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El terrorismo islámico golpea en lo más preciado de Occidente: su libertad

En cada mensaje luego de atribuirse un nuevo atentado en Occidente, el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) repite una misma palabra: “venganza”. La constante justificación del grupo yihadista por sus ataques en Europa o Estados Unidos es que se trata de una respuesta por los bombardeos de la coalición internacional en Siria.

Pero el gran enemigo del terrorismo islámico, y en especial de esta organización extremista, no es una nación en particular. Tampoco lo es su sistema político ni su religión; sino los valores que pregonan esas civilizaciones.

Por eso no resulta extraño que su principal blanco sea Francia, lugar de la Revolución de 1789 y del Siglo de las Luces, cuyos valores están en las antípodas de los que persiguen los terroristas.

Libertad, igualdad, fraternidad, aceptación -todos valores derivados de la revolución francesa- son los verdaderos enemigos de un Estado Islámico que desde su surgimiento tuvo como objetivo imponer su califato en todo el mundo.

En las regiones que supo tener control, tanto en Siria como en Irak, ISIS aplicó –y aplica hasta el día de hoy- la más estricta ley de la sharia. En su mundo no hay lugar a la desobediencia, las libertades, los derechos a la identidad… Tampoco importa la religión. Miles de musulmanes que claramente no profesaban con el terrorismo ni la violencia de los extremistas pagaron con su vida por oponerse a un mundo de opresión. Otros, en cambio, simplemente por ser quienes eran. Como los homosexuales, que generalmente son arrojados desde las alturas a modo de “castigo”.

Judíos, cristianos y yazidíes también han sido perseguidos y masacrados por los yihadistas. Pero el discurso de los extremistas, que pide acabar con los “infieles”, cae por sí solo cuando vemos atentados en mezquitas. Ese lugar de culto donde los musulmanes profesan su fe, y que cada vez está más en la mira de los terroristas.

Meses atrás el Estado Islámico destruyó la mezquita de Al Nuri, en Mosul, Irak. Un lugar icónico para el propio grupo yihadista, ya que allí su jefe Abu Bakr Al Baghdadi proclamó el califato en 2014.

Esa misma vida de terror, opresión y violencia es la que desde hace años pretende imponer en Occidente. Al principio llamaba a sus seguidores en Europa o Estados Unidos a viajar a Siria para unirse a sus filas. Luego, una vez que la organización ya contaba con un nutrido batallón de yihadistas, la orden fue otra: apuntar a Occidente.

En ese aspecto el uso de las redes sociales fue vital. El Estado Islámico expandió su radio de penetración y exhortó a sus seguidores a erigirse, en algunos casos, en lobos solitarios en sus ciudades de nacimiento. A éstos se les provee instrucciones estratégicas, qué medios utilizar para llevar a cabo atentados (como autos, camiones, martillos, etc.), e incluso manuales de cómo fabricar explosivos caseros.

El 7 de enero de 2015, ISIS dio el primer gran golpe en Occidente. Tres hombres armados asaltaron la sede del semanario satírico francés Charlie Hebdo, en París, asesinando a 12 personas. Los yihadistas atentaron contra la revista por las caricaturas de Mahoma que había publicado años anteriores.

La organización extremista dejó dos mensajes claros a partir de ese ataque. El primero, que en su mundo la libertad de expresión es considerada como un “enemigo”. El segundo, que tenía los medios y la logística para golpear en el corazón de una de las ciudades más importantes de Europa.

Lo que vino después es historia conocida: ataques en Francia, Bélgica, el Reino Unido, Alemania, y Suecia. Hasta este jueves, día en el que lamentablemente a esa lista se sumó España. Pero el terror de ISIS también sacudió a Estados Unidos, donde la violencia e intolerancia de Omar Siddique Mateen terminó con la vida de 50 personas la noche del 12 de junio de 2016, cuando el lobo solitario abrió fuego en el club gay de Orlando, Pulse.

Mientras mes a mes pierde más territorio y poder en Irak y Siria, el Estado Islámico se aferra a los ataques de sus combatientes y lobos solitarios para mantener su mensaje de terror y en alerta a todo Occidente. Pero, por sobre todas las cosas, para seguir golpeando en su valor más preciado: la libertad.

Fuente: Infobae

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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