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Una deuda con la cultura judía

JAI – Por Mario Cohen – He hecho lo mejor que pude para ser judío. Pude haber fracasado… Si pertenecemos a la civilización occidental, entonces todos nosotros, a pesar de las muchas aventuras de la sangre, somos griegos y judíos…

Muchas veces me pienso judío pero me pregunto si tengo derecho de hacerlo”. Así reflexionaba Borges, con ironía, acerca de su interesante y eterna relación con el judaísmo. A 120 años de su nacimiento, corresponde honrar al más universal escritor argentino de todos los tiempos.

Jorge Luis Borges es el escritor latinoamericano que llevó, más que ningún otro, muchos aspectos de la cultura judía e Israel a la intelectualidad hispanoparlante (la Cábala, el Golem, Cansinos Assens, Spinoza, Agnón, Heine, el Libro de Job, además de los innumerables personajes judíos de sus cuentos, entre otras cosas). Nuevas investigaciones han ampliado los conocimientos que teníamos al respecto.

¿Cómo y por qué se interesa Borges por el judaísmo? En los hechos, recibió las primeras nociones de la mano de su abuela inglesa, quien tenía memorizada gran parte de la Biblia; luego reforzó su bagaje a través de su amistad, en Suiza, con dos intelectuales judíos, y más tarde, en su estancia en España, cuando conoció a Cansinos. Con los años, profundizaría esta relación con otros miembros de la comunidad judía.

Además, como dijera André Malraux, “Borges lo leyó todo, especialmente lo que nadie lee”. Entre todo eso, leyó y tradujo, por ejemplo, al filósofo Martín Buber.

¿Quién era este raro escritor llamado Cansinos Assens? Borges lo considera su maestro y señala: “Cansinos era sevillano de tradición católica… Profesó el judaísmo y se casó con una judía, para engendrar en ella un hijo judío. Los judíos lo son por andanzas pretéritas de su sangre y por un heredado acto de fe”. ¡Toda una definición en muy pocas palabras!

Luego el autor de “El Aleph” llegó a expresar, según comentó Koremblit: “Una de mis felicidades consiste en pensar que podría pertenecer al pueblo de Moisés ben Maimón, de Yehudá Haleví y de las Sefirot”. En el mismo sentido, la investigadora Gabriela Mizraje descubrió recientemente una carta (de 1920) en la que Borges se enorgullece de su supuesto origen sefardita (por parte del apellido Acevedo) y señala: “No sé bien cómo celebrar ese arroyo de sangre israelita que corre por mis venas”.

Otra novedad es el descubrimiento, hecho por el estudioso Martín Hadis, de las cartas entre Borges y Ben Gurión, en las que ambos muestran mutua admiración. En una de ellas, el escritor le dice al fundador del Estado de Israel: “Acaso usted no ignore la afinidad que siempre he sentido por su admirable pueblo”.

En otra oportunidad Borges reafirma este fuerte sentimiento casi sanguíneo de la siguiente manera: “Sin Israel la historia sería distinta… Israel no solo es una idea necesaria para la civilización, es una idea indispensable. No podemos imaginar la cultura sin Israel”.

Presidente del Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí CIDiCSef

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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