era un hombre inteligentísimo y supo revertir la situación. Tras soportar el reto inicial, contraatacó suavemente con sus argumentos. Le dijo a López Bravo que su predecesor, Castiella, tenía mucho más contacto con el Madrid. Que siempre que viajaban al extranjero, en fútbol o baloncesto, se ponía en contacto con ellos, y que con alguna frecuencia les había pedido gestos o gestiones que siempre habían hecho. (Y era verdad. Castiella llegó a decir en un discurso que el Real Madrid era el mejor embajador de España) y que él nunca lo había hecho. Le dijo también que Bernabéu era un hombre impulsivo y que por alguna razón le había caído bien el general Dayan y tuvo ese gesto, no premeditado e imprudente, pero carente de mala intención. Le recordó que el Madrid acudía casi cada verano al trofeo Mohamed V en Marruecos, que solía ganar, y las veces que el propio Bernabeu había recogido la copa de manos de Hassan II y sobre la buena imagen que del Madrid se tenía allí… López Bravo, que quedó conforme a medias, y decidió aprovechar un viaje, que tenía planeado al mes siguiente el equipo de fútbol, para pedir que se le impusiera la misma insignia a un determinado militar árabe, con el que vaya a saber por qué, el Generalísimo quería tener buenas relaciones. El encargo era raro pero decidieron cumplir el deseo de López Bravo. Es importante tomar en cuenta que la insignia de oro y brillantes del club se entrega solamente a quienes hayan rendido servicios excepcionales al club, no para cualquiera. Pero, después de habérsela impuesto a Dayan, ¿cómo negarse ahora?. Así que antes del partido, con grandes gestos, entregaron la insignia al general árabe y así se compensó el gesto que tuvo Bernabéu con Dayán que casi generó un conflicto diplomático de grandes proporciones. Una pequeña curiosidad en la increíble vida de estos dos grandes personajes Santiago Bernabeu y Moshé Dayán.

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